M. Loreto Egaña B. Cecilia Salinas A. Iván Núñez P. Las preceptoras primarias en las primeras tres décadas del siglo XX






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LAS MUJERES EN EL GREMIO.

Una mirada histórica

(1900-1930)*.
M. Loreto Egaña B.**

Cecilia Salinas A.**

Iván Núñez P.***

Las preceptoras primarias en las primeras tres décadas del siglo XX
Desde mediados del siglo XIX, se desarrollaba la educación primaria de niñas y aparecían los primeros grupos de “preceptoras”. A lo largo de todo el territorio, había escuelas de niños y de niñas que, en su conjunto, revelaban precariedad en todo sentido:

infraestructura, curriculum y calidad de sus docentes. En particular, las escuelas de niñas eran menores en número y cobertura. Mientras la temprana fundación de la Escuela Normal de Santiago fue proveyendo, poco a poco, maestros con formación, la fundación en 1853 de la primera Normal femenina, no resolvió el problema de la carencia de formación de las “preceptoras”. Fue con la llegada de pedagogos y pedagogas alemanes y la fundación de varias nuevas normales femeninas que se incrementó rápidamente la formación profesional de las preceptoras, hacia fines del siglo.
Comenzaba así la “feminización de la profesión docente”. La enseñanza se convirtió en uno de los principales canales de ingreso de las mujeres a la vida pública y al trabajo remunerado, además de mejorar la cobertura y la calidad de la educación primaria abierta niñas de las capas pobres.
Tras el doble y complementario proceso de lenta pero sostenida expansión de la educación primaria popular de niñas y de feminización de la enseñanza, se encontraba la idea que para “moralizar” (civilizar) a los niños de los sectores pobres, no sólo se necesitaba la acción de la escuela, sino también la de la familia y particularmente de las madres. Era necesario educar a las futuras madres, para que ellas pudieran preparar o complementar la función socializadora de la escuela primaria para pobres. Las preceptoras, por otra parte, eran vistas como indispensables para educar a las niñas – que no debían ser atendidas por maestros varones – y, con el tiempo, para enseñar a niños, en el entendido que la enseñanza primaria tenía mucho de extensión del rol materno. La concepción de la “maestra-madre”, suponía que al interior de la profesión, la preceptora debía replicar el rol afectivo, silencioso y obediente que se le asignaba a la mujer al interior de la familia patriarcal.
Las políticas estatales de fines del siglo XIX, al organizar la profesión docente, en general evitaron normas discriminatorias en relación con el género. Sin embargo, de hecho, existieron disparidades derivadas de su participación más tardía y limitada en la profesionalización.
Como reacción a la condición subordinada y empobrecida del preceptorado en general, en las dos primeras década del siglo XX, surgieron las primeras organizaciones mutualistas y profesionales de maestros. En ellas participaron también maestras, pero en forma limitada y sin voz propia.
Las preceptoras en la Asociación General de Profesores:
En los años 20, la situación referida cambió, al menos al interior de la Asociación General de Profesores (primarios), fundada en 1923. Esta, junto a su naturaleza sindical, tuvo un carácter de movimiento cultural y pedagógico, con un sentido progresista y libertario, que posibilitó un distinto rol de las preceptoras. 1
La primera Junta Ejecutiva de la Asociación, contó entre sus 24 dirigentes a las maestras Emilia Bustamante, Isabel García, Julia Vargas y Ernestina Bustos. Emilia Bustamante sería electa Vicepresidente2 y reelecta en 1924.
Ese mismo año, entre los 42 Presidentes de las Agrupaciones Departamentales, ya se contaban 6 mujeres3. La participación de las preceptoras no se daría sólo en la capital, en donde se podían suponer condiciones de mayor apertura y donde el movimiento magisterial era más fuerte. Las mujeres maestras se organizaban y movilizaban también en las provincias, en donde el tradicionalismo solía ser mayor. En el periódico “Nuevos Rumbos”, de la Asociación, se informaba de mujeres dirigentes en Concepción, Cautín, Quinchao, Curanilahue y otras localidades. Al informar del estado de la Asociación de Profesores en Antofagasta, se decía: "dominan en número las compañeras. Esto es una nota simpática, pues creemos que es uno de los pocos (lugares) en que las colegas se interesan en tal forma y con tanta unanimidad en las campañas de la Asociación".
En 1925, el Gobierno convocó a una Comisión de Reforma Educacional. La Asociación General de Profesores designó cuatro representantes, entre los cuales estaba Emilia Bustamante.4 El mismo año, cuando se realizó el significativo Congreso Constituyente de los Asalariados, la importante participación del gremio de preceptores primarios incluyó también mujeres. En la Comisión Informante o redactora de sus acuerdos, formada por 26 personas, estaban presentes tres representantes de la Asociación de Profesores, uno de los cuales era la dirigente Ernestina Pérez. En esa Comisión había 5 mujeres, entre ellas las profesoras Amanda Labarca (universitaria), Graciela Mandujano (secundaria) y la ya referida preceptora primaria Ernestina Pérez.
Los indicios señalan que, al interior de la Asociación General de Profesores, las mujeres tenían presencia activa y acceso a los cargos dirigentes, aunque en términos no proporcionales a su participación en la fuerza de trabajo docente, situación que fue permanente en el movimiento magisterial y que hasta el presente no se corrige. Lo distintivo de la participación femenina en la Asociación no fue tanto el número de dirigentas, sino el hecho que en el marco de esta institución social cabían la demanda y la identidad femenina.

