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LA REVELACIÓN DE LOS TEMPLARIOS Lynn Picknett y Clive Prince Para aquellos a quienes más amamos, en el tiempo y más allá. ÍNDICE NOTAS 290 2. EN LOS MUNDOS SUBTERRÁNEOS 17 Nuestro estudio del «Leonardo desconocido» estaba destinado a convertirse en un trayecto largo e increíblemente complicado, más similar a una iniciación, digamos, que al simple camino desde A hasta B. Durante este recorrido entramos en muchos callejones sin salida, y nos metimos en mundos subterráneos habitados por gentes que además de ser aficionadas a juegos siniestros gustan de hacerse agentes de la desinformación y la confusión. Con frecuencia nos mirábamos y nos preguntábamos, aturdidos, cómo era posible que un simple estudio sobre la vida y la obra de Leonardo da Vinci nos hubiese arrastrado a un mundo cuya existencia ni siquiera creíamos posible fuera de las más recónditas películas del gran surrealista francés Jean Cocteau, como su Orphèe, con la descripción de un submundo accesible sólo gracias a la magia de los espejos, que era preciso atravesar. 17 3. TRAS LOS PASOS DE LA MAGDALENA 35 Es bella, al modo que también lo son las estatuas de las diosas griegas, no «guapa» a la manera moderna. De rasgos grandes, el cabello partido por una raya en medio, comunica una sensación de severa virtud, casi como si representara una institutriz. No recuerda en absoluto a la gozadora voluptuosa de las leyendas. Pero nos dicen que ésa es la cabeza de María Magdalena. 35 4. LA CUNA DE LA HEREJÍA 56 Las leyendas acerca de la Magdalena han viajado mucho más alla de la Provenza francesa, si bien los lugares asociados a su vida terrenal en Francia sólo se encuentran allí. Muchas anécdotas se refieren a ella en el Midi, más cerca de los Pirineos hacia el sudoeste y en la región de Ariège. Se dice que llevó a estas tierras el Santo Grial. Como cabía esperar, son también tierras de muchas Vírgenes negras, sobre todo en los Pirineos orientales. 56 5. CUSTODIOS DEL GRIAL 71 Según la «línea general» académica, las nociones ocultistas acerca de los templarios son absurdas: la mayoría de historiadores coinciden en que fueron los monjes-soldados que decían ser, y que cualquier hipótesis en cuanto a su intervención, en nada ni remotamente esotérico es resultado de una fantasía hiperactiva o de una investigación poco rigurosa. Al ser ésa la postura oficial, ningún historiador interesado en ese aspecto de la Orden se atreverá a confesarlo públicamente, porque se arriesgaría a perder el prestigio académico (y vería sustancialmente recortado el presupuesto de su departamento). Así que prefieren evitar tal género de investigaciones, o si las realizan no las dan a conocer. (Algunos historiadores muy prestigiosos confiesan en privado que la relación entre los templarios y el esoterismo es importante, pero jamás lo dirían en público.) 71 6. EL LEGADO TEMPLARIO 88 88 Para la mayoría de los historiadores, con los violentos acontecimientos de comienzos del siglo XIV cayó para los templarios el telón del último acto. Consecuentes con ello, no se molestan en buscar indicios de una posible continuación de su existencia. En cambio la tradición ocultista siempre ha hablado de unos descendientes espirituales de aquellos caballeros templarios y dice que siguen viviendo entre nosotros, e incluso hay asociaciones actuales que se pretenden sus herederas. Es más, como ha demostrado de manera persuasiva la abundancia de estudios recientes, no sólo sobrevivió la Orden sino que ejerció una influencia enorme sobre la cultura occidental. 88 7. LA SEXUALIDAD, SACRAMENTO ESENCIAL 109 Los antiguos textos alquímicos abundan en imágenes confusas y complicadas, lo cual es intencionado, puesto que se pretendía disuadir a los no iniciados y que no descubrieran sus secretos. Sabemos que en el plano más profundo, la alquimia trataba de la transformación personal, espiritual y sexual, y los secretos en cuestión versaban sobre las técnicas que permitiesen alcanzar esa «Gran Obra». Recordemos que el psicólogo C. G. Jung, al reconocer las profundas preocupaciones de orden no material, y sexual, de la alquimia, la llamó «precursora del psicoanálisis». 