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Guía para el estudio de la obra “Edipo Rey” de Sófocles 2° año de Bachillerato Actividad III Estas actividades tienen como finalidad comprender, conocer, analizar, interpretar y reflexionar sobre la tragedia “Edipo Rey”. ACLARACIÓN Las propuestas aquí planteadas implican: la puesta en práctica de los conocimientos teóricos, selección de cita de texto acorde a la consigna, reconocimiento, reflexión, análisis e interpretación de los recursos empleados, además de una adecuada producción escrita que facilitará la instancia oral. Ten en cuenta que solo se comprende el significado de los fragmentos, si se tiene conocimiento completo de la obra y del vocabulario empleado. De esta manera podrás establecer las relaciones necesarias para la elaboración de tu trabajo. Profa. De Literatura: Laura Schiera
“Edipo.- Yo lo volveré a sacar a la luz desde el principio, ya que Febo, merecidamente, y tú, de manera digna, pusisteis tal solicitud en favor del muerto; de manera que veréis también en mí, con razón, a un aliado para vengar a esta tierra al mismo tiempo que al dios. Pues no para defensa de lejanos amigos sino de mí mismo alejaré yo en persona esta mancha. El que fuera el asesino de aquél tal vez también de mí podría querer vengarse con violencia semejante. Así, pues, auxiliando a aquél me ayudo a mí mismo. Vosotros, hijos, levantaos de las gradas lo más pronto que podáis y recoged estos ramos de suplicantes. Que otro congregue aquí al pueblo de Cadmo sabiendo que yo voy a disponerlo todo. Y con la ayuda de la divinidad apareceré triunfante o fracasado.”
“Edipo.- (…) Pues, aunque la acción que llevamos a cabo no hubiese sido promovida por un dios, no sería natural que vosotros la dejarais sin expiación, sino que debíais hacer averiguaciones por haber perecido un hombre excelente y, a la vez, rey. Ahora, cuando yo soy el que me encuentro con el poder que antes tuvo aquél, en posesión del lecho y de la mujer fecundada, igualmente, por los dos, y hubiéramos tenido en común el nacimiento de hijos comunes, si su descendencia no se hubiera malogrado -pero la adversidad se lanzó contra su cabeza-, por todo esto yo, como si mi padre fuera, lo defenderé y llegaré a todos los medios tratando de capturar al autor del asesinato para provecho del hijo de Lábdaco, descendiente de Polidoro y de su antepasado Cadmo, y del antiguo Agenor”.
“Tiresias.- ¡Ay, ay! ¡Qué terrible es tener clarividencia cuando no aprovecha al que la tiene! Yo lo sabía bien, pero lo he olvidado, de lo contrario no hubiera venido aquí”.
“Tiresias.- Aunque seas el rey, se me debe dar la misma oportunidad de replicarte, al menos con palabras semejantes. También yo tengo derecho a ello, ya que no vivo sometido a ti sino a Loxias, de modo que no podré ser inscrito como seguidor de Creonte, jefe de un partido. Y puesto que me has echado en cara que soy ciego, te digo: aunque tú tienes vista, no ves en qué grado de desgracia te encuentras ni dónde habitas ni con quiénes transcurre tu vida. ¿Acaso conoces de quiénes desciendes? Eres, sin darte cuenta, odioso para los tuyos, tanto para los de allí abajo como para los que están en la tierra, y la maldición que por dos lados te golpea, de tu madre y de tu padre, con paso terrible te arrojará, algún día, de esta tierra, y tú, que ahora ves claramente, entonces estarás en la oscuridad.”
“Tiresias.- Este día te engendrará y te destruirá”.
“Tiresias.- Me voy, porque ya he dicho aquello para lo que vine, no porque tema tu rostro. Nunca me podrás perder. Y te digo: ese hombre que, desde hace rato, buscas con amenazas y con proclamas a causa del asesinato de Layo está aquí. Se dice que es extranjero establecido aquí, pero después saldrá a la luz que es tebano por su linaje y no se complacerá de tal suerte. Ciego, cuando antes tenía vista, y pobre, en lugar de rico, se trasladará a tierra extraña tanteando el camino con un bastón. Será manifiesto que él mismo es, a la vez, hermano y padre de sus propios hijos, hijo y esposo de la mujer de la que nació y de la misma raza, así como asesino de su padre. Entra y reflexiona sobre esto. Y si me coges en mentira, di que yo ya no tengo razón en el arte adivinatorio”.
“Edipo. - ¡Tú, ése! ¿Cómo has venido aquí? ¿Eres, acaso, persona de tanta osadía que has llegado a mi casa, a pesar de que es evidente que tú eres el asesino de este hombre y un usurpador manifiesto de mi soberanía?”
“Edipo.- Mi padre era Pólibo, corintio, y mi madre Mérope, doria. Era considerado yo como el más importante de los ciudadanos de allí hasta que me sobrevino el siguiente suceso, digno de admirar, pero, sin embargo, no proporcionado al ardor que puse en ello. He aquí que en un banquete, un hombre saturado de bebida, refiriéndose a mí, dice, en plena embriaguez, que yo era un falso hijo de mi padre. Yo, disgustado, a duras penas me pude contener a lo largo del día, pero, al siguiente, fui junto a mi padre y mi madre y les pregunté. Ellos llevaron a mal la injuria de aquel que había dejado escapar estas palabras. Yo me alegré con su reacción; no obstante, eso me atormentaba sin cesar, pues me había calado hondo”.
“Edipo.- ¿Y de qué mal estaba aquejado cuando me tomaste en tus manos? Mensajero.- Las articulaciones de tus pies te lo pueden testimoniar. Edipo.- ¡Ay de mí! ¿A qué antigua desgracia te refieres con esto? Mensajero.- Yo te desaté, pues tenías perforados los tobillos. Edipo.- ¡Bello ultraje recibí de mis pañales! Mensajero.- Hasta el punto de recibir el nombre que llevas por este suceso”.
¿Cuál es el pasado de Edipo que se reconstruye a partir de las referencias que los personajes hacen en sus parlamentos?
“El hombre del poder será el hombre de la ignorancia. Edipo nos muestra el caso de quien, por saber demasiado, nada sabía. Edipo funcionará como un hombre de poder, ciego, que no sabía, y no sabía porque podía demasiado”. Michael Foucault (1926-1984) “Si el destino de Edipo nos conmueve es porque habría podido ser el nuestro y porque el Oráculo ha suspendido igual maldición sobre nuestras cabezas antes de que naciéramos”. Sigmund Freud (1856-1939)
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