Taller de escritura creativa y recital [La Vida es Sueño] 8/06/15






descargar 58.32 Kb.
títuloTaller de escritura creativa y recital [La Vida es Sueño] 8/06/15
fecha de publicación02.07.2015
tamaño58.32 Kb.
tipoTaller
l.exam-10.com > Historia > Taller
Taller de escritura creativa y recital [La Vida es Sueño] 8/06/15

LA NOVELA NEGRA

La novela negra es, tal como la definió Raymond Chandler en su ensayo El simple arte de matar (1950): "la novela del mundo profesional del crimen". Debe su nombre a que originalmente fue publicada en la revista Black Mask de Estados Unidos y en la colección Série Noire de la editorial francesa Gallimard, pero también al carácter oscuro de los ambientes en que transcurre, lejos de las casas señoriales que ambientaban las novelas policíacas típicas de la época. 

Las primera novelas negras se ambientaban en Estados Unides al inicio del siglo XX, cuando la crisis económica desatada tras la Primera Guerra Mundial (1914 - 1918) y la Gran Depresión de 1929 dio lugar a este tipo de historias inspiradas por la entrada en vigor de la Ley Seca (1920 - 1933) y el subsiguiente desarrollo del crimen organizado y el movimiento Gangster. 


Características:

· La resolución del misterio no es el objetivo principal, sino la motivación moral implícita. Importa una descripción naturalista y a veces impresionista de la sociedad donde, tras los criminales, hay una reflexión sobre el deterioro ético de la sociedad. 


·    La motivación o móvil de los crímenes es siempre alguna debilidad humana: rabia, ansia de poder, envidia, odio, codicia, lujuria, etc.


·         Los argumentos son habitualmente muy violentos, con un desarrollo rápido y movido de la acción.


·         Atmósfera asfixiante de miedo, violencia, injusticia, inseguridad, corrupción del poder político, etc. Preocupación social.


·     Ambientes marginales tales como suburbios, por lo que aparece en los diálogos un lenguaje crudo, a menudo el slang callejero.


·       Sus protagonistas son anti-héroes; individuos derrotados y decadentes en busca de la verdad o algún atisbo de ella. Por lo que el detective o policía se muestra muchas veces como un personaje fracasado y cínico que termina salvándose apenas por los pelos al final merced a un rudimentario sentido del honor personal. Este tipo de personajes recuerdan a los que aparecen en el contemporáneo Realismo sucio.


·         La división de los personajes entre buenos y malos se difumina.


Tipos de novela negra: 

  • Novela de acción con el detective como protagonista.

  • Novela desde el punto de vista del criminal.

  • Novela desde el punto de vista de la víctima.

  • Novela desde el punto de vista del juez dictador.

 

Diferencias entre novela negra y policíaca

En la novela policíaca (llamada también policial o detectivesca) el principal objetivo es la resolución de un caso: el descubrimiento de cómo se llevó a cabo el crimen y quién o quiénes son los culpables. Por tanto, se trata de una narración cerrada.
En la novela negra, en cambio, es habitual encontrar finales abiertos, inconclusos, donde el caso queda sin resolver o se resuelve de manera vaga e imprecisa, dando a pie al lector a una libre interpretación de los hechos.


El protagonista de la novela policíaca es el claro arquetipo heroico: un personaje plano, bondadoso, metódico, lógico y encauzado a la resolución del caso. En la novela negra el protagonista nos abre las puertas a su particular universo oscuro a través de sus contradicciones, mezquindad, dudas, inseguridades y miedos. En él se proyectan traumas, debilidades, manías, frustraciones y bajos instintos que hacen que la línea entre los supuestos "bien" (detective o policía) y "mal" (criminal) se difumine y hasta se distorsione o cambie sus roles. 

La novela negra tiene muy en cuenta al criminal y a la sociedad que lo envuelve; investiga las raíces socioculturales de la delincuencia. Por lo que, muchas veces, el crimen en sí mismo y su resolución quedan en segundo término, sirviendo como excusa para plantear reflexiones morales, reivindicaciones o denuncias contra la sociedad en la que transcurre la historia.

RECOMENDACIONES PARA ESCRIBIR UNA NOVELA NEGRA


Cómo se escribe una novela negra
(¿Se puede freír un huevo sin romperlo?)


