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![]() Élian Cuvillier El evangelio según Mateo ocupa un lugar privilegiado en la literatura cristiana antigua. Es el más citado por los Padres de la Iglesia, no sólo de todos los evangelios sino también de todos los demás libros del Nuevo Testamento1. Además, y a pesar de las numerosas variaciones en el orden de los evangelios dentro de las listas o de los códices antiguos conservados, el primer puesto de Mateo es un dato constante. Entre las razones que explican esta posición particular, hay que subrayar que Mateo fue considerado durante muchos siglos el más antiguo de los evangelios, especialmente bajo la influencia de san Agustín. Esta opinión ya no es compartida actualmente. Por lo demás, el importante papel que Mateo atribuye a los discursos de Jesús lo hacía particularmente apto para la cate-quesis de los recién convertidos y para la edificación de las comunidades en la Iglesia antigua. 3.1. Presentación 3.1.1. Estructura Mientras que algunos se limitan a observar una disposición geográfica próxima a la de Marcos, la mayor parte de los exegetas constatan la complejidad de la materia mateana. Unos privilegian la disposición temática en torno a los cinco discursos (y su conclusión estereotipada: kou ÉyévsTO ote etÉXeoev ó 'Ino-oüe..., cf. 7,28; 11,1; 13,53; 19,1; 26,1), que se alternan con las partes narrativas; otros subrayan el carácter estructurante de la expresión ano tote rip^aro en 4,17 y 16,21, pasajes a los que tal vez haya que añadir 26,16; otros, por último, quieren descubrir a toda costa en el evangelio estructuras en quiasmo (no obstante, no se ha podido mostrar que, en la literatura 1. Édouard Massaux, Influence de l'évangile de saint Matthieu sur la littérature chrétienne avant Saint Irénée, Gembloux, Duculot, 1950. 64 INTRODUCCIÓN AL NUEVO TESTAMENTO EL EVANGELIO SEGÚN MATEO 65 ![]() ![]() ![]() ![]() Estructura del evangelio según Mateo Preparación de la Buena Nueva (1,1-4,11) 1,1-2,23 Genealogía y relato de la infancia de Jesús 3,1-17 Predicación de Juan el Bautista; bautismo de Jesús 4,1-11 Tentación de Jesús El anuncio de la Buena Nueva (4,12-11,1) 4,12-25 Comienzo del ministerio en Galilea; llamada de los pri- meros discípulos 5,1-7,29 Sermón de la montaña 8,1-9,34 Relatos de milagros Curación de un leproso (8,1-4); el siervo del centurión (8,5-13); curaciones de enfermos (8,14-17); seguir a Jesús (8,18-22); la tempestad calmada (8,23-27); curaciones de dos poseídos (8,28-34); el paralítico de Cafarnaúm (9,1-8); la comida en casa de Mateo (9,9-13); el ayuno; odres viejos y vino nuevo (9,14-17); la mujer enferma y la niña muerta (9,18-26); curación de dos ciegos (9,27-31); curación de un poseído mudo (9,32-34). 9,35-11,1 Discurso misionero Fe e incredulidad (11,2-16,12) 11,2-30 Juan el Bautista y Jesús La pregunta de Juan el Bautista (11,2-6); declaración de Jesús sobre Juan el Bautista (11,7-19); invectivas contra las ciudades de Galilea (11,20-24); himno de júbilo (11,25-30). 12,1-50 Controversias Sobre el sábado (12,1-14); cita de cumplimiento (12,15-21); Jesús y Belcebú (12,22-32); el hombre juzgado por sus palabras (12,33-37); el signo de Jonás (12,38-42); regreso del espíritu impuro (12,43-45); la familia de Jesús (12,46-50). 13,1-52 Discurso en parábolas 13,53-58 Jesús en su patria 14,1-12 Muerte de Juan el Bautista 14,13-16,12 Milagros y controversias Primera multiplicación de los panes (14,13-21); marcha sobre las aguas (14,22-33); sumario (14,34-36); lo puro y lo impuro (15,1-20); la mujer cananea (15,21-28); sumario (15,29-31); segunda multiplicación de los panes (15,32-39); petición de un signo (16,1-4); la levadura de los fariseos y de los saduceos (16,5-12). La comunidad de los discípulos de Jesús (16,13-20,34) 16,13-28 En Cesárea de Filipo Confesión de Pedro (16,13-20); primer anuncio de la Pasión (16,21-23); cómo seguir a Jesús (16,24-28). 