109 8. «¡QUE TERRIBLE ES ESTE LUGAR!» 134 Rennes-le-Château es un lugar común del ocultismo, hoy casi del mismo género que el mismo Grial y no menos inaccesible. Pero también es un lugar real, y para allá fuimos en el decurso de nuestras pesquisas. Podríamos compararlo con lo que significa Glastonbury en Gran Bretaña, ya que ambos tienen un corazón lleno de profundos misterios y han originado teorías y mitos alucinantes, pero muy extendidos. 134 9. UN TESORO CURIOSO 150 Los escépticos dicen que no hay tal misterio de Rennes-le-Château. Para ellos, Saunière hizo fortuna vendiendo misas, sencillamente, o tal vez con otros negocios turbios, y el cuento del tesoro fue una cínica invención para señuelo de turistas. En cuanto a la importancia que conceden al mito y su leyenda los Dossiers secrets, no es más que el afán del Priorato por darse un aire de misterio a sí mismo. Y que la historia tal como la conocemos hoy se retrotrae a 1956, a lo sumo, cuando Noël Corbu grabó un relato para entretener a los clientes de Villa Bethania, convertida por él en un hotel-restaurante. 150 10. ZAHORÍES DE LA CORRIENTE OCULTA 164 En este punto de nuestra investigación nos hallábamos frente a un nuevo señalamiento de la importancia de María Magdalena para cierta trama herética clandestina. Que era por donde habíamos empezado, tras descubrir el astuto y subliminal simbolismo de la «mujer M» en la Última Cena de Leonardo. En los años transcurridos desde que por primera vez sentimos la atracción del equívoco mundo de la herejía europea, sin embargo, habíamos hecho mucho camino, tanto en el sentido literal como en el figurado. Tocaba hacer inventario: ¿qué habíamos descubierto? 164 12. LA MUJER A QUIEN JESÚS BESABA 183 De trascendencia obviamente enorme, pero no aclarada, fue la mujer que se llamó María Magdalena para los antiguos movimientos «heréticos» clandestinos de Europa. Sus lazos con la veneración de las Vírgenes negras, con los trovadores medievales y las catedrales góticas, con los misterios que rodean al abbé Saunière de Rennes-le-Château y el Priorato de Sión, implican algo en ella que pareció siempre muy peligroso para la Iglesia. 183 13. HIJO DE LA DIOSA 197 Como hemos visto, la crítica histórica moderna ha ofrecido en cuanto a los orígenes del cristianismo un gran número de nuevos descubrimientos que deberían incitar a pensar. Y sin embargo, aumenta cada vez más el abismo entre lo que saben de la religión los eruditos bíblicos y el grado general de información entre cristianos. Burton L. Mack, profesor de estudios neotestamentarios en la Facultad de Teología de Claremont, California, lamentaba recientemente «la espantosa carencia de conocimientos básicos sobre la formación del Nuevo Testamento entre los cristianos corrientes». 197 14. JUAN EL CRISTO 228 Mientras estudiábamos la vida de Leonardo da Vinci para averiguar si había sido el falsificador del Sudario de Turín, nos sorprendió la frecuente aparición de Juan el Bautista en aquélla. Fuese coincidencia o no, el Maestro estuvo en relación con infinidad de lugares consagrados a dicho santo, además de ser gran admirador suyo. El principal de todos ellos, su amada ciudad de Florencia, en cuyo corazón se alza un extraordinario baptisterio. En 1995 lo visitamos con un equipo de rodaje de la BBC que realizaba un documental sobre el Sudario para la televisión; la mágica sigla funcionó como una especie de «ábrete sésamo», y nos permitieron entrar fuera de los horarios de visita del público. El baptisterio es una obra arquitectónica extraña, de planta octogonal, que data de los tiempos de la primera cruzada y es muy posible que su construcción se debiese a los templarios, quienes además de sus características iglesias de planta circular también promovieron la forma octogonal, de acuerdo con lo que creían había sido la planta del Templo de Salomón en Jerusalén. Sobre todo deseábamos ver la única escultura conservada de Leonardo (aunque hecha a medias con Giovanni Francesco Rustici), puesta al exterior de esa singular edificación de ocho lados. Es una estatua de Juan el Bautista, naturalmente. Y como en todas las imágenes de Juan realizadas por Leonardo, lo vemos con el dedo índice derecho levantado. 