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Anna Freud El yo y los mecanismos de defensa 15 Obras Maestras del Pensamiento Contemporáne PLANETA-AGOSTtNI Dirección editorial: R. B. A. Proyectos Editoriales, S. A. Título original: Das ich und die abwehrmechanismen Traducción de Y. P. de Cárcamo y C. E. Cárcamo © Imago Verlag, Viena © Editorial Paidós, SAICF © Editorial Planeta-De Agostini, S. A., 1984, para la presente edición Córcega, 273-277, 08008 Barcelona (España) Traducción autorizada por Editorial Paidós Diseño de colección: Hans Romberg Primera edición en esta colección: abril de 1985 Depósito legal: B. 11.948/1984 ISBN 84-395-0016-5 Printed in Spain - Impreso en España Distribución: R. B. A. Promotora de Ediciones, S. A. Travesera de Gracia, 56, ático 1.a, 08006 Barcelona Teléfonos (93) 200 80 45 - 200 81 89 Imprime: Cayfosa, Sta. Perpetua de Mogoda, Barcelona Introducción Si Anna Freud es un nombre destacado del psicoanálisis contemporáneo, no lo debe a su ilustre apellido, sino a su condición de pionera del psicoanálisis infantil y a sus importantes aportaciones en el campo de la psicología del yo, facetas que la sitúan en uno de los polos más renovadores, tanto teórica como clínicamente, del post freudismo. Eí punto de partida del psicoanálisis de niños lo constituye el Análisis de la fobia de un niño de cinco años (caso «Juaniío»), que Sigmund Freud dio a conocer en 1909. Pero fue tan sólo un punto de partida, que está lejos de poder considerarse como un psicoanálisis infantil en regla. El propio Freud lo advirtió desde el comienzo ai afirmar que «el presente historial clínico de un paciente infantil no constituye en rigor una observación directa mía. Dirigí, desde luego, en conjunto el plan del tratamiento, e incluso intervine una vez en él personalmente, manteniendo una conversación con el infantil sujeto. Pero quien llevó adelante el tratamiento fue el padre del enfermo...». Freud, desde luego, no se mostró muy esperanzado, tras el análisis del caso Juanito, de poder aplicar las técnicas analíticas a los niños. Él mismo lo explica en el historial de este caso de forma explícita. «Ninguna otra persona —dice— hubiera logrado del pequeño su- I jeto las confidencias que luego veremos ni hubiera poseído tampoco el conocimiento de causa que permitió al padre interpretar las manifestaciones de su hijo (niño de cinco años) y vencer así las dificultades de un psicoanálisis en edad tan tierna. Únicamente la unión de la autoridad paterna y la autoridad médica en una sola persona y la coincidencia del interés familiar con el interés científico hicieron posible dar al método analítico un empleo para el cual hubiera sido inadecuado en otras condiciones.» Fueron estas dificultades de aplicación de una técnica analítica que estaba diseñada para los adultos las que retrasaron durante unos años la experimentación y construcción de un método de análisis específico para niños. En esta dirección se cuentan los trabajos de Hermine von Hug-Hellmuth, quien, hacia 1915, recurrió al juego y al dibujo como medios privilegiados de expresión del niño; de manera similar hicieron valiosas aportaciones Sofía Morgenstern, Berta Bornsteín y otros. Pero la primera tentativa de sistematizar un método analítico aplicable a los niños la hizo Anna Freud en 1927 con su Introducción al psicoanálisis infantil (Einfnhrung in der Tecknik der Kinderanalyse). En esta obra, en la que se relacionan diez casos de neurosis graves en niños que oscilan entre los seis y los doce años, Anna Freud estableció una serie de criterios, que luego ampliaría o modificaría en Psicoanálisis del niño {The Psycho-Analylical Treatment of Children, 1946), pero a los que siguió en esencia siendo fiel a lo largo de toda su vida profesional, como se expresa en su última obra importante Normalidad y patología en la niñez {Normality and Pathology in