Utopía ayer, hoy y ¿siempre? 91






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fecha de publicación21.09.2015
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2 Jesús de Nazaret, los Jóvenes y el «Camino Cristiano»


 

También en esta segunda parte de los materiales comenzamos con los educadores y animadores, proponiendo la elección entre «zanahoria, huevo o café». Siguen unas palabras a los jóvenes, ofreciendo unas consideraciones fundamentales sobre algunas actitudes esenciales a la hora de vivir, de marchar por la vida. El último texto presenta a Jesús como referencia fundamental para caminar.

 

A los educadores: ¿zanahoria, huevo o café? q


 

Ni es el mejor menú que nos pueden ofrecer... ni se trata de una broma de más o menos buen gusto. Tampoco vas a encontrar esta oferta en la carta de un restaurante vegetariano ni entre las hamburguesas de un Mc del tipo que sea. La cosa es sencilla. La leí en internet y no me resisto a comentarlo. Se trata de la niña que llega a casa con cierto disgusto. Hay cosas que le salen mal en la escuela, con las amigas, muchas veces y muchos días, dice, para agravar la cosa. Y se queja. La queja llega hasta la filosofía de las grandes preguntas cuando le plantea a su padre, cocinero, o «cocinillas» que dicen en algunos sitios del aficionado a la cocina: «Si vivir trae estos disgustos, si es tan difícil... ¡No vale la pena!». En el fondo repetía aquello de «no me pidieron permiso para traerme a la vida» que afirmaba alguno.

El padre –¡dicen que fue el padre!, aunque podía ser la madre..., pero en el caso en cuestión parece ser que es el padre–, sólo sabe hablar con los hechos. Ni tiene ni entiende de grandes filosofías: ¡la cocina –se dice– por aquello de que entre los pucheros...! Bueno, pues, el padre toma tres perolas... –no demasiado grandes, porque la niña no habría soportado una unidad didáctica tan larga–, las llena de agua y hace una cosa sencilla: las pone a fuego vivo.

El agua ya está hirviendo. Y hete aquí que comienza a preparar el menú: en una de las perolas echa una zanahoria, en la otra un huevo y en la tercera un puñado de café molido. Oye, ¡cómo mira la niña la faena! Ni sal, ni nada..., ¡al natural! Deja que pase un tiempo, quizás algo más largo que un «credo» que decían las abuelas. Pasa el tiempo. Se corta el fuego, el agua comienza a enfriarse y papá manda a su hija destapar cada una de las ollas. En una, la zanahoria yace en el fondo. En la otra, el huevo flota tranquilo sobre el agua. La tercera ha tomado el color y el olor del café.

«¡No entiendo nada!», dice la niña. Por consejo de su padre, toca la zanahoria y la encuentra blanda. Casi se deshace. Al huevo le ha ocurrido al revés: se ha puesto duro, está flotando sobre el agua y apenas sacarlo del agua está seco. El agua de la tercera olla tiene color de café... ¡qué bien huele!

Bueno pues por ahí veía yo nuestra pastoral y nuestros agentes de pastoral... La cosa está caliente, como el agua de las perolas. Las dificultades no son pocas... ¡Para todos! ¿Echarse dentro? Algunos lo más que hacen es «ponerse blandos», necesitan cariño, palmaditas en la espalda, generosos plácemes de cada cosa que hacen, el canto, la catequesis o el modelito del Lacoste o del Nike que llevamos esta tarde... Pero se van al fondo.

Otros al revés, se hacen los duros, quieren salir a flote, se quedan en la superficie... pero «no se mojan» ni con su gente, ni con el proyecto que llevan entre manos, ni con su comunidad de la que, a menudo, hablan mucho. Y otros son como el café. Poco a poco se van diluyendo, van dando lo mejor de si mismos... han impregnado de amistad, de cercanía, de servicio, de presencia, toda su acción. Y la gente lo agradece. Y... cuando todo se cuela hay una parte de su vida que parece no servir para nada... Bueno para nada, no. Aún vale para abono de otras plantas ¡Ay esos animadores, curas, hermanos o hermanas mayores que dicen que no valen para nada! Oiga, para abono de otras plantas.

¿Zanahoria? ¿Huevo? ¿Café? Es cuestión de elegir. Las posibilidades son infinitas. La cosa está que arde, las aguas de la pastoral están hirviendo, salpican, da miedo meter... un dedo. El tal Jesús de Nazaret hablaba de la levadura, de la sal, de la luz... ¡Todavía no se había descubierto América ni sabíamos lo que era el café! ¡Paciencia!

