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n Pistas para la Reflexión
2. Discernimiento y CríticaLa misma palabra utopía es, unas veces, exaltada; otras, vilipendiada. Proponemos en este bloque de textos un esfuerzo de discernimiento y valoración de la razón utópica. Pero creemos que sólo puede realizarse desde la convicción de que la dimensión utópica es consustancial al ser humano. Porque, en definitiva, la utopía es el espacio y distancia entre el ser y el deber ser. q La utopía como «arma crítica»El resultado de leer una utopía es que ella pone en tela de juicio lo que existe actualmente; hace que el mundo real aparezca extraño. Generalmente nos sentimos tentados a declarar que no podemos vivir de manera diferente de como lo hacemos ahora. Pero la utopía introduce ciertas dudas que destruyen lo evidente... El orden que se ha dado por sentado se manifiesta repentinamente excéntrico y contingente. Hay aquí una experiencia de la contingencia del orden. Creo que éste es el principal valor de las utopías. En una época en que todas las cosas están bloqueadas por los sistemas que han fallado pero que no pueden ser vencidos —tal es mi apreciación pesimista de nuestra época— la utopía representa nuestro recurso. Podrá ser una evasión, pero es también el arma de la crítica. P. Ricoeur, Ideología y utopía, Gedisa, Barcelona, 316. q Atracción y peligroConsidero a lo que llamamos utopismo una teoría atrayente y hasta enormemente atrayente; pero también la considero peligrosa y perniciosa. Creo que es autofrustrante y que conduce a la violencia. K. Popper, Utopía y violencia, en: A. Neussüs, Utopía, Barral, Barcelona, 133. q Verdadero y falso utopismoHay un falso utopismo..., un utopismo consistente en creer que lo que el hombre desea, proyecta y se propone es, sin más, posible. Por nada siento mayor repugnancia y veo en él la causa máxima de cuantas desdichas acontecen ahora en el planeta... El mal utopista piensa que, puesto que es deseable, es posible, y de esto no hay más que un paso hasta creer que es fácil... El buen utopista se compromete consigo mismo a ser primero un inexorable realista. Sólo cuando está seguro de que ha visto bien, sin hacerse la menor ilusión y en su más agria desnudez, la realidad, se revuelve contra ella garboso y se esfuerza en reformarla en el sentido de lo imposible, que es lo único que tiene sentido. J. Ortega y Gasset, Obras completas, Alianza, Madrid 1983, 438-439. q Utopía y libertadLas utopías aparecen cada vez con mayores posibilidades de realización. Y todos nosotros nos encontramos actualmente delante de una cuestión ciertamente angustiosa: ¿cómo evitar su realización definitiva?... Las utopías son realizables. La vida transcurre a favor de las utopías. Y quizás ha llegado ya el siglo nuevo, el siglo donde los intelectuales y la clase selecta sueñen en encontrar una sociedad no utópica, menos perfecta pero mucho más libre. N. Berdiaeff, citado por A. Huxley en la primera página de Un mundo feliz. q Abrir posibilidades de futuroDonde no hay utopía anticipadora que abra posibilidades, nos encontramos ante un presente estancado, estéril; nos encontramos una situación en la que queda inhibida no sólo la realización individual, sino también la realización cultural de posibilidades humanas, que no pueden llegar a su cumplimiento... Para los hombres que no tienen utopía, el presente es inevitablemente constrictivo; y, análogamente, las culturas que no tienen utopía, permanecen prisioneras del presente y retroceden rápidamente al pasado, porque el presente sólo puede estar plenamente vivo en la tensión entre el pasado y el futuro. La fecundidad de la utopía consiste en esto: en su capacidad de abrir posibilidades. P. Tillich, Crítica y justificación de la utopía, en: F.E. Manuel, Utopía y pensamiento utópico, Espasa-Calpe, Madrid 1982, 353. q Mundo de la luz y mundo de la nocheDesde Alejandro, las más hermosas utopías están situadas en las islas del Mar del Sur, en una Ceilán de la Edad Dorada, en la India, el país de las maravillas. Leyendas de marineros prestan su ropaje a utopías de gran calibre, como, por ejemplo, a la de Tomás Moro. En este encuadre, y mucho antes de que los tiempos hubieran madurado para ello, nos sale al paso ya la dicha; desde hace más de dos mil años, la explotación del hombre por el hombre ha sido eliminada en las utopías. Las utopías sociales ponen en contraste el mundo de la luz con el mundo de la noche, dibujan un país luminoso, con el resplandor que le es propio, un país en el que el oprimido se rebela y en el que quien carece de todo se siente satisfecho. E. Bloch, El principio esperanza II, Aguilar, Madrid 1979, 36. |
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