17,1-27 En camino con Jesús Transfiguración (17,1-9); Elias y Juan el Bautista (17,10-13); el niño epiléptico (17,14-21); segundo anuncio de la Pasión (17,22-23); el impuesto del Templo (17,24-27). 18,1-35 Discurso comunitario 19,1-20,34 En camino hacia Jerusalén Divorcio, matrimonio y celibato (19,1-12); Jesús y los niños (19,13-15); el hombre rico (19,16-30); los obreros de la última hora (20,1-16); tercer anuncio de la Pasión (20,17-19); los hijos de Zebedeo (20,20-28); los ciegos en Jericó (20,29-34). Últimos días en Jerusalén (21,1-25,46) 21,1-22 Entrada en Jerusalén; purificación del Templo; la higuera maldita 21,23-22,46 Controversias en el Templo La autoridad de Jesús (21,23-27); parábola de los dos hijos (21,28-32); los viñadores homicidas (21,33-42); parábola de los invitados (22,1-14); el tributo al César (22,15-22); pregunta sobre la resurrección (22,23-33); el mandamiento principal (22,34-40); Jesús mayor que David (22,41-46). 23,1-39 Maldiciones contra escribas y fariseos 24,1-25,46 Discurso escatológico Relato de la Pasión (26,1-28,20) 26,1-16 Unción en Betania, anuncio de la traición 26,17-28,15 Ultima comida, arresto, proceso, muerte y resurrección 28,16-20 Envío final 66 INTRODUCCIÓN AL NUEVO TESTAMENTO EL EVANGELIO SEGÚN MATEO 67 3.1.2. Contenido En la primera sección (Mt 1,1-4,11), Jesús es presentado como el Mesías de Israel. Desde Mt 1,1 Jesús es mostrado como hijo de David e hijo de Abrahán, dos figuras fundamentales de la tradición judía. La genealogía (1,1-17) subraya el profundo enraizamiento de Jesús en la historia de la fe de Israel (Abrahán, padre de los creyentes) y en la historia de su esperanza mesiánica (la figura de David). De las trece citas de cumplimiento2 diseminadas por la narración («para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por el profeta...»), cuatro se encuentran en el relato mateano de la infancia. Ellas subrayan con fuerza que Jesús de Nazaret era Aquel que había sido prometido y anunciado por los profetas: 1,22, el nacimiento y el nombre de Jesús; 2,15, la «salida de Egipto» de Jesús, referencia explícita al destino del pueblo en el desierto; 2,17, la aflicción de Raquel; 2,23, Jesús como el Nazareno. Se puede añadir a esta lista Mt 2,5: el lugar de donde saldrá el pastor de Israel. El capítulo 2 (visita de los magos de Oriente; huida a Egipto; matanza de los niños de Belén; regreso a la tierra de Israel) subraya la apertura universalista y la incredulidad de Jerusalén. Además, muestra que Jesús se desplaza de un lugar a otro (Belén, Egipto, Nazaret). El capítulo 3 presenta a Juan el Bautista como anunciador de la misión de Jesús que «cumple toda justicia» (3,15). Este Jesús, tentado en el desierto (4,1-11), vence a Satán. A continuación se presenta la misión de Jesús y de sus discípulos junto al pueblo (4,12-11,1), situada bajo el signo de la enseñanza (5-7) y de la curación (8-9). La enseñanza del Mesías de Israel se refiere a la Ley, que él lleva a cumplimiento (5,17-20) al mismo tiempo que la supera (5,21-48). En adelante, la «justicia superior» (5,20) suplanta a la ley como mandamiento (5,18-19) e inaugura una ética de la sobreabundancia del don, del exceso y de la confianza (cf. Mt 5-7). Las numerosas curaciones que realiza Jesús (cf. Mt 8-9) son también un cumplimiento de la palabra profética (8,17) y