Childhood, 1965). Tales criterios, que están a menudo en oposición a los de la otra gran pionera del psicoanálisis infantil, Mclanie Klein (1882-1960), parten de un hecho fundamental: el niño, a diferencia del adulto, no tiene conciencia de su estado morboso y, por lo tanto, no acude al ana- II lista estimulado por esta voluntad de curación que es condición sine qua non para emprender un tratamiento psicoanalítico. Cierto es que el niño puede sentirse angustiado, pero nunca llega a tener conciencia de su trastorno psicopatológico como manifestación de una enfermedad que se puede curar. Si el niño acude al analista es porque Jos padres así lo han decidido, tal y como ocurrió en el análisis clásico del caso Juanito relatado por Freud. En consecuencia, es necesario para Anna Freud establecer lo que denomina una « fase preparatoria» del psicoanálisis infantil, que no es propiamente analítica, y que está destinada a provocar en el niño esta motivación de que carece para asistir a la cura. Esta motivación debe surgir de una comprensión por parte del sujeto infantil de las finalidades de la terapia, lo que implica adquirir, a su vez, la conciencia de que se está enfermo y el papel íundamentai que ha de desempeñar el analista en la superación de la enfermedad. Una vez se ha sobrepasado esta fase preparatoria, es posible entrar en el marco de una situación que puede calificarse ya de plenamente analítica. Pero aquí se plantea para Anna Freud la especificidad del psicoanálisis infantil, en dos puntos fundamentales. El primero reside en la transferencia; el segundo, en la llamada «regla fundamental» del análisis, o «regla de la libre asociación». Ambos puntos, como es sabido, definen sensu stricto toda terapia que se quiera psicoanalítica. Por lo que respecta a la libre asociación, es obvio que el niño no puede llevarla a cabo cumplidamente como el adulto; Esto plantea la necesidad de explorar e intensificar nuevas vías de exploración del inconsciente. Un terreno privilegiado es el de la interpretación de los sueños, que e! niño relata con facilidad y cuyos contenidos manifiestos y latentes, al ser muy idénticos, facilitan la labor interpretativa. Otras vías vienen señala- III das por los sueños diurnos y por el dibujo, actividad ésta que revela la cualidad de los trastornos padecidos por el niño en grado muy fiable. Ahora bien, Anna Freud no acepta la técnica del juego —en gran parte ideada por Melanie Klein— como elemento válido del análisis, y más concretamente, como elemento capaz de sustituir el método de las asociaciones libres. De la misma manera, rechaza que se pueda suscitar en el niño, y a diferencia del adulto, una neurosis de transferencia, es decir, esta neurosis artificial que desarrolla el paciente precisamente en su relación con el analista y que le permite a éste manejar la cura. Anna Freud reconoce que la relación entre el niño y el psicoanalista infantil es una relación ei, cierto modo transferencial, teñida de amor u odio, pero que esto no conforma una neurosis. Las razones estriban en que para el niño las-relaciones con los padres, objetos que frustran o gratifican, son relaciones actuales, en absoluto interiorizadas como en el adulto, que rememora en el diván acontecimientos y vive*"~ias anclados en un real y efectivo pasado. Como lo entrevio Freud en el análisis del caso Juanito, es preciso que se produzca la «unión de la autoridad paterna y la autoridad médica» para que un psicoanálisis infantil funcione plenamente. Y esto es lo que sostiene Anna Freud, es decir, la imposibilidad real de que el analista llegue a suplantar a los padres del niño; o, inversamente, que el niño sea capaz de desplazar los sentimientos ambivalentes que experimenta hacia sus padres a la persona del analista. De otro lado, Anna Freud desestima la posibilidad de una separación radical entre el niño y los