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Oblicuidades Interrupciones III Capítulo inicial © José de María Romero Barea La novela inédita Oblicuidades (78 páginas A4, Formato Word, Letra Times New Roman, tamaño 12, interlineado doble), es la tercera entrega de una serie de novelas reunidas bajo el título común de Interrupciones. Hilados Coreografiados (Ayuntamiento de Aguilar de la Frontera, 2012) abre la serie. Le siguen Haia y Oblicuidades. Oblicuidades será publicada, próximamente, por Ediciones Anantes, con prólogo a cargo del crítico y poeta Benito del Pliego. En la serie narrativa Interrupciones, Alex y Polifemo, Ruth y Haia, Anouk y Deseada, Gina, Katze y Mitze deambulan por los lugares de la ciudad, a veces sorprendidos por la brutalidad de algunas coincidencias, otras conmovidos. Yendo y viniendo, intentando atar cabos donde no los hay, buscando justicia (poética) donde no es necesario. Se dirigen, como cualquiera de nosotros, a un lugar determinado para acabar, por lo general, en otra parte. Oblicuidades, que puede leerse de forma independiente, participa de todas las coincidencias que Interrupciones nos depara. Juntas, forman una especie de fábula, una parábola moralista sobre la música y la experiencia. La crítica ha dicho de la obra narrativa de José de María Romero Barea: “… un bello libro muy ambicioso y complejo … una novela escrita desde la poesía, con fragmentos breves y nerviosos cargados de intensidad y significados” (Fernando Iwasaki, prólogo de Hilados Coreografiados). “… emociones dibujadas con elegancia … universales y eternas”. (Marina Bianchi, número 5 de Duende, Suplemento Cultural de la revista literaria italiana Quaderni Iberoamericani). “…una novela desconcertante, excitante y brillante … con la pretensión, nada presuntuosa … de extenderse en el tiempo literario por sucesivas entregas con diferentes registros narrativos.” (Pedro Luis Ibáñez Lérida, en Mundiario). “… personajes complejos y fluidos, sujetos a una perpetua metamorfosis … toda una metafísica, toda una epistemología y una filosofía del lenguaje.” (Leonor María Martínez Serrano, diario Luz de Levante). A continuación, el capítulo inicial de Oblicuidades: Llevo tres días (o un mes) sin poner un pie en la calle (el torso del esclavo se retuerce sobre el manuscrito). Podría aguantar sin problema otros seis o siete (días, meses) más, pero mi ( ) me dice que me voy a convertir en el hijo (del hijo del hijo). Salí a la ( ) y me volví a mitad (el cuerpo en escorzo del esclavo convierte lo escrito en involuntaria escritura experimental. Atribuir a ese cuerpo oscuro, que cuelga sobre el absurdo, todo lo que falta). Julio no es mal mes. Puede que el mejor. Desperté en mi cama en la misma postura en la que me había acostado (como los niños, dijo Linnea). Tengo ganas de volver a mi agenda. Pronto cumpliré cuarenta y será Semana Santa. Pasarán los días, paréntesis, hasta que volvamos a vernos. Ocurrirán cosas en esos paréntesis (más bien corchetes). Pero no quiero convertir esto en diario. Ayer me dije: Poli, reconcíliate con Esto. ¿No ves que estos árboles son los mismos que mira Tor y no van a durar demasiado? Disfrútalos. Y salí a dar una vuelta. Se me ocurrió sentarme en un banco del parque y Tor empezó a apuntar a las nubes, a las campanas, y allí me quedé, mirando las nubes, oyendo las campanas. Besando las hojas sobre la acera. Tan feliz de que ese árbol (el color exacto de ese árbol) que veíamos Tor y yo fuera lo único que necesito para volver a sentirme en casa. Eric, te escribo en el reverso de las cartas de mi tío. Así ves las trascendencias que escribe y piensa tu Poli en sus ratos dizque ocio. Así ves que me uno a la cruzada de salvar a mi tío del olvido. Así no puedo romper las cuartillas ni llenarlas de