Por Mariano Sánchez Soler

Aunque, como autor, he reflexionado poco sobre el acto creativo y sobre la técnica narrativa que utilizo al escribir mis novelas, me veo en la obligación, debido a las intensas pesquisas realizadas desde la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, de mostrar la flor de mi secreto: cómo se escribe una novela negra. Bien, la suerte está echada. Como dijo Jack el Destripador: «Vayamos por partes».

1. La búsqueda de la verdad. Si el objetivo de cualquier aventura, de cualquier creación artística, es la búsqueda de la verdad (y si no, que se lo pregunten a Alonso Quijano), la novela negra es la expresión más nítida de esta indagación literaria. Su objeto narrativo nace de la necesidad de desvelar un hecho oculto/misterioso que nos mantiene sobre ascuas. A través de sus páginas, el autor se propone, además, desentrañar el impulso escondido que mueve a los personajes y que justifica la existencia del relato desde el principio al fin.

2. La intriga: del quién al cómo. Una novela negra debe escribirse con esa voluntad de intriga, de revelación; cada capítulo, cada página, tiene que conducir al lector hasta la conclusión final sin concederle el más mínimo respiro. Sin embargo, a diferencia de la novela rompecabezas clásica (Christie, Conan Doyle...), que cimentó la gloria de la novela policíaca desde los inicios de la era industrial, en la novela negra escrita a partir de Hammett, con la corriente hard-boiled (duro y en ebullición), tanto o más importante que saber quién o quiénes cometieron un hecho criminal es descubrir cómo se llega hasta la conclusión. Ahí está Cosecha roja, del gran Dashiell, cualquiera de las novelas de Chandler o el Chester Himes de Un ciego con una pistola como ejemplos del cómo. También es importante el por qué, aunque su respuesta puede resultar secundaria en una sociedad como la nuestra, en la que, como todo el mundo sabe, es más rentable fundar un banco que atracarlo.

3. La acción esencial. Si en la definición clásica de Stendhal «una novela es un espejo a lo largo de un camino», la novela negra es una narración itinerante que describe ambientes y personajes variopintos mientras se persigue el fin, la investigación, la búsqueda. La acción manda sobre los monólogos interiores, y la prosa, cargada de verbos de movimiento, se hace imagen dinámica y emocionante. Es un camino urbano, ajeno a las miradas primarias y a las mentes bien-pensantes, donde la creación de personajes y la descripción de ambientes resulta fundamental y exige al autor una planificación previa a la escritura. Aquí radica uno de los rasgos esenciales de la novela negra, que la convierte, de este modo, en novela urbana, social y realista por antonomasia.

4. El argumento. Veamos: aventura indagatoria, intriga, realismo, crítica social, espejo en movimiento... Sin embargo, como diría Oscar Wilde, para escribir una novela (negra) sólo se precisan dos condiciones: tener una historia (criminal) que contar y contarla bien. ¿Y qué debemos hacer para conseguirlo? Antes de empezar a escribir, es preciso tener un argumento desarrollado, una trama en ciernes, un esquema básico de la acción por la que vamos a transitar. Saber qué historia queremos contar: su tema central. Después, al correr de las páginas, los acontecimiento marcarán sus propios caminos, a veces imprevisibles, pero el autor siempre sabrá hacia dónde dirige su relato. Un buen mapa ayuda a no perderse.

5. Lo accesorio no existe. La voluntad de contar una historia y atrapar con ella al lector permite pocas florituras y ningún titubeo. Toda la narración ha de estar en función de la historia que pretendemos escribir. Si leemos 1280 almas, de Jim Thompson, por ejemplo, descubrimos que el novelista escribió una historia exacta, ajustada, sin ningún pasaje prescindible. No en vano, es una obra maestra de la narrativa moderna. Es cierto: una novela criminal puede contener todo tipo de elementos disgregadores de la trama, divagaciones caprichosas, puede cambiar de espejo a lo largo del camino; pero entonces no nos encontraremos ante una novela negra, aunque se mueva alrededor de la resolución de un crimen o se describa un proceso judicial. En la novela negra, como en la poesía, lo accesorio no existe. Un poema puede ser bellísimo, pero si quiere llamarse soneto tendrá que escribirse, como mínimo, en endecasílabos. Es una regla fundamental del juego. Lo mismo ocurre con la novela negra: hay que elaborarla en función de unas reglas (que aquí estoy disparando a quemarropa) aceptadas a priori por el autor. Y para que sea buena literatura, hay que escribirla bien.