 

Ángel Miranda

 

A los jóvenes... q

 

Querido Amigo:

Hoy te escribo a ti... Deseo hacerlo como un amigo le abre el alma a otro amigo. Verás... Estás empezando a vivir y hay ciertos temas que quisiera compartir contigo. Son pequeñas cosas que fui descubriendo a lo largo de mi vida. Parecen consejos, pero son actitudes... –principios de sabiduría que te regalo por si quieres hacerlos tuyos–. Piensa un poco sobre todo ello; si decides vivir con esas actitudes, experimentarás que tu vida aumenta, se ensancha, crece.

 

Tienes sólo una vida, la tuya, tómala en tus manos y vívela...

 

Sé feliz con la vida que tienes y, aunque no sea la mejor, es tuya. No te lamentes de lo que careces. Piensa, más bien, en lo que eres y puedes hacer. Es bueno que siempre reflexiones un poco antes de actuar; pero no te quedes sólo en pensar, o no llegarás a ningún lado. Y cuando hayas decidido algo, pon manos a la obra y adelante. Ten presente que elegir es siempre renunciar y esto depende sólo de ti, no de la aprobación de tus amigos. Comentarios, críticas y oposición siempre tendrás; esto, elijas lo que elijas. Sólo vas a ser en tu vida lo que realmente quieras ser y en la medida en que trabajes por conseguirlo. No tengas nunca miedo. A vivir se aprende viviendo.

 

El fin de tu vida es ser feliz, no ser más o llegar el primero...

 

No te compares con nadie. Todos somos distintos y cada uno tenemos nuestro propio valor. Trabaja por llegar a ser lo que quieres y mira con orgullo lo que ya has conseguido. Paso a paso, se llega lejos. No te importe ir despacio, lo importante es llegar. Pero ten en cuenta que no todos los caminos llevan a la felicidad. Sospecha de los atajos que prometen rápidamente llevarte a ella. La droga, el alcohol, la pornografía, la mentira... son algunos caminos cerrados. Nada grande se consigue sin esfuerzo; pero no olvides que la felicidad no está en hacer algo grande o hermoso; sino en hacer grande o hermoso lo que estás haciendo en este mismo momento.

 

Cualquiera que sea tu problema, no te desanimes; tú puedes...

 

Quizá las personas con las que convives o el ambiente que te rodea no sean los mejores; pero seguro que tú puedes cambiarlos. Comienza por ver lo bueno que todos tenemos y no te desanimes por nada. El que algo no sea bueno del todo, no quiere decir que sea malo. Nunca juzgues por las apariencias. Nadie, fuera de Dios, conoce lo que esconde el corazón de cada persona... Los juicios y opiniones precipitadas anularán tus buenos propósitos. La curiosidad, la apertura y la acción te permitirán crecer. Lo bueno y lo verdadero son simples y claros. El mal, en cambio, en todas sus formas, es complicado y retorcido.

 

Aprende a ser feliz con lo que tienes...

 

Sé feliz con poco; pero aprovecha todo lo que tienes, es tu mejor herencia. Tu vida apenas ha comenzado y puedes ser lo que te propongas. Mucho te van a servir la honestidad y sencillez para reconocer tus valores, tus capacidades y los límites que tienes. Mira a los otros como compañeros y amigos en el camino de la vida. No los utilices para tus fines; al contrario ayúdalos y participa con ellos en la vida que a todos se nos dio gratuitamente. No pongas tu preocupación en hacerte rico o poderoso; sino en aquello que sabes que puedes realizar.

 

Eres responsable de ti y de lo que haces...

 

Tus emociones, tus decisiones, tus acciones dependen de ti, sólo de ti. No culpes a otros de lo que hagas o dejes de realizar. Aprende a asumir compromisos y trabajos, y cumple fielmente lo que prometiste. Sé siempre dueño de ti mismo; pero ten en cuenta los consejos de los demás. Y luego, obra según lo que es mejor; aunque no sea lo que más te agrada. No debes olvidar que el bien y el mal existen y tienes, para distinguirlos, una conciencia. Hazla caso siempre, ante ella debes responder.

 

Vivir puede ser difícil. Estás aprendiendo y esto significa correr riesgos...