padres, condición que permitiría la formación de una neurosis de transferencia en el niño, pero que, una vez resuelta por el análisis, dejaría intocada la coñflictiva relación del niño con sus progenitores. Que el psicoanálisis infantil no pueda apoyarse es- IV trictamente ni en la regla de la libre asociación ni en la transferencia, no quiere decir, sin embargo, que no tenga unas reales posibilidades de curación de los trastornos infantiles. De un lado, «el terapeuta ha de asumir el ideal del yo del niño durante todo el análisis», sostiene Anna Freud, a fin de modificar el rígido Superyó característico de las neurosis infantiles. De otro lado, ha de analizar los mecanismos de defensa que el niño emplea para protegerse de la angustia y ha de contribuir a modificarlos convenientemente a fin de lograr una mayor adaptación psicosocial del niño. Este último y fundamental aspecto del psicoanálisis infantil propugnado por Anna Freud se enlaza con una de las grandes aportaciones que esta autora ha realizado y que aparecen brillantemerite sintetizadas en El yo y los mecanismos de defensa {Das Ich und die Abwerhrmechanismen, 1936). Por «mecanismos de defensa» hay que entender las distintas modalidades, en parte inconscientes, que el yo pone en marcha con la finalidad de mitigar o suprimir las excitaciones internas, junto con los recuerdos y fantasmas que comportan. Constituyen, por tanto, una actividad de primer orden en lo que respecta a la capacidad de adaptación del yo a la realidad, al principio de realidad, y su estudio pasó a primer plano, dentro de la investigación psicoanalítica, desde que Freud publicó x en 1923 El Yo y el Ello. Con El yo y los mecanismos de defensa, Anna Freud se sumó a esta corriente investigadora del psicoanálisis del período de entreguerras, que primaba, al mismo tiempo, una mayor capacidad de adaptación del propio movimiento psicoanalítico a la realidad social de su tiempo. Dentro de lá más estricta ortodoxia, Anna Freud formuló en este libro ya clásico un balance sistemático de todo lo que el psicoanálisis podía aportar, teórica y clínicamente, en el campo de la psicología del yo. V ' .i i l |>- M • i.Mialisis, en sus primeros años de existen- : i '. l ili.i purslo MI acento en el inconsciente, en tanto ¡. insiaiK ia determinante en la vida psíquica del su- |. i", a partir de los años treinta puso su énfasis en «la magnitud de la función del yo». Tan importante viraje histórico es inseparable del hecho de que en la actualidad el país donde más profundamente implantado está el psicoanálisis es Estados Unidos. Aunque, claro está, se trata de una corriente del psicoanálisis, esta que, en palabras de Anna Freud, asegura que «el yo triunfe cuando sus funciones defensivas cumplen su propósito; cuando con su ayuda logra limitar el desenvolvimiento de la angustia y del displacer y asegurar al individuo [...] alguna satisfacción por medio.de las transformaciones instintivas necesarias [...] cuando, en la medida de lo posible, logra establecer una armonía entre el ello, el superyó y las fuerzas del mundo externo». VI CRONOLOGÍA 1895 3 de diciembre: Anna Freud nace en Viena. Es la menor de los hijos de Sigmund Freud y Martha Bernays. 1925 Tras ejercer durante varios años de pedagoga en una escuela primaria y después de haberse psicoanalizado, Anna Freud es designada presidente de la Sociedad Psicoanalítica de Viena. 1927 Publica su primer trabajo importante: Introducción al psicoanálisis infantil, obra pionera en el campo del psicoanálisis de los niños. 1928 Abandona la presidencia de la Sociedad Psicoanalítica de Viena. 1936 La publicación de El yo y los mecanismos de defensa le otorga prestigio entre la comunidad psicoanalítica internacional. 1938 Al, producirse la incorporación de Austria a la Alemania nazi (Anschluss), Anna Freud acompaña a su padre en su exilio en Londres. 