6. La construcción de los personajes. Cuestión clave: antes de comenzar a escribir, conviene saberlo todo sobre ellos. Su pasado, su psicología, su visión del mundo y de la vida... Si conocemos a los personajes principales (y muy especialmente al narrador o conductor de la historia, si es uno), el relato discurrirá fácilmente, se deslizará a través de las páginas como el jabón sobre una superficie de mármol y el lector no podrá abandonar el libro hasta el párrafo final. Para ello se aconseja realizar una biografía resumida de los personajes principales, como si se tratara de una ficha policial o un currículum para obtener trabajos basura, dos instrumentos de la vida real muy útiles en la creación literaria.

7. La fuerza de los diálogos. Cuando hablan, los personajes deben utilizar la jerga precisa, sin abusar, con palabras claves, pero sin caer en un lenguaje incomprensible y cambiante. Vale la pena utilizar de manera comedida palabras profesionales. Por ejemplo, si habla un policía, cuando vigila a un sospechoso está marcándole; un confidente es un confite; cuando matan a alguien, le dan matarile... Cada diálogo cuenta una historia, y muchos personajes que desfilan por la novela negra se muestran a sí mismos a través de sus palabras. El diálogo es un vehículo para mostrar su psicología y sus fantasmas. Un ejemplo clásico: Marlowe, en El sueño eterno, se disculpa ante la secretaria de Brody, a la que ha golpeado:

-¿Le he hecho daño en la cabeza? -pregunta el detective.

-Usted y todos los hombres con los que me he tropezado -contesta la mujer.

8. Documentarse para ser verosímil. Para que el lector se crea el relato que se está contando, el autor debe documentarse con el objetivo de no caer en mimetismos fáciles (especialmente cinematográficos). Por ejemplo, en España los jueces no usan el mazo, como los anglosajones, sino una campanita; los detectives españoles no investigan casos de homicidio ni llevan pistola (salvo rarísimas excepciones). Hay que conocer las cuestiones de procedimiento, no para convertir la novela en un manual, sino para no caer en errores de bulto. La verosimilitud lo exige para que el lector se crea nuestra historia. Hay que saber de qué se está hablando. Por ejemplo, de qué marca y calibre es la pistola reglamentaria de la policía española, ¿una pistola es lo mismo que un revólver?, cómo se realiza en España un levantamiento de cadáver..., y tantas otras dudas que surgen a lo largo de la acción.

9. El mundo del crimen. Si la trama que mueve una novela negra ha de ser creíble, los métodos del crimen también. La conclusión de un hecho criminal ha de llegar por los caminos de la razón. En el siglo XXI, los enigmas rocambolescos, los venenos exóticos y las conspiraciones insólitas han sido reemplazados por la corrupción institucional, las mafias, los delitos económicos vestidos de ingeniería financiera o el crimen de Estado. Vivimos en una era post-industrial donde la novela negra es un testigo descarnado de las cloacas que mueven el mundo, más allá del agente moralizador de la burguesía que campaba en las páginas de las novelas-enigma tradicionales. Los tiempos han cambiado y no hay retorno posible. El realismo y la denuncia imponen su rostro literario. Los mejores personajes de la novela negra actual son malas personas, pero, como diría Orwell, algunas son más malas que otras.

Y 10. Advertencia final: nada de trucos. Poe, en "El doble crimen de la calle Morge", inauguró el género policíaco y el género negro posterior al crack de 1929, porque, al escribir esta historia, planteó al lector el juego de descubrir una verdad, en apariencia sobrenatural, con las armas de la razón, a través de una investigación detectivesca. Esa voluntad del novelista, esta complicidad con el lector, exige al escritor no hacer trampas en la construcción de sus historias criminales y plantea, al mismo tiempo, una relación privilegiada con el receptor de sus novelas. Divertir, entretener, emocionar, escribir para ser leído... ¿No es este el objetivo de la Literatura? Hay que jugar limpio con el lector. ¡Las manos quietas o disparo! Para freír un huevo, es preciso romper la cáscara. Siempre.

CÓMO ESCRIBIR UNA NOVELA NEGRA EN 8 SENCILLOS PASOS

Las novelas policíacas y los thrillers cuentan con más del 30 por ciento del total del mercado de libros. Lo cual hace al crimen el delito favorito de la nación (Reino Unido). Esto significa que la competencia para ingresar a la lista de Best-sellers es feroz. El listado siguiente, basado en la experiencia de destacados profesionales, proporciona una guía esencial que mejorará sus oportunidades de pasar a impresión.