 

La vida no es un cuento rosa. Dificultades nunca faltan... Con frecuencia te equivocarás. Todos nos equivocamos y más veces de las que reconocemos. Los errores, vistos como enseñanza, son lección para el futuro. Ten en cuenta que sólo se aprende a andar cayéndose muchas veces y levantándose otras tantas. No tengas miedo a lo nuevo o a lo desconocido. Aprende a crecer corriendo riesgos razonables. Sé libre de verdad. No te refugies en costumbres o rutinas que secan el alma. Tampoco confíes en modas que limitan la libertad uniformando el pensar, sentir y vivir.

Recuerda que no estás solo en la lucha de la vida...

A tu lado hay muchas personas dispuestas a ayudarte. Si no lo han hecho, quizá, es porque no se lo has pedido. Confía en los demás. Confíate a los demás. Se humilde y no cierres tu corazón porque alguien te lastimó cerrándote el suyo. Cuando más felices somos es en los momentos en que dialogamos y compartimos confidencias; incluso con aquellos que no las merecen. Déjate ayudar y ayuda en lo que puedas, aunque no te lo pidan. Recuerda siempre estás palabras de Jesús: «Es más feliz el que da que el que recibe». Amigo, da y sobre todo date tú mismo, esta es tu gran riqueza.

 

Si te cansé, perdona. Un abrazo,

 

Santiago Alcalde

 

q Jesucristo, la mejor «música de Dios»

 

El despertador me ha puesto en camino. He dejado la superficie del asfalto y he bajado a la profundidad del metro. Silencio... Y en medio de esa paz: una música suave, casi imperceptible. La he reconocido: Jesucristo Superstar. ¡Cuántos, en medio de la somnolencia matinal, no la habrán identificado! Ya sonaba cuando he llegado. Alguien la ha puesto para mí y para todos... Parto de la estación y la melodía sigue sonando. Esa «música» se ha metido dentro de mí y me brota, y la tarareo casi sin darme cuenta.

Tu «música», Señor, suena apenas nos despertamos y nos hace compañía las 24 horas y en todas las «estaciones» de nuestra vida. Debo «sintonizar» y buscar tu frecuencia. Es una música suave, discreta, casi imperceptible... Sólo se capta si se hace silencio. Música... que muchos no identifican y a la que no saben poner «nombre». Música... tapada y ahogada muchas veces por ruidos de «metros» que cruzan veloces las vías de nuestra vida. Pero Tú sigues ahí insistente, susurrante, sin aumentar el volumen. Música... que te acoge, te «baña» y se mete dentro de ti, y te brota cuando menos lo piensas.

¡En cuántas personas y a través de cuántos hechos y cosas suena «tu melodía», Señor! Tú nos invitas al silencio y a la escucha atenta. Tú nos invitas a estar despiertos, a vigilar para no confundir tu voz con otras voces. Tú nos invitas a que unamos nuestra música a la tuya para componer entre todos una hermosa sinfonía. ¡Cuántas personas necesitadas de esa compañía, de esa «música callada»! ¡Que sea «música de Dios» para cuantos me rodean!

 

José Sorando

 

Para Pensárselo

 

§ Proponemos unas cuantas pautas para este último texto (los anteriores las llevan claramente dentro). Se puede partir de esta experiencia-gesto: un despertador con su «tic-tac» acoge al grupo cuando entra en la sala; está convenientemente oculto y sólo se percibe si se hace silencio (el animador o animadora verá en qué momento de la sesión invita al grupo a ponerse a la escucha...). Leer y comentar el texto.

§ El Evangelio habla con frecuencia de «sordos» (Mc 7,32; Mt 11,5; Lc 7,22). Meditar y comentar alguno de esos pasajes... Se podrían completar con otros que muestren la capacidad de silencio y escucha de Jesús.

§ ¿Qué capacidad de escucha tengo yo? ¿Me cuesta el silencio? ¿Qué valor le doy? ¿En qué «voces» me resulta más fácil «oír» a Dios? ¿Soy «voz de Dios» para alguien?

§ Buscar algún compromiso personal y grupal donde ser «música de Dios» para otros (adolescentes y jóvenes, niños o ancianos solos, enfermos, etc.).
CON ROSTRO HUMANO

Con rostro humano

 

Este dibujo de Victoria Martos ilustraba un reportaje en Aridana, suplemento de informática de «El Mundo» (29.11.01). Se refería a la generación de telefonía móvil que se preparaba para ser la estrella de las cercanas navidades de ese año. Y se centraba en concreto en el GPRS, que estaba a medio camino entre el teléfono GSM y que tenía casi las mismas características de navegación por Internet que el UMTS. Al margen de este origen, podremos emplear la imagen de forma simbólica y en múltiples direcciones. Apuntamos algunas.