asombran necesariamente a las muchedumbres (9,33: «Jamás se vio cosa igual en Israel»). Tres episodios anuncian una ampliación de la perspectiva estrictamente nacional: la curación del siervo del centurión (8,5-13) es la ocasión para que Jesús constate la falta de fe de Israel (8,10); en contraste con la admiración de las muchedumbres (9,33), se añade el juicio negativo de los fariseos (9,34: «Por el Príncipe de los demonios expulsa a los demonios»); por último, el discurso de misión (9,35-11,1) anuncia el fracaso de la misión de Jesús y de los discípulos dirigida sólo a Israel (10,5; cf. v. 17: «os azotarán en sus sinagogas»; igualmente v. 25b). La pregunta del Bautista (11,2-6) y la opinión de Jesús sobre este último (11,7-19) indican lo que está en juego en los capítulos que siguen (Mt 11,2-16,12): fe o incredulidad. La incredulidad es la de las ciudades de Galilea que no se han arrepentido a la vista de los milagros (11,20-24). La fe 2. Hay un acuerdo unánime sobre las diez citas siguientes: 1,23; 2,15; 2,18; 2,23, 4,15-16; 8,17; 12,18-21; 13,35; 21,5; 27,9-10. Se debate mucho sobre el status de 2,5-6; 3,3; 13,14-15 y 26,56. es la de los «pequeños» (vf|TTtoi, 11,25) a quienes el Padre ha revelado al Hijo (11,25-27), Aquel que carga con los pesos de todos los fatigados y sobrecargados (11,28-30). El capítulo 12, y después los capítulos 15 y 16 en un nivel menor, no son más que una larga serie de invectivas de Jesús contra su pueblo endurecido o de controversias con los fariseos (12,1-8.9-14.22-32.38-42.46-50; 15,1-20; 16,1-4; cf. también 13,53-58). En estos capítulos se confirma, mediante una cita veterotestamentaria, la apertura universal ya entrevista (cf. 12,18: «He aquí mi siervo, a quien elegí... anunciará el derecho a las naciones»). Pero esta perspectiva universalista está todavía marcada por el sello del silencio (12,16). El capítulo 13 explica teológicamente la incredulidad de Israel; cf. 13,15: «Porque se ha embotado el corazón de este pueblo». A este pueblo de dura cerviz se oponen los discípulos, declarados dichosos porque ven y oyen (13,16). En 15,21-28 se sitúa un episodio-bisagra: el Jesús mateano, aunque hace suya la palabra de 10,5 («No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos»; compárese con 15,24 y 28,19), se deja convencer por la insistencia y la fe de la mujer cananea, cuya hija es finalmente curada. La confesión de Pedro en Cesárea (16,13-16) abre una sección (16,13-20,34), consagrada a la edificación de la iKKÁnaía (cf. 16,18 y 18,17). El Mesías de Israel edifica su nueva comunidad sobre Pedro (16,13-20), que representa, en su fe imperfecta (cf. w. 22-23), la figura de los discípulos, llamados también ellos a tomar posición en este debate entre fe e incredulidad. Una Iglesia llamada un día a superar las fronteras del pueblo (cf. 8,5-13, especialmente los w. 11 y 15,21-28 como prefiguraciones de 28,16-20). Esta comunidad está en camino con Jesús hacia Jerusalén. Una peregrinación que es ocasión de revelaciones (17,1-9) -entre las cuales el primer rango corresponde a los repetidos anuncios de la Pasión (16,21-23; 17,22; 18,17-19)-, y también de preguntas y enseñanzas (17,10-12.14-21.24-27; 19-20) -entre las cuales el primer rango corresponde al discurso comunitario (18,1-19,1). La llegada de Jesús a Jerusalén abre una sección centrada en torno a una confrontación entre los jefes del pueblo de Israel y Jesús (Mt 21,1-25,46). Esta confrontación va acompañada de un juicio sin apelación del Jesús mateano contra su pueblo, y sobre todo contra sus responsables religiosos. Este juicio comienza con la entrada de Jesús en