1. “Tenga algo que quiera decir…” dice Ian Rankin, el creador de John Rebus. “Puede ser un argumento ingenioso, o un asunto polémico. Debe tener una necesidad imperiosa de interactuar con los lectores. De lo contrario ¿por qué escribir?. Su nueva novela The Complaints, recién publicada, es un ejemplo de eso. En ella, utiliza una compleja conspiración, en la que retrata la crisis post-crédito de Edimburgo (?) , al tiempo que muestra el qué es ser bueno.

2. “Creo que una novela policíaca (como cualquier historia) tiene éxito o no dependiendo del personaje…” dice Michael Connelly, el creador del detective Harry Bosch “Crear y mantener un personaje con el que el lector sienta empatía, es la bola más importante con la que se debe hacer malabares cuando se escribe. También, es la tarea más difícil. El protagonista es el conductor del carro. El lector tiene que querer entrar a ese carro, confiar en ese conductor, sin saber siquiera a dónde se dirige. La última novela de Connelly es Nine Dragons, publicada en octubre de 2009.

3. Una trama enrevesada no es esencial . “Cada vez estoy más convencido de que el suspenso genuino no se crea con sorpresas y giros inesperados, sino con personajes por lo que se preocupe el lector” dice Mark Billingham, creador del detective inspector Thorne. “Un buen escritor de novela negra necesita un par de trucos, por supuesto, pero el personaje lo es todo”.

4. “Compromete al lector desde el principio, sorpréndelo al final…” dice Kathy Reichs, creadora de la antropóloga forense, Temperance Brennan, cuyo 12vo caso, acaba de ser publicado. “Siempre mantengo en mente el comentario de Mickey Spillane de que la gente no lee libros sólo para llegar a la mitad, sino para llegar hasta el final” dice Jeffrey Daver, cuya última novela Roadsides crosses, fue publicada el mes pasado.

5. Trabajo duro. No hay sustituto para el talento, pero cuanto más se cultiva más se desarrolla. Anthony Burgess decía que los libros están escritos con “quemaduras en la silla y plumas sobre el papel” No es necesario pasar años investigando las últimas técnicas forenses o el período histórico en particular que se ha elegido, ni tampoco tener la última tecnología en computadores portátiles. Hasta el momento Colin Dexter no ha tenido ni usado una computadora. “Solía escribir en las noches, luego de escuchar The Archers y antes de ir por una cerveza”. Si escribes una página por noche son 365 páginas o un libro y medio al año. “El resultado fue The Last Bus to Woodstock, la primera novela protagonizada por el inspector Morse”

6. Habilidades supremas de organización. Una novela policíaca es como un castillo de naipes: haz una alteración en el último momento, mueve una cosa, y todo el edificio puede venirse abajo. PD James cuyo Talking About Detective Fiction se ha publicado recientemente, ha llegado a la siguiente conclusión “La novela policíaca, debe tener un argumento convincente y creíble, personajes que sean más que estereotipos, buena escritura y la integración creativa de ambiente, narrativa, caracterización y tema. Para ponerlo simple, una buena historia de detectives debe ser una buena novela”.

7. Previsión. Lee Child, creador del popular y mítico vagabundo Jack Reacher, dice: “No dé a sus lectores lo que los divertía el año pasado, déles lo que disfrutarán el próximo año”. Gone Tomorrow, publicada a principio de año, exploró el terrorífico fenómeno de los terroristas suicidas (Suicide Bombers) en New York.

8. Suerte. Incluso si sigues todas las sugerencias de esta lista, no hay garantía alguna de que te verás en la lista de los best-sellers. Sin embargo, si las ignoras, no tienes ninguna oportunidad. La Internet ha hecho de la auto publicación un juego de niños, pero el talento genuino necesita un editor. ¿por qué publicar tu trabajo en Internet –perderse en el montón de cyber-nieve-derretida– en lugar de intentar enviarlo a una agencia literaria establecida?  Cualquier agente respetable, sólo por su 15%, te hará saber si es bueno. Los editores rara vez aceptan manuscritos no solicitados, una agente puede ser la llave maestra para cruzar esa puerta. Dicho esto, algunas veces los consejos también se pueden ignorar.