 

q La imagen


1. Presentar la imagen al grupo. ¿Qué vemos? ¿Qué nos dice? ¿A qué nos suena?

2. Con esas tres preguntas ya nos centramos en parte de lo que vemos en la imagen: oído, ojos, boca... de algo que tiene rostro humano. ¿Qué nos sugiere todo eso?

3. La imagen se refiere claramente a un teléfono móvil (en otro sitios llamado «celular»), pero sale también un cable con auricular... Sobraría en un teléfono móvil, pero ahí está: ¿Qué puede significar? ¿Sobra o es un adminículo de repuesto por si nos falta lo esencial?

4. Para ser rostro humano más completo, le falta la nariz. Pero está sustituida por esa pantalla de pantallas: múltiples iconos para múltiples funciones. ¿Qué puede significa?

5. La superficie del teléfono está formada por nubes. ¿Con qué lo podemos relacionar? ¿Ondas invisibles pero reales en el espacio?

6. Este teléfono no tiene teclas... Tenemos todo y nos falta lo esencial: ¿Cuál es?

 

q El teléfono y nosotros


1. ¿En qué nos parecemos las personas a un teléfono (normal)?

2. ¿En qué se parece este teléfono en concreto a nosotros? O mejor, ¿en qué nos parecemos nosotros a él? Nos vamos centrando en partes. Se pueden seguir las pautas dadas en el apartado anterior.

3. Escribir un relato titulado «Cara de teléfono» en el que se refleje cómo somos, qué nos pasa, cómo funcionamos, qué sentimos, qué esperamos, cómo nos comunicamos o nos incomunicamos... las personas. O sencillamente un relato o parábola cuya ilustración sea esa imagen.

4. ¿En qué se parece ese teléfono a cada uno de nosotros? Podemos responder a partir de lo que se señala en las pautas siguientes, que también se pueden aplicar a otras realidades.

 

§ Oír y escuchar

ú ¿Cómo escucho? ¿Cómo me siento escuchado y por quién?

ú ¿Qué me gustaría escuchar que no he oído? ¿Qué me gustaría que dijeran de mí personas concretas: mis padres, determinados amigos, profesores, tal persona concreta?

ú ¿Qué me han dicho que me hubiera gustado no tener que escuchar? ¿Necesito estar oyendo algo en todo momento?

ú ¿Cómo me llevo con el silencio? ¿Qué hago para escuchar lo que habitualmente no se oye?

§ Ver y mirar

ú ¿Qué me gusta ver? ¿Qué hubiera gustado no tener que haber visto?

ú ¿Quién me ha enseñado a ver la vida? ¿Con qué ojos? ¿Veo la vida y a la personas con buenos ojos?

ú ¿Contemplo además de ver? ¿O miro sin ver?

ú ¿Me fijo en los detalles de las personas y a la vez voy a lo esencial?

§ Tener olfato

ú La pantalla ocupa el lugar de la nariz y está ocupada por iconos...

ú Nos centramos en los iconos. ¿Qué puede significar cada uno?

ú Trabajamos pues a partir de cada uno de ellos. Sugerimos tan sólo una pregunta por icono sabiendo que las preguntas pueden ser más y, sobre todo, distintas: ¿En qué nos gustaría volver a empezar? ¿Qué nos gustaría borrar o detener de lo que nos han dicho, de lo que hemos dicho o hecho...? ¿Qué mensaje nos gustaría recibir o enviar? ¿Cuál sería nuestra dirección simbólica y significativa? ¿Con qué tendría que contar o desconectar? ¿Qué mensajes me gustaría escuchar (de los demás, de mis padres, de Dios...)? ¿Cuáles son mis preguntas más inquietantes y en qué necesitaría ayuda? ¿Qué direcciones tengo para seguir en la vida y cuál sería mejor que siguiera? ¿Qué tendría que borrar? ¿En qué tendría que profundizar y por lo tanto acercarme y detenerme en ello con más detenimiento? ¿A qué tengo que esperar? ¿En qué me confirmo y digo OK?

§ Hablar y callar

ú ¿Me gusta más hablar o callar? ¿Me cuesta más hablar o callar?