228 15. SEGUIDORES DEL REY DE LUZ 244 En el siglo XVII, unos misioneros jesuitas que regresaban de la parte meridional de las cuencas del Éufrates y del Tigris, en lo que hoy es Iraq, dijeron haber conocido un pueblo al que llamaron de «los cristianos de san Juan». Aunque vivían en el mundo musulmán y completamente rodeados de mahometanos, seguían fieles a una forma de cristianismo en la que tenía preeminencia Juan el Bautista. Sus ritos religiosos se centraban en un bautismo que no era una ceremonia de una vez por todas, de iniciación e ingreso de un nuevo fiel en la congregación, sino que figuraba de modo destacado en todos sus sacramentos y rituales. 244 16. LA GRAN HEREJIA 254 No se nos oculta que mucho de lo expuesto en los capítulos precedentes puede escandalizar a numerosos lectores, en especial los que no hayan seguido la evolución reciente de los estudios bíblicos. Afirmar que el Nuevo Testamento confunde la situación adrede cuando representa al Bautista como servidor de Jesús, y que el sucesor oficial de Juan fue un gnóstico y practicante de la magia sexual como Simón, choca con el relato «tradicional» a tal punto, que parece completamente inventado. Pero ya hemos visto que muchos y destacados estudiosos del Nuevo Testamento han llegado a esas conclusiones con independencia los unos de los otros; aquí nos hemos limitado a recopilarlos y comentarlos. 254 17. VINIERON DE EGIPTO 266 Dos mil años después de que Jesús, Juan y María vivieran sus vidas extrañamente significativas en una remota provincia del Imperio romano, millones de personas siguen creyendo en la crónica de los Evangelios. Para ellas, Jesús era Hijo de Dios y de una virgen, y sucedió que encarnó como judío; Juan el Bautista fue su precursor e inferior espiritual, y María Magdalena una mujer de dudosa reputación a quien Jesús sanó y convirtió. 266 INTRODUCCIÓN Leonardo da Vinci puso en marcha la búsqueda que ha llevado a este libro. Nuestro estudio sobre el papel del fascinante y misterioso genio del Renacimiento en la falsificación del Sudario de Turín desembocó en una investigación mucho más amplia y más comprometida sobre las «herejías» que habían impulsado sus ambiciones en secreto. Fue preciso averiguar en qué participó, lo que supo y creyó, y por qué recurrió a ciertos códigos y símbolos en la obra que dejó a la posteridad. A Leonardo hemos de agradecer, por consiguiente (aunque sea un agradecimiento algo dolido), los descubrimientos que se condensan en este libro. Al principio nos pareció raro el vernos sumergidos en el mundo complicado, y en muchas ocasiones algo tenebroso, de las sociedades secretas y las creencias heterodoxas. Por mucho que Leonardo, según es creencia común, hubiera sido un ateo y un racionalista: pero nosotros descubrimos que nada más lejos de la verdad. En cualquier caso, al poco dejamos atrás este personaje para hallarnos a solas frente a algunas implicaciones profundamente inquietantes. Lo que había empezado como una modesta averiguación sobre algunos cultos interesantes, pero que en modo alguno harían tambalearse el mundo, se convirtió en una investigación sobre las propias raíces y creencias originarias del mismo Cristianismo. En esencia ha sido un recorrido a través del tiempo y del espacio: primero, de Leonardo a la época actual; luego, retorno al Renacimiento y más atrás todavía, pasando por la Edad Media y hasta la Palestina del s. I, el escenario donde se sitúan las palabras y las acciones de nuestros tres protagonistas principales, Juan el Bautista, María Magdalena y Jesús. De paso hemos tenido que detenernos muchas veces para examinar numerosos grupos y organizaciones secretas con una mirada del todo nueva y objetiva: los francmasones, los