UN DECÁLOGO TENTATIVO SOBRE NOVELA NEGRA

Primero, debe haber un protagonista fuera de lo corriente, distinto del común de los mortales. Por lo general, se trata de un detective. El detective es una figura esencial del género. Incluso los maestros de la novela negra, con Hammett a la cabeza, Ross Macdonald y Chandler incluidos, no prescindieron de él. Al revés, crearon personajes que son referentes obligados: Sam Spade y el Agente de la Continental (Hammett), y Philip Marlowe (Chandler). Sin olvidar por cierto a sus abuelos y retoños, Sherlock Holmes, el padre Brown, Hércules Poirot, el comisario Maigret; y más recientemente el sueco Wallander, Warshawski la mujer policía de Chicago o el comisario siciliano Montalbano. Hay una categoría de lectores que sigue a un detective, se identifica con él y pide más libros con su figura o su forma de actuar, a veces moldeadas por el cine.

Segundo, debe haber un tema interesante alrededor del crimen que justifique la narrativa. El hampa, los celos, el crimen organizado, el asesinato en serie, por un lado; o los salones corruptos, las empresas inescrupulosas, las iglesias inflamadas de lujuria, el submundo del arte, por otro, han dado magníficos argumentos al género. En algunos grandes autores, como James M. Cain, David Goodis, Margaret Millar o Cornell Woolrich, ni siquiera hay la presencia de un detective. Son la excepción al punto anterior, sin duda, con resultados no menos extraordinarios. En ellos la capacidad narrativa, el poder envolvente de la prosa, la creación de ambientes mórbidos y personajes insólitos, el rescate del argot criminal, son lo que sostiene las historias.

Tercero, debe haber un malo tan malo como bueno es el detective. Así lo pone Frank Gruber. Reconozco que hoy eso se calificaría de maniqueísmo. Como sea, es necesario que la narración sea capaz de equilibrar al personaje principal, digamos el detective por simplificar, con el asesino o el delincuente. Ambos en cada extremo deben ser capaces de representar arquetípicamente la lucha entre el Bien y el Mal, paradigmática en el género; aunque puede haber aquí abundantes entrecruzamientos y matices, los cuales dan origen a opciones narrativas que constituyen la base de la trama. Recordemos la serie del esteta asesino Ripley, creada por Patricia Highsmith.

Cuarto, no puede dejar de haber al menos un personaje femenino de la mayor relevancia. Una mujer atractiva, fascinante, bella, peligrosa o frágil, bondadosa o malvada; como sea, este personaje es fundamental. Estamos hablando por cierto de la mayoría de las expresiones del género policial y negro, de los libros escritos por hombres o mujeres heterosexuales. Puede haber variantes, un punto de vista feminista u homosexual, por supuesto; y en ese caso se producirán las inversiones correspondientes. El ingrediente erótico corre por cuenta de este componente del género, qué duda cabe. En este aspecto, maestros insuperados fueron Dashiell Hammett y William Irish.


Quinto, un ambiente exótico o inhabitual, a menudo desconocido para el lector mayoritario, ayuda mucho a crear atmósfera en la historia. Esa es la palabra: atmósfera. Los que conocen tal ambiente descrito, también lo pueden apreciar. Agatha Christie fue hábil en ambientar sus historias en trenes o aviones, ciudades orientales o poblados rurales. Hammett en San Francisco, Chandler en Los Ángeles, Vázquez Montalbán en diversos lugares de España, Leo Malet en París, Woolrich en Nueva York, Arthur Upfield en los grandes espacios de Australia, y así tantos otros, nos ofrecen locaciones, como se dice en el cine, que dan un sabor especial a las historias que se cuentan.

Sexto, debe haber una razón plausible para el crimen o delito que se narra. Un mínimo de coherencia es conveniente, si no la narración deriva sin rumbo, se vuelve arbitraria; aún cuando en ocasiones se puede trabajar con el absurdo, las enfermedades mentales, el delirio, la alucinación o la fantasía. Así ocurre con las propias novelas de Gruber, pero también con las magníficas comedias de Chester Himes protagonizadas por sus despelotados detectives negros; o la poética saga de Ed y Am Hunter creada por Fredric Brown, gran maestro de dos géneros: el policial y la ciencia-ficción.