ú ¿Qué me hubiera gustado decir en alguna ocasión que no dije?

ú ¿Sobre qué tendría que haber guardado silencio y no callé?

ú ¿Quién o qué me ayuda a hablar y expresarme con facilidad?

ú ¿Qué puedo decir de los demás (por ejemplo del grupo, o de mi familia) que sé que les gustaría escuchar?

ú Inventar algún mensaje tipo móvil: que enviaríamos al mejor amigo, al cura que queremos, al obispo ejemplar, al político coherente, a nuestros padres... Poner otros destinatarios comunes (todos al mismo, según se diga en el grupo) o personales (que cada uno elige).

 

q Otras funciones


§ ¿Está nuestro teléfono –el teléfono que somos– habitualmente operativo? ¿Cómo se carga?

§ Yo no tengo móvil. ¿Y qué?

§ ¿Cómo va nuestra conexión con Dios? ¿La tenemos abierta... en todo momento? ¿Cómo la aprovecho? ¿La cierro, minimizo, maximizo, estoy en conexión...?

Herminio Otero


 



PERSONAS “CON ESPÍRITU” COMO MARÍA

Encarar la Vida «con» Espíritu

 

Presentamos a continuación unos sencillos y amplios materiales que pueden orientarse hacia una «Vigilia de Pentecostés con María» o desarrollarse simplemente a través de sucesivos encuentros. En cualquier caso, están presentados de forma esquemática; deben, pues, concretarse con ulterioridad, seleccionando, dando continuidad y uniendo las diferentes partes. Aquí aparecen bajo la estructura de una celebración.

 

 

 

 

 

Cada hombre debe enfrentarse con la realidad (interpretar la propia existencia y cuanto le rodea, tomar posturas, etc.): sea más o menos consciente, lo quiera o no, está abocado a confrontarse con la vida. Por eso mismo, todo ser humano tiene una «vida espiritual» que, en primera instancia, no es más que el espíritu con que se afronta o encara la vida. Mirando a Jesús, descubrimos cómo «se dejó llevar por el Espíritu de Dios» para dar “la Buena Noticia a los pobres, anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos...” (Lc 4,18-19; cf. Is 61,1-2). Jesús de Nazaret vivió «con» ese espíritu; por ahí le condujo el Espíritu –lo mismo, después, a María y al resto de discípulos– con una finalidad muy clara: restituir vida y dignidad –antes de nada– a quienes se encontraban despojados de ellas y tratados injustamente por sus propios hermanos. Dios no está de acuerdo con situaciones semejantes y Jesús, desde el principio, se acerca y vuelca a favor de las personas más desfavorecidas.

Nosotros nos ponemos ahora en oración con María para invocar al Espíritu y disponernos mejor a ser, de verdad, personas «con» espíritu, personas que se dejen llevar por el Espíritu que movió la vida de Jesús de Nazaret.

 

q Canto: El Espíritu del Señor (CRJ, 270)

q Lectura I: «Déjate llevar por el Espíritu...»

 

Tras la muerte: Testimonio de un Soldado romano


 

Aquella noche regresé al campamento bastante afectado. Me había tocado estar en una crucifixión y tenía el estómago revuelto. Quise disimularlo para que nadie lo notara. Mis compañeros parecían haber disfrutado participando activamente en aquella tortura. Pero yo estaba cansado de ver tanta muerte y tanto sufrimiento inútil.

Desde que salí de Roma, siendo un joven cargado de ideales y sueños de gloria, lo único que había hecho era hacer correr la sangre y las lágrimas de los que se cruzaban conmigo. Y todo, ¿para qué? Para que unos pocos privilegiados se creyeran los dueños del mundo, y se sirvieran de ilusos como yo para mantenerlos en su buena vida. Todo para gloria de Roma.

Estaba ya harto de que me utilizaran. Harto de cumplir siempre órdenes, de matar, dominar y pisotear a gente inocente, porque así le interesaba al César y a sus arcas. Aquel viernes de Pascua judía había sido la gota que colmaba el vaso. Me habían obligado a clavar en la cruz a un hombre inocente. Le conocía de oídas y sabía que era un hombre justo. Sus últimas palabras de agonía se clavaron en mi mente y no dejaban de repetirse una y otra vez: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». Pero yo sí sabía lo que hacía, como tantas veces que mataba a gente inocente cumpliendo órdenes. Era un cobarde.