caballeros templarios, los cátaros, el priorato de Sión, los esenios y el culto de Isis y Osiris. Estos temas naturalmente se han discutido en otros muchos libros recientes, en especial The Holy Blood and the Holy Grail, de Michael Baigent, Richard Leigh y Henry Lincoln, que desde el principio ha sido de particular inspiración para nosotros, The Sign and the Seal, de Graham Hancock, The Temple and the Lodge, de Baigent y Leigh, y el último, The Hiram Key, de Christopher Knight y Robert Lomas. Quedamos en deuda con todos estos autores por la luz que han arrojado sobre nuestro común terreno de investigación, pero creemos que todos ellos fracasaron en la empresa de hallar la clave esencial que va al corazón de estos misterios. Lo cual no debe extrañar a nadie. Toda nuestra cultura se basa en ciertas premisas acerca del pasado, y más especialmente del cristianismo y el carácter y motivos de su fundador. Pero si esas premisas son erróneas, entonces las conclusiones que basamos en ellas andan lejos de la verdad o por lo menos ofrecen una imagen deformada de los hechos. Cuando nos vimos por primera vez ante las inquietantes conclusiones que establecemos en este libro nos pareció que estábamos equivocados. Pero luego llegó el momento en que se imponía tomar una decisión: o continuábamos con nuestra investigación y publicábamos nuestras conclusiones, o tendríamos que olvidamos de que habíamos realizado unos descubrimientos cruciales. Optamos por seguir: al fin y al cabo, este libro prolonga de una manera natural la relación de los que hemos citado anteriormente, como si hubiese madurado su tiempo. Al reseguir las creencias propugnadas por miles de «heréticos» de diferentes siglos, hemos descubierto un panorama de notable continuidad. En las tradiciones de muchos grupos muy diferentes en apariencia subyacen siempre los mismos o muy parecidos secretos. Al principio nos pareció que esas sociedades se habían mantenido secretas por mero atavismo, o tal vez por afectación, pero luego comprendimos que la prudencia aconsejaba mantener aquellos conocimientos bien lejos de las autoridades, y sobre todo lejos de la jerarquía eclesiástica. La cuestión principal no estriba en saber lo que creyeron, sin embargo, sino si esas creencias tenían una base sustancial. Porque, si la hubo y la clandestinidad herética guardó efectivamente la clave que falta en relación con la cristiandad, entonces sí que estamos ante una perspectiva verdaderamente revolucionaria. En este libro describimos nuestro viaje de ocho años por tierras mayormente incógnitas, pues si bien hemos contado con la guía de los mapas trazados por otros expedicionarios anteriores, ellos se detuvieron antes de llegar adonde nosotros teníamos que llegar. 22 de julio de 1996 PRIMERA PARTE LAS SENDAS DE LA HEREJÍA 1. EL CÓDIGO SECRETO DE LEONARDO DA VINCI Es una de las obras de arte más famosas del mundo, y de las que más han tenido que soportar. El fresco de Leonardo La Última Cena es todo cuanto queda de la iglesia de Santa Maria delle Grazie, cerca de Milán, pues la pared en donde está pintado fue la única que permaneció en pie al ser bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque otros muchos artistas admirados como Ghirlandaio y Nicolas Poussin, e incluso un pintor tan extravagante como Salvador Dalí, han dado sus propias versiones de tan significativa escena bíblica, es la de Leonardo la que, por algún motivo, ha cautivado más las imaginaciones. La encontramos reproducida en múltiples versiones que abarcan ambos extremos del espectro de los gustos, desde lo sublime hasta lo ridículo. Algunas imágenes son tan familiares que nunca se miran bien, y aunque se ofrezcan a la mirada del espectador abiertas a un escrutinio más detenido, en el plano más profundo y lleno de sentido siguen siendo libros completamente cerrados. Así ocurre con La Última Cena de Leonardo... y aunque parezca mentira, con casi todas las demás obras suyas que han llegado hasta nosotros. |
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