Séptimo, todo buen relato criminal debe ir acompañado de un método de matar que sea particular a la historia. La muerte es un tema demasiado importante como para que se tome en forma superficial dentro de una buena novela policial o negra. James Ellroy con sus psicópatas, Tony Hillerman con sus pieles rojas o Rubem Fonseca con sus artistas de la navaja, son ejemplos de autores que han trabajado con finura la mente y el pulso de los asesinos. Hay muchos otros casos, sólo doy esos pocos.

Octavo, nunca está demás una pista oculta, un truco para desorientar al lector o una sorpresa. Tal vez este factor no sea tan imperioso, aunque de lo contrario tenemos una narrativa rutinaria, repetitiva, banal, adocenada. Lo peor que le puede ocurrir a un autor es que alguien diga: sus novelas son todas iguales y obvias. Los maestros del enigma clásico trabajaron mucho este aspecto, que no ha sido desdeñado por los mejores autores contemporáneos. Pienso en Ruth Rendell, Jean-Patrick Manchette, Jim Thompson o Bill Pronzini, autores que ofrecen cambios inesperados que encantan a sus seguidores.


Noveno, un factor de éxito en el género es la presencia de acción, ritmo y movimiento, todo ello acompañado de mucha emoción. La lata, que para muchos autores pretenciosos es la expresión más íntima de su yo, y para los críticos una muestra de profundidad, está descartada de la narrativa policial o negra. Las confesiones personales, a otra parte. Hay excepciones, y nadie puede dejar de turbarse con las dudas existenciales del detective Carvalho; pero la acción siempre retorna y se enseñorea.


Décimo, un final explosivo o inesperado es crucial. Las buenas novelas del género tienen que cerrarse, no pueden dejar cabos sueltos, tienen que responder a un lector que busca respuestas. Si hay que ganarse al lector con la primera frase, hay que secuestrarlo con la última. Fanatizarlo. Crearle adicción. El género policial y negro está hecho de cantidad y calidad. De muchos libros, con sus detectives retornando a la escena del crimen; y de calidad pareja, con los altibajos aceptables que hacen a cada lector tener su Maigret preferido, su Sherlock Holmes más amado, su Perry Mason predilecto, su Miss Marple más tierna, su Charlie Chan más astuto, su Mike Hammer más brutal...

  1. ONSEJOS PARA ESCRIBIR UNA NOVELA NEGRA (Elmore Leonard)



  1. Nunca empieces un libro hablando del clima.
    Si sólo te sirve para crear atmósfera y no es una reacción del personaje al clima, no debes usarlo demasiado. El lector buscará las reacciones del personaje. Hay algunas excepciones, claro. si conoces más maneras de describir el hielo y la nieve que un esquimal, puedes hablar del clima tanto como te dé la gana.


2. Evita los prólogos.
Pueden resultar molestos, especialmente un prólogo después de una introducción que viene antes de la dedicatoria. Pero en no ficción son muy habituales. En una novela, el prólogo cuenta los antecedentes de la historia, pero no hace falta contarlos al principio, puedes ponerlos donde quieras.
Siempre hay excepciones, claro. Dulce Jueves de John Steinbeck tiene prólogo, pero me parece bien porque es un personaje del libro que deja claras las reglas, que nos explica cómo le gusta que le cuenten las cosas.
Lo que hace Steinbeck en Dulce Jueves fue titular los capítulos a modo de indicación, aunque algo oscura, de lo que tratan. Hay dos capítulos que llega a titularlos "hooptedoodle" (palabrería) en los que avisa al lector: "Aquí haré vuelos espectaculares con mi escritura, y no se entremezclará con la historia. Sáltatelos si quieres".
Dulce Jueves se publicó en 1954, cuando yo empezaba a publicar, y nunca olvidaré el prólogo. ¿me leí los capítulos hooptedoodle? cada palabra.


3. No uses más que "dijo" en el diálogo.
La frase, en el diálogo, pertenece al personaje. el verbo viene a ser el escritor husmeando donde no debería. el verbo "decir" es bastante menos intruso que "gruñir", "exclamar", "preguntar", "interrogar"... cierta vez leí un "ella aseveró" al final de una frase de un personaje de Mary Mccarthy y tuve que parar de leer para buscarlo el diccionario.


4. Nunca uses un adverbio para modificar el verbo "decir".
... Amonestó severamente. Usar un adverbio de esta manera (o de casi cualquier manera) es un pecado mortal. El escritor se expone a interrumpir el ritmo de intercambio cuando usa este tipo de palabras. Un personaje cuenta en uno de mis libros cómo solía escribir sus romances históricos "llenos de violaciones y adverbios".


