Utopía ayer, hoy y ¿siempre? 91






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fecha de publicación21.09.2015
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LA PELÍCULA DE LA VIDA


La película de la vida

 

Este dibujo de Marisol Calés, aparecido ya hace años en las páginas de «El País» es suficientemente ambi­guo y a la vez simbólico como para poder trabar a partir de él en múltiples direcciones. Podemos aplicarlo a cada uno, al grupo o a otras realidades.
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1. Con el dibujo delante, centrarnos en él. ¿Qué sentimientos nos provoca? ¿Qué nos recuerda?

2. Interpretar: ¿Qué pasa ahí?

3. Aplicar a cada uno: ¿Qué nos recuerda de nosotros mismos?

4. Aplicar a la realidad: ¿Qué nos sugiere de la realidad? ¿A qué lo comparamos?

  1. 1.       Centrarnos después en cada uno de los elementos que aparecen (el personaje, las tijeras, la película) te­niendo en cuenta a la vez lo que haya salido a raíz de las cuestiones anteriores. Señalamos otras pautas es­pecíficas.

Centrarse en el personaje


1. ¿Qué le pasa a ese personaje? ¿Qué le ha pasado antes? ¿Cómo está y por qué?

2. ¿Qué piensa o dice?

3. Por la actitud que demuestra, ¿a quién se parece?

4. ¿Es chico o chica? ¿A quién o a qué le puedo comparar? 5. ¿En qué se parece a mí? ¿En qué no se parece?

Mirar la película

1. La película parece que está en negro, pero probablemente tenga fotogramas: ¿Qué pasó? ¿Está impresio­nada o no?

2. Sin embargo no se ve nada en ella a simple vista. ¿Qué necesitamos para ver lo que hay en ella? 3. Aplicarlo a cada uno: ¿qué se necesita para ver lo que hay dentro de mí?

4. Aplicarlo a una realidad elegida: ¿Qué se necesita para poder verla bien, detalle a detalle y en su conjun­to?

5. No se ve el principio ni el final de la película. ¿Qué puede significar? ¿Qué es lo que falta?

Manejar las tijeras

1. ¿Ahí están esas poderosas tijeras. ¿Qué pueden significar?

2. No se ve a nadie que las maneje, pero ¿quién las maneja? ¿Es fácil hacerlo?

3. Las tijeras están en acción. ¿Quién decide qué cortar?

4. ¿Cómo manejamos las tijeras de nuestro propia memoria?

5. ¿Cómo y quién maneja las tijeras para cortar la realidad (censurarla, excluir datos, poner al margen...)?

Trabajar con el conjunto

Lo importante, y después de todo lo anterior, es aplicarlo a alguna realidad teniendo encuentra los tres ele­mentos y en conjunto. Las siguientes pautas las referimos a nosotros mismos pero se pueden aplicar a otras realidades (vida de la persona, política, consumo, la sociedad en general, la religión...).

1. Recordar la propia vida como si fuera una película. Escribir los puntos esenciales de un posible guión.

2. ¿De qué parte de la propia vida me arrepiento o la veo bastante inútil y por lo tanto me gustaría cortar? ¿Cómo lo puedo hacer todavía ahora?

3. Ojo: cortar no es malo. Significa seleccionar para que el resultado final tenga sentido. ¿Qué selecciono yo de mi vida?

4. Reescribir esa película como a cada uno le hubiera gustado que fuera en realidad. ¿Que podemos hacer todavía para que así sea?

5. Preparar el guión de la película futura: ¿cómo me veo en los próximos (5, 10, 20, 40 ...) años?

6. ¿Quién ha filmado mi película? ¿Qué personas me han ayudado a darle sentido?

7. Esa película forma como un pozo en el que cada uno está. ¿Le aprisiona? ¿Le protege?

8. ¿Cuál es su origen y su final?

9. ¿Qué podemos hacer para que la realidad sea distinta? ¿Cómo manejar a voluntad esas tijeras? 10. Elaborar una oración personal o preparar una celebración a partir de lo que haya salido.

 

HERMINIO OTERO



 

 

 

 ¡ALEGRAOS, HACED FIESTA!

 

Habían pasado miles y miles de años

desde que, al principio,

Dios creó el cielo y la tierra.

Miles y miles de años,

desde el momento en que Dios quiso

que apareciera en la tierra el hombre,

hecho a su imagen y semejanza

para que dominara las maravillas del mundo,

y, al contemplar la grandeza de la creación,

alabara en todo momento al Creador.

Miles y miles de años, en los cuales

los pensamientos del hombre, inclinados al mal

llenaron el mundo de pecado hasta el punto

que Dios decidió purificarlo con el diluvio.

Hacía unos dos mil años que Abraham,

el padre de nuestra fe, obediente a la voz de Dios,

se dirigió hacia una tierra desconocida

para dar origen al pueblo elegido.

Hacía unos dos mil doscientos cincuenta que

Moisés

hizo pasar a pie el Mar Rojo a los hijos de

Abraham,

para que, liberados de la esclavitud del Faraón,

fueran imagen de la familia de los bautizados.

Hacía mil años que David, un sencillo pastor,

que guardaba los rebaños de su padre,

Jesé, fue ungido por el profeta Samuel,

como gran rey de Israel.

Hacía unos setecientos años que Israel,

reincidente en las infidelidades de sus padres,

y por desoír a los mensajeros de Dios,

fue deportado por los caldeos a Babilonia.

Fue entonces, en los sufrimientos del destierro,

cuando aprendió a esperar un salvador,

que lo librara de su esclavitud,

y a desear al Mesías anunciado por los profetas,

que había de instaurar la paz y la justicia.

 
Finalmente, durante la Olimpiada 94 de Grecia,

el año 752 de la fundación de Roma,

el año 14 del reinado del emperador Augusto,

cuando en el mundo reinaba una paz universal,

hace 2000 años, en Belén de Judá,

ocupado entonces por los romanos,

en un pesebre, por no haber sitio en la posada,

de María Virgen, esposa de José,

de la casa y familia de David,

nació Jesús, Dios eterno,

Hijo del eterno Padre y hombre verdadero,

llamado Mesías y Cristo,

el Salvador que los hombres esperaban.

 

Él es la Palabra que ilumina a todo hombre;

por Él fueron creadas al principio todas las cosas;

Él, que es el camino, la verdad y la vida,

ha acampado, pues, entre nosotros.

 

Nosotros, los que creemos en Él,

nos reunimos hoy en la Noche Santa,

o diciendo mejor, Dios nos reúne para celebrar,

con alegría, la solemnidad de la Navidad,

y proclamar nuestra fe en Cristo Salvador.

 

Hermanos:

Alegraos, haced fiesta y celebrad la mejor noticia

de toda la historia de la Humanidad.

 

PARA HACER

En la tradicional misa del gallo de Nochebuena no se hace memoria de una bella leyenda sino de un hecho histórico concretísimo, con nombres, fechas y lugares, del nacimiento del Hijo de Dios hecho carne en las entrañas de María. Aquí lo recuerda este texto con el que se puede trabajar de múltiples maneras.

1. Proclamarlo sin más, convirtiéndolo en himno y oración.

2. Centrarse en el contenido: repasar lo que es nuestra Historia de Salvación.

3. Sacar conclusiones: ¿Cuál es el sentido de la Navidad? ¿Cuál debería ser?
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