Entre los acuerdos de la 1ª. Convención Nacional de la Asociación, se leía:“... recomendar la educación sexual; creación de puestos de Visitadoras de Escuelas y empleos para mujeres en la Dirección General de la instrucción primaria;” 5
No podemos saber quién levantó estos requerimientos. Puede suponerse que, dada la creciente feminización del preceptorado, la participación de maestras en la actividad gremial y la existencia de mujeres dirigentes en la Asociación, la demanda de acceso a los cargos haya sido formulada por maestras, quedando la incógnita respecto al origen de la demanda por educación sexual. En todo caso, esta última es indicativa de la mentalidad abierta y desprejuiciada de los maestros de la Asociación.
En la segunda Convención anual, se aprobó una resolución sobre la maestra rural, para la cual se pedía más sueldo y mejores condiciones de trabajo y seguridad en el campo6. La Asociación, en su lucha cotidiana, se convirtió en instrumento de defensa de preceptores y preceptoras. Así, en 1924, La Junta Ejecutiva hizo una presentación al Gobierno frente a “los atropellos del Consejo de Educación Primaria”. Se refería a casos de profesoras trasladadas sin consentimiento, exoneradas sin sumario y otras7. Pero, al mismo tiempo, había maestras que se organizaron por sí mismas y/o hicieronn oír directamente su propia voz.
En los primeros meses de vida de la Asociación, su Vicepresidenta Emilia Bustamante publicó un artículo en que llama a que "el profesorado femenino, que forma la mayoría del magisterio primario" exponga sus ideas en su órgano de prensa. En 1925, apareció el problema de las normalistas desocupadas. En el periódico se describía la existencia de un importante número de normalistas recién egresadas que no tenían destinación y se denunciaba que se hacía discriminación y se prefería a los maestros varones en las destinaciones cerca de Santiago8. Se informaba de la constitución de un Comité de normalistas desocupadas, como una entidad cercana o aliada de la Asociación General de Profesores, que constituyó un primer caso de organización autónoma de mujeres maestras primarias y, por añadidura, una organización reivindicativa en torno al derecho al trabajo y de rechazo a la discriminación de género en el acceso al empleo.
“Nuevos Rumbos” registraba, con caracteres dramáticos, la situación de las maestras rurales. En 1923, a raíz del asesinato de una preceptora rural de Osorno, se describían las penurias de los maestros rurales, “en su mayor parte mujeres”. Se refería a homicidios, violaciones, asaltos, persecución de los vecinos, sitio por hambre, etc.9
Otra reproducción, esta vez de “El Atacameño” de Copiapó, ligaba el tema de las maestras rurales con el ya abordado de las normalistas desocupadas. Se refería al problema de los maestros sin designaciones, que tenía como contraste, la contratación de “niñas” poco preparadas, o preparadas en cursos rápidos, pero que se quedaban con los mejores puestos. Se criticaba el hecho de enviar a las profesoras al campo, como única posibilidad de designación, en circunstancias que eran “víctimas de las inclemencias del tiempo y, aún más, de las tropelías de los grandes latifundistas que ...querrían abusar del honor de las maestras” 10.
Una voz amarga fue la de Olga Echeñique, preceptora que publicó en “Nuevos Rumbos” una carta en que criticaba a su directiva local de la Asociación y a la vez, se hacía una autocrítica y, entre otras expresiones, decía: “la moral esa que me hicieron tragar como un purgante y que yo a mi vez hago tragar a mis pequeñas alumnas” 11 . Más tarde, el mismo periódico reproducía de la preceptora Echeñique un texto poético en el que mostraba la pobreza de las alumnas de primaria y, al mismo tiempo, la contradicción de enseñarles a amar la Patria: “la mentira convencional del patriotismo”, que se ve obligada a trasmitir todos los septiembres, con frases como “a la Patria se lo debemos todo”, sin poder gritar: “Dios mío: sí, pequeña, a la Patria se lo debes todo: la miseria de tu arrabal, el hospital donde muere tu madre ...” 12
Estas y otras manifestaciones contestatarias, se relacionaban no sólo con el despertar de una rebeldía de género, sino también con la ideología predominante en las capas de dirigentes de la Asociación. Los jóvenes maestros que la fundaron y la conducían, en buena parte había vivido la experiencia de la Federación de Estudiantes de 1920 y se habían empapado de la doctrina anarco-libertaria, a la que se sumaba una postura de rechazo al “chauvinismo” y de identidad y solidaridad latinoamericana. En este marco, era más posible que se expresara la identidad de género que en las organizaciones magisteriales moderadas e incluso que en las organizaciones obreras de matriz marxista.
Elvira Espinoza, la dirigente de las normalistas desocupadas, escribió dos artículos: uno sobre su experiencia como alumna de la Escuela Normal de Concepción, recordando su experiencia con tres distintas Directoras de esa institución, una alemana, una estadounidense y una chilena; y otro ya relativo a su experiencia como preceptora y en particular sus relaciones con otras profesoras, su Directora y las alumnas. Aludía a “muchos y tristes antecedentes de difícil cuenta del ambiente por lo demás odioso y poco apropiado para encontrar, no diré felicidad, sino tranquilidad en el trabajo” 13.
Los textos acerca de la condición docente femenina en los años 20, son también reveladores de la presencia de las preceptoras en la organización sindical y en el espacio público. En comparación con el siglo XIX, en el nuevo siglo las preceptoras empezaban a tener voz propia. Era una voz autónoma. Ya no sólo hablaban las mujeres en los documentos oficiales del servicio escolar o en los Congresos Pedagógicos convocados por la autoridad. Ahora hablaban desde un espacio propio; un espacio compartido, pero no monopolizado por los varones. La Asociación era construcción social y dominio de maestros y maestras, que demostrarán en su historia que tuvieron su propia personalidad. Gracias a esta construcción compartida, maestras de aula entraban a la historia escrita.