5. Controla los signos de exclamación.
Se permiten alrededor de dos o tres exclamaciones por cada 100.000 palabras en prosa. Si tienes el don de Tom Wolfe con ellos, puedes usarlos profusamente.


6. Nunca uses palabras como "de repente" o "de pronto".
Esta regla no requiere ninguna explicación. me he dado cuenta de que los escritores que usan exclamaciones como "de repente" suelen tener menos control sobre sus signos de exclamación.


7. Usa términos dialectales muy de vez en cuando.
Si empiezas a llenar la página de diálogo ininteligible, no podrás parar. Un buen ejemplo sería Annie Proulx, que es capaz de captar muy bien el sabor del habla de Wyoming.


8. Evita las descripciones demasiado detalladas de los personajes.
Steinbeck lo hacía. pero en Colinas como elefantes blancos Hemingway, por ejemplo, usa una única descripción para el personaje de la mujer que acompaña al americano: "se quitó el sombrero y lo dejó en la mesa". Es la única referencia física en la historia, pero aún así vemos a la pareja y sabemos de ellos por su tono de voz... sin adverbios que los acompañen.


9. No entres en demasiados detalles al describir lugares y cosas.
Si no eres Margaret Atwood, que pinta escenas con el lenguaje, o no puedes describir el paisaje como lo hace Jim Harrison, no lo hagas. Incluso si estás dotado para las descripciones, ten en cuenta que el meollo de la historia debe ser la acción, no la descripción.


10. Trata de eliminar todo aquello que el lector tiende a saltarse.
Esta regla se me ocurrió en 1983. Piensa en lo que te saltas cuando lees una novela: largos párrafos de prosa con demasiadas palabras. ¿Qué está haciendo el escritor? Hablar del tiempo, o ha entrado en la mente del personaje y el lector o bien sabe qué es lo que piensa el personaje, o bien no le importa. Me apuesto lo que sea a que no te saltas el diálogo.


Mi regla más importante es una que las engloba a las diez:
Si suena como lenguaje escrito, lo vuelvo a escribir.
Si la gramática se inmiscuye en la historia, la abandono. No puedo permitir que lo que aprendí en clase de redacción altere el sonido y el ritmo de la narración. es mi intento de permanecer invisible, no distraer al lector de lo que es escritura obvia (Joseph Conrad habló una vez de las palabras que se inmiscuyen en lo que quieres contar). Si escribo una escena, siempre desde el punto de vista de un personaje (el que me da la mejor visión de la vida en esa escena en particular) puedo concentrarme en las voces de los personajes contando quienes son y cómo se sienten, qué ven y qué sucede. Así es como desaparezco de la escena.

Fuentes:

Añadir el documento a tu blog o sitio web

similar:

Taller de escritura creativa y recital [La Vida es Sueño] 8/06/15 iconTaller de escritura creativa y recital [La Vida es Sueño] 06/07/14

Taller de escritura creativa y recital [La Vida es Sueño] 8/06/15 iconTaller de escritura creativa y recital [La Vida es Sueño] 1/06/14

Taller de escritura creativa y recital [La Vida es Sueño] 8/06/15 iconTaller de escritura creativa [La Vida es Sueño]

Taller de escritura creativa y recital [La Vida es Sueño] 8/06/15 iconTaller de escritura creativa [La Vida es Sueño] 29/06/15

Taller de escritura creativa y recital [La Vida es Sueño] 8/06/15 iconTaller de escritura creativa [La Vida es Sueño]

Taller de escritura creativa y recital [La Vida es Sueño] 8/06/15 iconTaller de escritura creativa [La Vida es Sueño] Consigna 20/07/15

Taller de escritura creativa y recital [La Vida es Sueño] 8/06/15 iconTaller de escritura y recital [La Vida es Sueño] Consigna 15/06/14...

Taller de escritura creativa y recital [La Vida es Sueño] 8/06/15 iconTaller de escritura creativa [La Vida es Sueño] Consigna 15/06/15...

Taller de escritura creativa y recital [La Vida es Sueño] 8/06/15 iconTaller de escritura creativa [La Vida Consigna 20/07/15

Taller de escritura creativa y recital [La Vida es Sueño] 8/06/15 iconTaller de escritura creativa






© 2015
contactos
l.exam-10.com