tachaduras. Estas cuartillas son únicas. Son las únicas. Y la cosa sale sí o sí. Así reciclo y de paso conoces a Pablo. ¿Qué escribo? Esterilidades. Esta queja roe lo que podría ser una forma también idiota, pero sensata, de juntar palabra y vida. Allí está, hecha un ovillo, esa otra forma. Hubiera querido leer otras cosas, estar solo (lo cual es incompatible con todo lo anterior), aunque esto último (aún no sé por qué) ha sido lo de menos. Lo que no he querido es salir. Lo hice la noche en la que no lo iba a hacer, para ir a la fiesta de Paula y Mark, cuando la tormenta destrozó los árboles del cementerio. Ya me veía carbonizado por un rayo. Es difícil correr cuando uno va del brazo de alguien, la tranquilidad en una mano, la paz en la otra, pero ahí volví a ser el Polifemo de siempre (ese compuesto de hondura y miedo, que dice Alex) y no el entramado de huesos al que me ha reducido mi reclusión. La Fiesta culminó en bronca. Me limité a darme la vuelta e irme. Qué te parece mi contención. Claro que por dentro ardía de ira. Tuve deseos de lanzarme al cuello de Mark. Si no fuera por Paula. Riescat in pace. Arríncantimpalo que decía mi tío abuelo Maximiliano. Volví a casa bajo el brazo de Jan, con miedo pero contento, que si los mulos varados como ballenas varadas como barcas varadas en mitad de un aeropuerto, que si el olor a asfalto y el olor a tierra y el olor a orín trastocados y trastocándome. Tanta gente, Eric. Tantos bloques de pisos. Hasta los árboles parecían postizos. Y para colmo no podía pensar. No he vuelto a salir, aunque lo volveré a intentar. La última carta de Pablo es estremecedora. Lo que decía de la muerte, a costa de los muertos. Como de otro mundo. Pablo, sus digresiones, sus arrebatos, sus aforismos, sus torpezas (diríase irreverencias). Mi madre era casi un adolescente cuando me tuvo. Linus, mi padre, tenía veinte años. Me hubiera gustado preguntarle a Pablo qué se siente al no llegar a los cuarenta. Su correspondencia será una forma de respuesta. Me devolvieron el brío de los diecisiete, me causaron envidia y un eterno agradecimiento. Me hicieron volver al abrazo de Jan. Porque algunos recuerdos, por razones misteriosas (o no tanto) eligen su continuación en otros, y si el que recuerda tiene la suerte de tener mala memoria, como yo, aún mejor, porque hay recuerdos que parecen nuevos, sobre todo si uno estaba ebrio. O casi ciego. Voy de un sitio para otro, Eric, lo sé. De ahí mi cariño por el pijama y las cuatro paredes. Noticias de Esto: mi madre triste con la rodilla mala mirando desde el balcón cómo el barrio se cae a pedazos, triste y con la rodilla mala y yo Aquí, pensando en ella, cuando está a unos pasos, cuando sería tan sencillo como abrir esta puerta e ir a abrazarla. Esta última cláusula es la peor. La mala conciencia. Cada noticia, una lápida. Que se acostumbre. Que quién sabe. Que a lo mejor no puede vivir sin depender de los demás. De su marido, de sus hijos. Añádase a esto mi exilio, una mente neurótica y agítese bien. Receta para el desastre. Compré el billete y mi madre comenzó a recuperarse. Nada de muletas. Mi madre ha vuelto a sonreír. Yo a dormir bien. Noticias de Esto: Alex vela por mí desde Allí. Pero ahora toca tránsito y así transitamos los dos. Hay ausencias más presentes que presencias. Tolero la juventud, la melancolía y el martirio si el discurso está inspirado. Las cartas de Pablo dan compañía. La mala conciencia al recordar el brazo de Jan me trajo malos sueños, sueños de antes, de institutos y ansiedades. Pliegues que no plancha ni un litro de almidón. Mentiras. Nada que no calme una llamada de Alex. Eric, espero que esto te esté divirtiendo o te esté distrayendo. Si me pudieras decir, o al menos avisar a alguien para que me lo diga. Dejemos las cosas como están. Entremos