Preceptoras y feminismo:
Es importante articular la historia del movimiento feminista con la de la entrada de las mujeres preceptoras en el espacio público, en la condición no-subordinada que ofrecía la Asociación General de Profesores.
El escenario social de los años 20 incluía otras expresiones de presencia pública de las mujeres y de debilitamiento relativo de la moral patriarcal. Gonzalo Vial ha descrito lo que ocurría con la mujer de clase media.14 Después de anotar la antigua presencia de organizaciones femeninas de carácter religioso católico, dedicadas a la beneficiencia y el apostolado, Vial se refiere a numerosas organizaciones que expresan y agrupan a las mujeres de clase media "laicas", entre ellas, el Partido Cívico Femenino, fundado en 1919, y el Club Social de Profesoras, que tenía a Gabriela Mistral entre sus socias. Las dirigentes de estas asociaciones eran en su mayoría profesionales y pedagogas, como Amanda Labarca, Isaura Dinator de Guzmán, Margarita Escobedo, Brígida Walker y Graciela Mandujano, profesoras secundarias y directoras o profesoras de escuelas normales. Pero Vial no hace referencia a las preceptoras primarias. Las páginas de Vial se refieren más bien a la clase media alta y no comprenden a las mujeres de clase media baja, entre las cuales estaba el preceptorado primario. La distinción social entre mujeres de clase media alta y baja, tenía su correlato en la diferencia entre las profesoras secundarias y de escuelas normales, y las de enseñanza primaria, lo que habla de la segmentación social al interior del propio sistema escolar público. La propia Amanda Labarca estaba consciente de esta diferenciación:
"En realidad, existen dos ejes paralelos, uno con las escuelas primarias y ciertos colegios especiales (Escuelas de Artes y Oficios y Escuelas de Agricultura); el otro, con el liceo y la universidad; el primero para la clase pobre; el segundo, para la burguesía y las esferas acomodadas"15
Era difícil que pudieran interactuar educadoras de distinta extracción social y que servían en distintos segmentos del propio Estado Docente. Sin embargo, el temprano movimiento feminista parece haberse encontrado con el movimiento de las preceptoras primarias en varias formas y coyunturas.
En 1925, tuvo lugar la ya aludida Convención Constituyente de los Asalariados de Chile. En el contexto de la crisis del régimen oligárquico y parlamentario y de la inminencia de la dictación de una nueva carta constitucional, se realizó en Marzo, una asamblea representativa de un amplio arco de las organizaciones representativas de las fuerzas sociales de la clase obrera, la clase media asalariada y los intelectuales y profesionales. Se debatió allí sobre el futuro de la República, y el tipo de régimen que debería suceder al que agonizaba un programa de salida a la crisis.
Más arriba, se han dado algunos datos sobre la representación de la Asociación General de Profesores, preceptoras incluidas. Pero en la Constituyente también estaban presentes otras mujeres. "También asistía un grupo representativo del feminismo de la época - pedagogas como Amanda Labarca y Graciela Mandujano, o profesionales como la doctora Ernestina Pérez ..." 16. Según otra fuente, una de las integrantes de la Comisión Informante de la asamblea era Berta Recabarren de Abadié, "en representación del Partido Femenino de Chile". En la plenaria de la Constituyente, María Teresa Urbina hizo un discurso en pro de la igualdad de la mujer17.¿Era de las filas de la Asociación General de Profesores o era feminista? Independientemente de su pertenencia, no cabe duda que la cuestión del género fue abierta en la Constituyente.