 

Pasé la noche sin dormir. Al amanecer escapé del campamento para nunca más volver. Me dirigí hacia el desierto para que él fuera el que acabara conmigo. Estuve un par de días vagando sin rumbo fijo, hasta que caí desfallecido esperando mi final. Pero estando en aquel estado tuve una especie de delirio o visión. No sabría cómo explicarlo. Sólo sé que vi ante mí a ese hombre al que yo había crucificado y visto morir en la cruz. Tenía las señales de los clavos en los pies y en las manos. Y me dijo:

—La Paz esté contigo, amigo. Descarga tu pesada culpa sobre mí y recibe mi perdón. Para eso he dado la vida, para que tú puedas vivir de una forma nueva, como hasta ahora nunca lo has hecho. Déjate llevar por el Espíritu que te ha llevado hasta este desierto, y desde ahora, confía en mí. Así descubrirás cuál es la verdadera Gloria que debes perseguir.

Es todo lo que recuerdo. Después, unos camelleros me recogieron del desierto y salvaron mi vida. Pronto me enteré del revuelo que se había formado en Jerusalén, porque algunos decían que aquel crucificado había resucitado, Dios le había devuelto a la Vida.

 

Me quedé sin habla. No fue entonces un delirio lo que tuve en el desierto. Era verdad. Aquel que yo mismo había crucificado, vino al desierto para encontrarse conmigo y hablarme de Paz y Perdón. Una gran alegría invadió mi corazón. Yo mismo era testigo de todo aquello que decían. Era verdad; el Dios de los judíos lo había resucitado. Y no sólo eso; de alguna manera también me había resucitado a mí. Porque yo estaba muerto, aplastado por el peso de mi culpa, sin posibilidad de seguir viviendo por la enormidad de mi delito; y sin embargo, me había regalado la Paz y el Perdón, haciéndome participar gratuitamente de su Nueva Vida Resucitada.

Desde aquel momento, mis pasos se dejaron guiar por ese Dios; el único Dios que habitaba en mí, el que al resucitar a Jesús también me resucitó a mí. Y los que ahora se cruzaban conmigo en el camino de la vida, ya no derramaban más lágrimas ni sangre porque una Nueva Vida había comenzado en mí.

 

q Reflexión y Diálogo

 

§ ¿La sociedad de hoy en día nos manipula de alguna manera? ¿Nos obligan a hacer cosas sin darnos cuenta? Si se da el caso, ¿con qué finalidad se hace?

§ ¿Hoy en día sigue muriendo gente inocente? ¿Por qué? ¿Cómo se sienten las personas que se cruzan en tu camino?

§ ¿Cuáles son tus ideales? ¿Qué sueños de «gloria» o triunfo persigues? ¿Coinciden con los de Jesús?

§ Gracias a la resurrección de Jesús ¿qué es lo que encuentra el soldado romano? ¿Podría haber encontrado de alguna otra manera lo que le regaló Jesús?

§ ¿Qué es lo que ciega a una persona y le impide ver realmente el mal que está haciendo a otros, o se hace a sí mismo?

§ ¿En qué consistiría la Nueva Vida que comienza a vivir el soldado romano?

§ ¿Sientes de verdad que Jesús murió por ti? ¿De qué manera te ha alcanzado su Resurrección?

 

q Canto: Ven, Espíritu de Dios (Kairoi)

q Lectura II: «Andando junto a Jesús...»


 

Personas nuevas: Testimonio de una Mujer


 

No sé por dónde empezar. Me resulta difícil encontrar las palabras para decir lo que Jesús hizo conmigo. Lo resumiría todo diciendo que él salvó mi vida. Pero esto me sabe a poco. Por ello intentaré contarlo tal y como sucedió. A Jesús le conocí cuando estaba apunto de morir apedreada. Mi marido me había descubierto cometiendo adulterio y aquello se castigaba con la muerte. La verdad era que no me importaba morir, porque ya llevaba muerta mucho tiempo, quizá desde que nací mujer. Estaba asqueada de la vida, de tanta injusticia y discriminación hacia las mujeres, de tanta hipocresía y de tanta desigualdad. Vivía en un mundo en el que el hombre siempre pisaba a la mujer.