su ciudad, Jerusalén (cf. 21,4), y culmina en el capítulo 23, en las maldiciones contra los escribas y fariseos. Después empieza el discurso escatológico (24-25), que constituye una advertencia dirigida a la comunidad mateana (cf. en particular el capítulo 25). Aun cuando el Jesús mateano juzga a Israel, no es su verdugo. Todo lo contrario: la redacción mateana del relato de la Pasión (Mt 26,1-28,20) subraya que es el mismo Israel, en la persona de sus jefes, quien condena a muerte a su Mesías, según lo que había anunciado la Escritura (26,54.56; 27,9). Tres episodios propios de Mateo indican que se ha llegado a un punto donde no es posible volver atrás: el «pueblo» (Aáoc, 7,25) asume plenamente la responsabilidad de este acto; el engaño imaginado por los jefes del pueblo para negar la resurrección de Jesús (28,12-15); y, por último, el envío de los discípulos a «todas las naciones» (TrávTa xa é'Gvr), 28,19). En Mateo, la muer- 68 INTRODUCCIÓN AL NUEVO TESTAMENTO EL EVANGELIO SEGÚN MATEO 69 te de Jesús es propuesta en el marco de una interpretación apocalíptica de la cruz. En el plano narrativo, es subrayada por las tradiciones (propias del primer evangelio) relativas al terremoto y a la apertura de los sepulcros (27,51b-53). Lo que la predicación de Juan el Bautista y la de Jesús dejaban entrever (cf. 3,2 y 4,17) ya ha llegado: termina un tiempo antiguo y empieza un tiempo nuevo. La muerte de Jesús es, para Mateo, el lugar de este paso que los actos y las palabras del propio Jesús habían inaugurado. En su muerte, el maestro cumple lo que su enseñanza exigía (cf. en particular las antítesis del Sermón de la montaña). Se notará finalmente que el Jesús resucitado no pronuncia ninguna palabra de invocación de juicio de Dios. Más que el castigo de los culpables, es el «hacer de los discípulos» lo que preocupa al Resucitado (cf. 28,16-20). Para Mateo, el pueblo de la promesa se ha negado a reconocer a su Mesías y lo ha crucificado. La paradoja que Mateo debe afrontar está en el hecho de que, por su rechazo, Israel (asimilado ya a «todas las naciones», 28,19) ha ofrecido a los paganos un Mesías. Un Mesías cuyo destino pasa, sin embargo, por la cruz. 3.2. Contexto histórico de producción 3.2.1. El autor La tradición que hace del apóstol Mateo (Mt 10,3, cf. 9,9) el autor del primer evangelio se basa en el testimonio de Papías transmitido por Eusebio (Historia eclesiástica 111,39,16): MarSaíoc \íív ouv'E|3pou5i SiccAÉktco toc Aóyia auvará^ocTo, TÍpuqvEuaEV 5' aura cóc r¡v Suvcxtoc eKaaxoc (que se puede traducir: «Mateo reunió, pues, en lengua hebrea los logia [de Jesús] y cada uno los interpretó según su capacidad»). El comentario de Papías, no obstante, no se apoya en ninguna información histórica sólida; no existe, en particular, ningún vestigio de una versión aramea antigua del evangelio de Mateo. Por lo demás, sería muy sorprendente que un testigo ocular (en este caso, el discípulo Mateo) utilizara una fuente secundaria (el evangelio de Marcos) para redactar su propio relato. El cambio del nombre, por el que Leví pasa a ser Mateo (Me 2,14 // Mt 9,9), refleja además un proceso secundario que no es obra de un testigo ocular (se encuentra otro ejemplo en Mt 27,56, donde Salomé -Me 15,40- pasa a ser la madre de los hijos de Zebedeo, cf. Mt 20,20). Es posible que el discípulo Mateo desempeñara un papel en la comunidad de la que procedía el autor del evangelio. Esta hipótesis podría explicar el cambio de nombre y la adición ó teAÚvtic («recaudador de impuestos», Mt 10,3). Actualmente ya no se sostiene la paternidad del apóstol, y la mayoría de los exegetas