En el diario “Justicia”, de Santiago, en los días de la Asamblea Constituyente, Manuel A. Silva R., escribió un artículo en el que denuncia que fueron los comunistas los únicos que postularon “el derecho integral de la mujer”, en tanto que otras tendencias se opusieron y defendieron un reconocimiento estrecho de la igualdad 18. En otro artículo, el mismo vocero advierte que el triunfo de la corriente comunista en la Asamblea no quedará completa si en el próximo futuro no se cumplen ciertas condiciones como la siguiente:
... Si las mujeres asalariadas en general, hoy doblemente esclavas, quieren dignificar su personalidad anulada y mancillada por la sangrienta injusticia de que ahora es víctima.”
Si quiere acabar para siempre con todas las tiranías que hoy soporta y convertirse verdaderamente en mujer, dignificarse a si misma y con ella a la propia especie humana ...” 19.
No queda claro qué postura tuvieron en este tema los delegados de la Asociación General de Profesores. La prensa oficial tendía a verlos alineados con el bloque obrero-comunista. Pero la prensa de esta última tendencia criticaba acremente a los profesores. Tampoco fue posible dilucidar si las preceptoras que integraban la representación de la Asociación, en estas materias, votaban junto con sus colegas o se alineaban de modo diferente.
Con todo, es destacable que hubo profesoras primarias participando en un debate público sobre el país que debía construirse sobre las ruinas del parlamentarismo, debate que incluyó también la condición oprimida de la mujer y alternativas sobre el reconocimiento de su igualdad.
Lo más probable es que feministas, profesoras secundarias y universitarias y maestras primarias, hayan coincidido en dicha reunión. En efecto, en los mismos días, se celebraba en Santiago una asamblea fundacional de una organización del profesorado de la enseñanza secundaria y técnica. En ella, el profesor Guillermo Labarca, entre otros temas, manifestaba que “las profesoras piden con absoluta justicia el cumplimiento del decreto-ley reciente que establece iguales salarios para iguales funciones ...”. Más adelante, se agregaba que “ ... por aclamación se aprobó un voto propuesto por la profesora señorita Lola Mardones que ‘declara aspiración del profesorado nacional la absoluta y total equiparación del personal femenino con el personal masculino.” 20
Un agente de articulación pudo ser Amanda Labarca ( cuyo esposo, el citado Guillermo Labarca, había recogido la reivindicación de las profesoras). Si bien no pertenecía a la Asociación General de Profesores, ella participó de sus actividades. “Nuevos Rumbos” informaba frecuentemente de sus conferencias y reuniones con las preceptoras, en los locales de la Asociación, no sólo en Santiago sino en provincias. Así, en 1923, una conferencia de Amanda Labarca servía de motivo para que un articulista (M. Vidal), llamara a las mujeres a unirse, afirmando que “las llamadas a propiciar este movimiento feminista ... son las maestras, por su preparación intelectual” 21 En 1925, Amanda Labarca ofrecía un curso de perfeccionamiento a los profesores y profesoras asociados de Concepción 22. Más tarde, dictaba una charla en el Hogar de la Asociación, para dar cuenta de su viaje a Europa y de su participación en Congresos en Edimburgo, París y otros23.
Con el título de “Una charla femenina”, “Nuevos Rumbos” informaba de una reunión entre profesoras y obreras ( y esposas de obreros), en la cual, las primeras dieron una charla sobre “Los problemas de la hora presente en relación con el papel que a la mujer le corresponde.” 24. Salvo que acordaron reunirse de nuevo, no se dieron más detalles y no conocemos el contenido de la reunión. La realización de ese evento, es otro indicio de la iniciativa autónoma de las maestras al interior de la Asociación, y de su combinación de posturas de género y de solidaridad social. A su modo, las preceptoras también construían feminismo.
Como representativos del entronque entre gremialismo y feminismo entre las preceptoras de los años 20, se han escogido los siguientes tres casos individuales:
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