El que yo no pudiera tener hijos, era considerado un castigo de Dios que mi marido se encargaba de recordarme todos los días. A los ojos de él y de todos, yo valía menos que un trapo. He de reconocer que me volví mala, rebelde, provocadora. Estaba llena de odio y rencor. Caí muy bajo, lo reconozco. Y ahora había llegado el momento de acabar con aquella farsa y morir del todo. Pero Jesús me estropeó el final. Dijo que el que no tuviera pecado, tirara la primera piedra; y ahí terminó todo.

Me quedé con las ganas de morir. Todos se marcharon dejándome allí tirada en el suelo. Jesús alargó la mano y me puso en pie diciendo que él tampoco me condenaba, y que de ahora en adelante, no volviera a hacerme daño de aquella manera. Sentí algo muy extraño en mi interior. Aquella mirada, aquellas palabras, aquella mano que me levantó del suelo, me transmitieron paz, perdón, comprensión. Nunca hasta ahora había sentido una cosa igual. Algo que estaba muerto dentro de mí comenzó a volver a la vida.

 

La que no tenía ganas de seguir viviendo una vida sin sentido; la que no quería seguir viviendo en un mundo que la había empujado a la rebeldía, a la maldad y a la destrucción; resulta que ahora comenzaba a tener un motivo para seguir viviendo. La existencia de un hombre como Jesús, me había devuelto la esperanza de que este mundo podía ser de otra manera, muy distinto a lo que yo había vivido hasta entonces. Me quedé de pie delante de él, como una tonta, sin saber qué hacer ni que decir. Jesús sonrió, me cogió de la mano y me acompañó hasta mi casa. Por el camino todos me señalaban con el dedo y escupían al suelo, pero él no se avergonzaba de ir junto a mí.

Andando junto a Jesús, experimenté el convencimiento de que Dios me quería y me perdonaba. No podía contener las lágrimas de alegría por aquello que me hacía sentir esa mano, que tan delicadamente me cogía. Si Dios me perdonaba y me quería, qué podía importarme el que los demás no lo hicieran. Al llegar a casa, mi marido no quiso perdonarme y me echó de allí diciendo que no necesitaba a ninguna estéril adúltera en su casa. Pero aquello no me hizo daño. Sabía de verdad que Dios me quería tal y como era. Desde aquel momento me integré en el grupo de los que seguían a aquel hombre de Nazaret, que me había devuelto a la verdadera vida.

 

q Reflexión y Diálogo

 

§ ¿A quiénes se margina o discrimina hoy en día? ¿Por qué? ¿Cómo es su comportamiento? ¿Qué es para ti el pecado?

§ Jesús rechaza el pecado pero quiere recuperar y sanar al pecador, ¿ocurre así entre nosotros? Cuando vemos que alguien realiza un acto moralmente malo, ¿nos detenemos a pensar por qué lo hace, qué busca con ello, o nos limitamos a rechazarle dándole nuestra sentencia de culpabilidad?

§ ¿Te resulta fácil o difícil perdonar? ¿Por qué? Te has sentido alguna vez perdonado de verdad por alguien?

§ ¿Qué opinas de una persona que te quiera sólo a condición de que te portes bien? ¿Pones tú condiciones al amor? ¿Es posible un amor sin condiciones?

§ ¿Qué pensarías de un amigo que hicieras lo que hicieras, por muy grave que fuera, siempre siguiera siendo tu amigo, pudiendo contar con él para ayudarte? ¿Tienes conciencia de que Dios es así?

 

q Canto: Ilumíname, Señor, con tu Espíritu (CRJ, 265)

q Palabra de Dios: Hechos de los Apóstoles 1,13-14 y 2,1-21


q Comentario

 

La Pascua es el fundamento existencial de la Iglesia, porque en ella se cumple aquello a lo que la fe se refiere: la persona, el camino y la obra de Jesús. A ese cumplimiento pertenece esencialmente -y ello es constitutivo para la Iglesia- la venida del Espíritu. Y es el Espíritu, por el que el Resucitado quiere permanecer junto a los suyos como asistencia (paráclito), quien mantendrá vivo el recuerdo de Jesús (memoria viva de Jesús), dará testimonio de él, introducirá en la verdad, etc. (cf. Jn 16,7: “Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, no vendrá vuestro abogado…”).

(En este momento, antes de entrar en el tema del proyecto y compromiso, se podría rezar con la «secuencia» de la Eucaristía de Pentecostés: «Ven, Espíritu divino, manda tu luz...»).

 

q Proyecto y compromiso: «Proyectos muy ambiciosos...»

 

Operación Triunfo y Reino de Dios
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