piensan que el autor era de origen judío3 (criterios: carácter central de la Ley; importancia de las citas del Antiguo Testamento; limitación de la misión del Jesús terreno a Israel; cf. igualmente Mt 24,20; 17,21-27; 23,1-3...). La hipótesis más comúnmente admitida es que el autor del primer evangelio vivió a finales del siglo I. Hay cinco argumentos a favor de 3. Trilling y Strecker mantienen la opinión contraria. esta datación: a) Mt utiliza Me (datado hacia el año 70) como fuente; b) la imagen que ofrece del judaismo es la de un bloque unido en torno a los fariseos (reflejo del judaismo posterior al año 70, el conocido por Mateo); c) la repetición de la expresión «sus sinagogas» (4,24; 9,35; 10,17; 12,9; 13,54; 23,34) al hablar de los judíos (indicio de una separación consumada entre la comunidad mateana y la sinagoga farisea); d) la alusión a las persecuciones, que refleja una situación de finales del siglo I (véase en particular 10,16-42); e) la posible alusión a la destrucción de Jerusalén en el año 70 (cf. 22,7; véase igualmente 23,38). 3.2.2. Mateo y la tradición judía La lectura del evangelio de Mateo permite constatar la omnipresencia de tradiciones heredadas del judaismo antiguo. El enraizamiento veterotesta-mentario del primer evangelio es, a este respecto, muy significativo: la abundancia de las citas de cumplimiento (1,23; 2,15.17.23; 3,3 [?]; 4,14; 8,17; 12,17; 13,14[?].35; 21,4; 26,54.56[?]; 27,9) diseminadas por la narración es una prueba manifiesta del notable interés del evangelista por sus raíces judías. Es también significativa la preocupación mostrada por la cuestión del estatus y el lugar de la Ley (en particular 5,17-20), y por la cuestión, unida a la anterior, de la práctica de la justicia (3,15; 5,6.10.20; 6,1.33; 21,32). Para el autor del evangelio hay, pues, un vínculo estrecho entre el Jesús del que da testimonio y la tradición religiosa de la que procede: Jesús es el Mesías anunciado a través de la Tora y de los profetas, de los que Mt hace una relectura a la luz de la fe pascual. En contraposición a lo que se acaba de decir, también está justificado sostener que Mateo es igualmente un polemista virulento y contrario a los representantes oficiales del judaismo, e incluso contrario al pueblo judío en su conjunto4. Baste aquí recordar cuatro ámbitos de la narración mateana en los que se desarrolla esta polémica: a) las numerosas controversias de Jesús con las autoridades judías y muy particularmente con los fariseos (9,9-17; 9,34; 12,1-14; 12,22-32; 12,38-42; 15,1-20; 16,1-4; 19,1-9; 21,23-27; 22,15-22; 22,23-33; 22,41-45); b) la utilización polémica de ciertos pasajes del Antiguo Testamento (13,14-15; 15,8-9; 23,38; 27,9-10); c) las repetidas y muy violentas invectivas de Mt 23 (en particular las siete maldiciones de los w. 13ss; cf., por ejemplo, el v. 33: «Serpientes, raza de víboras, ¿cómo vais a escapar de la condenación de la gehenna?»); d) por último, ciertas tradiciones propias de Mt en el relato de la Pasión que refuerzan la culpabilidad de Israel en la muerte de Jesús. Recordemos particularmente Mt 27,3-10, 27,24-25 o también 28,11-15. 4. Ulrich Luz, «Le probléme historique et théologique de rantijudai'sme dans l'évangile de Matthieu», en: Daniel Marguerat, ed., Le déchirement. Juifs et chrétiens au premier siécle (Monde de la Bible 32), Ginebra, Labor et Fides, 1996, pp. 127-150; Daniel Marguerat, «Quand Jésus fait le procés des juifs. Matthieu 23 et rantijudai'sme», en: Alain Marchadour, ed., Procés de Jésus, procés des juifs? Éclairage biblique et historique (LeDiv. Hors serie), París, Cerf, 1998, pp. 101-125. |