1939 Trabaja en la Hampstead Child-Therapy Course and Clinic, en la capital británica. Se encarga de la asistencia de Sigmund Freud que, muy enfermo, muere en septiembre de este año. 1943 En colaboración con la doctora Dora Burlingham publica La guerra y los niños. 1944 Niños sin hogar, trabajo que, como el anterior, recoge las experiencias traumáticas de los niños en el curso de la Segunda Guerra Mundial. VII 1945 Dirige la publicación The Psychoanalytic Study ofthe Child, en la que dará a conocer buena parte de sus importantes trabajos en el campo de la clínica infantil. Colaboran en la publicación personalidades como las de Heinz Hartmann, Ruth S. Eissler y Mariánne Kris. 1946 Psicoanálisis del niño. 1947 Funda en Londres la Child Therapy Course. 1952 Es nombrada directora de la Hampstead Chiíd- Therapy Clinic and Course (Londres). .1965 Normalidad y patología en la niñez.- 1966 Aparece el primer volumen de sus obras completas, que se editan en Nueva York con el título de The Writings of Amia Frettd. 1967 Abandona la dirección de The Psychoanalytic Study ofthe Child. 1971 Se publica el séptimo y último volumen de The Writings ofAhna Freud. 1982 Anna Freud muere en Londres. VIII BIBLIOGRAFÍA A) Obras de Anna Freud traducidas al castellano: Psicología del niño. Buenos Aires (Imán), 1951. Psicoanálisis del niño. Buenos Aires (Hormé), 1964. Psicoanálisis del desarrollo del niño y del adolescente. Barcelona (Paidós Ibérica). Psicoanálisis del jardín de infantes y la educación del niño. Barcelona (Paidós Ibérica). Introducción al psicoanálisis para educadores. Buenos Aires (Paidós), 1966, 5.a ed. El psicoanálisis infantil y la clínica. Buenos Aires (Paidós). Neurosis y sintomatólogía en la infancia. Buenos Aires (Paidós). Normalidad y patología en la niñez- Buenos Aires (Paidós), 1974. Psicoanálisis, autores y libros. Buenos Aires (Paidós). El psicoanálisis y la crianza del niño. Barcelona (Paidós Ibérica), 1980. El desarrollo del adolescente. En colaboración con otros autores. Buenos Aires (Paidós). Niños sin hogar. Buenos Aires (Imán), 1960. La guerra y los niños. En colaboración con D. Burlingham. Buenos Aires (Hormé), 1965. IX It'i (".ludios relacionados con la obra de Anna Freud y i'l psicoanálisis infantil: ABI:RASTURY, A., Aportaciones al psicoanálisis de niños. Buenos Aires (Paidós), 1977. — Teoría y técnica del psicoanálisis de niños. Buenos Aires (Paidós), 1969. ALEXANDER, F. y otros, Neurosis, sexualidad y psicoanálisis de hoy. Buenos Aires (Paidós), 1958. ANZIEU, D., El psicodrama analítico en el niño. Buenos Aires (Paidós), 1961. BAUDOJN, CH., El alma infantil}' el psicoanálisis. Madrid (Beltrán), 1934. BROWN, J. A. C ; Freud y los postfreudianos. Buenos Aires (Compañía Fabril Editora), 1963. FENICHEL, O., Teoría de las neurosis. Buenos Aires (Paidós), 1964. FUÍGEL, J. C , Psicoanálisis de la faynilia. Buenos Aires (Paidós), 1961. FREUD, S., El Yo y el Ello. Madrid (Alianza Editorial), 1973. — Sexualidad infantil y neurosis. Madrid (Alianza Editorial), 1972. — Psicología de las masas y análisis del yo. Más allá del principio del placer. El porvenir de una ilusión. Madrid (Alianza Editorial), 1969. GRINBERG, L. (Comp.), Prácticas psicoanalíticas comparadas en niños y adolescentes. Buenos Aires (Paidós), 1977. HARTMANN, H., La. psicología del yo y el problema de la adaptación. México (Pax), 1961. HORNEY, K., El nuevo psicoanálisis. México (F.C.E.), 1943. — La personalidad neurótica de nuestro tiempo. Buenos Aires (Paidós), 1963, 6.a ed. — La neurosis y el desairollo humano. Buenos Aires (Psique), 1955. " X PEARSON GERAI.D, H. J., El psicoanálisis y la educación del niño. Buenos Aires (Libros Básicos), 1959. SMIRNOIT, V., El psicoanálisis del niño. Barcelona (Planeta), 1975, 3.;'ed. THORPE, R., LOS fundamentos déla personalidad. Buenos Aires (Kraft), 1946. |
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