y salgamos. De Aquí somos. Y punto (que diría Pablo). Qué decir. Dejo de escribir (es un decir). Llueve. Las gotas caen como plomo. Es poético y es verdad. O es verdad porque es poético. Me niego a hablar de las gotas del verano Aquí. Caen sucias. ¿O es la pátina de porquería de polvo que cae junto a ellas y cubre los toldos y los coches, derritiéndose nada más rozar el metal incandescente? El esclavo africano cuelga de una cuerda a la que alguien lo ha atado, para colgarlo de un gancho. El esclavo se retuerce y forcejea en un esfuerzo vano. Un esclavo, por partida doble. Casi las cuatro y ni una más. Me planto aquí, no vaya a ser que mi tristeza llegue antes que yo. José de María Romero Barea (Córdoba, 1972) es profesor, poeta, narrador, traductor y periodista cultural. Autor de Poesía (qué si no), cuya primera sección, el corazón el hueco, consta de la trilogía Resurrecciones (Asociación Cultura y Progreso, 2011), (mil novecientos setenta y) Dos (Ediciones en Huida, 2011) y Talismán (Editorial Anantes, 2012), del que la plaquette ridículo ciego feliz en mi sitio (Q Ave Press, 2012) es un adelanto. Su poemario un mínimo de racionalidad un máximo de esperanza se encuentra en proceso de edición. Las revistas literarias Luz Cultural, Universo La Maga, Transtierros y Nueva Grecia han publicado un adelanto del libro. Ha presentado el V Ciclo de Poesía Nadadora Sevilla-Córdoba 2014, ha participado en la XI edición de Cosmopoética, Poetas del Mundo en Córdoba, y en el 9º RCA Recital Chilango Andaluz. José de María Romero Barea es autor, además, de una serie de novelas reunidas bajo el título común de Interrupciones. Hilados Coreografiados (Ayuntamiento de Aguilar de la Frontera, 2012) abre la serie. Le siguen Haia, (Edizioni Nuova Cultura, Universidad de Bérgamo, Italia, 2015. Edición y estudio introductorio de Marina Bianchi), Mitze Katze (inédita), Oblicuidades (inédita) y una quinta entrega en proceso de escritura. Romero Barea ha traducido el poemario de Curtis Bauer Spanish Sketchbook/España en dibujos (Ediciones en Huida, 2012), Disarmed/Inermes de Jeffrey Thomson (Q Ave Press, 2012) y Gerald Stern. Esta vez. Antología Poética (Vaso Roto, 2014). José de María Romero Barea es crítico de narrativa, poesía, ensayo y novela gráfica. Ha sido coordinador de las I Jornadas de narrativa Sevilla 2014, que organiza la Asociación Colegial de Escritores de España (A.C.E.), a la cual pertenece. Además, es miembro de la AAEC-Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios y coordinador de las I Jornadas de Crítica Literaria ACE-Andalucía 2014. Pertenece a la Asociación Cooltura, Acción y Poesía y a la Asociación Nueva Grecia, así como al Circuito Literario Andaluz. El autor colabora con sus reseñas, entrevistas y traducciones en publicaciones de ámbito nacional e internacional, en formato digital y en papel, entre otras: los diarios Le Monde Diplomatique, La Vanguardia (Revista de Letras), y Andalucía Información (“Veredictos”); las revistas de divulgación Culturamas y Tendencias 21; las revistas de literatura Quaderni Iberoamericani (Italia), Resonancias (Francia), Lathouses, La Otra (México), Letralia (Venezuela), Contratiempo (EE.UU.), Sonograma (Barcelona), Nayagua, Lecturas Sumergidas, Quimera, El Placer de la lectura, Cuaderno Ático (Madrid), Piedra del Molino (Cádiz), Estación Poesía y Nueva Grecia (Sevilla), de cuyo consejo de redacción forma parte. Más sobre el autor: Programa TV Dazibao Diario de Sevilla 2011 Diario de Sevilla 2014 Radio Nacional de España Revista MisLibrosPreferidos Sevilla, 2016 José de María Romero Barea C/ Taf, 2, 2º izquierda 41009 Sevilla Tel.: 954909363/617613289 Email: josedemaria@andaluciajunta.es josedemaria72@hotmail.es Facebook José De María Romero Barea Twitter @JdMRomeroBarea |