descargar 251.47 Kb.
|
5.14. Jerarquía eclesiástica y praxis penitencial En el tema de la jerarquía eclesiástica encontramos nombrados: al obispo, al presbítero, al diácono, al subdiácono, al acólito, al exorcista, al lector. Digna de ser resaltada es la praxis penitencial: encontramos testimoniada la obligación de la confesión auricular y también de los pecados de pensamiento (Cf. De Lapsis, 28). Son distintas las partes del sacramento de la penitencia: Confessio, confesión, manifestación de los pecados; remisssio, absolución dada con la imposición de manos al penitente; satisfatio, satisfacción, es decir, la aceptación de la expiación voluntaria por parte del penitente. El arrepentimiento interno del penitente, está siempre incluido en el acto de hacer la confesión (exomologesis) y san Cipriano recomienda expresarlo como un verdadero dolor. Ministros de la penitencia son el obispo y los presbíteros. En el caso de un apóstata que esté en peligro de muerte, si no se encuentra un sacerdote y el final es inminente, podrá imponer las manos un diácono en signo de reconciliación (Cf. Epístola LXVIII, 1). Parece que se trata de una reconciliación oficial, aunque la imposición de manos por parte del diácono sería uno de los signos que más tarde serán llamados «sacramentales». 1 Perì Archôn, I, praef. 2-3. 2 HE = Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea; A.H. = Adversus Haereses de Ireneo. 3 H.E., 5, 20, 4-7. 4 «Montanismo. Fue un movimiento cristiano herético cuyo autor fue Montano, que vivió en el II siglo d.C. en la Frigia (Asia Menor). Su doctrina, que tuvo un carácter apocalíptico y escatológico, se relacionaba con los fenómenos carismáticos y proféticos de la Iglesia primitiva cercana a los tiempos de los apóstoles. El montanismo se distinguía por la disciplina ascética (ayunos, severa penitencia y cosas similares), exaltaba el martirio y la liberación de las preocupaciones de la vida cotidiana. Se difundió ampliamente en el África septentrional, donde su seguidor más insigne fue Tertuliano». J. Heriban, Dizionario terminologico-concettuale di scienze bibliche e ausiliarie, (Roma, LAS 2005) 635. 5 Más tarde, el papa, mejor informado de este movimiento, lo condenó. 6 Cf. Cf. Martirio de san Potino y los otros mártires de Lión, bajo Marco Aurelio en Ruiz Bueno D. (Editor), Actas de los mártires, 317-348. 7 Cf. Comentario a Isaías, 64,4. 8 Cf. Historia de los Francos, 1,27. 9 A. Dufourcq, Sant’Ireneo, (Roma 1906) 165. 10 «Corifeo. Del lat. coryphaeus. Del gr. ς: jefe. Persona que es seguida de otras en una opinión, ideología o partido; director del coro en las tragedias antiguas griegas y romanas». En: www.rae.es (3/04/08). 11 Cf. H. Masson, Manual de herejías, 324. 12 H.U. (von) Balthasar, Gloria. Una estética teológica, 2 (Madrid, Encuentro 1986) 33. 13 Cf. P. Nautin, Hippolyte et Josipe : contribution à l'histoire de la littérature chrétienne du troisième siècle, (Paris, Cerf 1947). 14 El estoicismo es una doctrina filosófica fundada hacia fines del siglo IV a.C. por Zenón de Citio, que tiene tendencia empirista al decir que tomamos el conocimiento por percepción y es racionalista al decir que algunas ideas son innatas. Con una fuerte orientación ética, los estoicos sostuvieron las virtudes del autocontrol y el desapego, llevadas a su extremo en el ideal de la ataraxia, como medios para alcanzar la integridad emocional e intelectual. En el ideal estoico, es la liberación de las pasiones la que permite al espíritu alcanzar la sabiduría; el logro de la misma es una tarea individual, y parte de la tarea del sabio es deshacerse de los conceptos e influencias que la sociedad en la que vive le ha inculcado. Sin embargo, el estoico no desprecia la compañía de otros hombres, y la ayuda a los más necesitados es una práctica recomendada. Entre los estoicos más célebres se contaron numerosos filósofos y hombres de estado griegos y romanos; el desprecio por las riquezas y la gloria mundana hizo de ésta una filosofía adoptada tanto por emperadores (como Marco Aurelio) como por esclavos (como Epícteto). Cleantes de Assos, Crisipo, Séneca y Catón se adscribieron también a la escuela estoica. http://es.wikipedia.org/wiki/Estoicismo 15 Cf. J.C. Fredouille, Tertullien et la conversion de la culture antique, (Paris, Études Augustiniennes 1972). 16 Cf. H. Hoppe, Sintassi e stile di Tertulliano, = Antichità classica e cristiana, 26 (Brescia, Paideia 1985); R. Braun, «Deus christianorum»: recherches sur le vocabulaire doctrinal de Tertullien, (Paris, Presses Universitaires de France, 1962). 17 J.C. Fredouille, Tertullien et la conversion de la culture antique, (Paris, Études Augustiniennes, 1972). 18Cf. H. Hoppe, Beiträge zur Sprache und Kritik Tertullians, (Lund, Berlingska Boktryckeriet, 1932) 132-149. 19 Cf. R. Braun, «Deus christianorum»: recherches sur le vocabulaire doctrinal de Tertullien, 10ss ; 687-690. 20 Cf. P. Petitmengin, Saint Jérôme et Tertullien en Y. M. Duval, Jérôme entre l’Occident et l’Orient, (Paris, 1988) 43-59. 21 Jacques de Pamèle (Pamelius). Nació en Bruges el 13 de mayo de 1536, y murió a Mons en Hainaut, el 19 de septiembre de 1587. Es considerado como teólogo proveniente de Bélgica. Fue educado en la abadía cisterciense de Bonifacio, en la provincia de Namur; estudió filosofía en Louvain, y el 27 de marzo de 1553, fue promovido como magister artium. Por los siguientes nueve años estudio teología bajo la dirección de Ruard Tapper y Josse Ravestein, y después de haber recibido el bachillerato, continuó sus estudios en la Sorbonne. El 19 de junio de 1561, el realizó el cursos de cánones de St.-Donatien at Bruges, y fue ordenado presbítero probablemente el 21 de febrero de 1562. Visitó a los libreros de la « Low Countries» para procurarse manuscritos y trabajos antiguos, lleganso así a puplicar algunas edicions de textos antiguos como Micrologus de ecclesiasticis observationibus (Antwerp, 1565), o un comentario litúrgico al Ordo romano, con datos provenientes de fines del primer siglo. 22 Cf. R. Braun, «Deus christianorum»: recherches sur le vocabulaire doctrinal de Tertullien, 720-721. 23 L. Rusca en C. Moreschini, L. rusca, C. Micaelli (ed.), L’apologia del cristianesimo. La carne di Cristo, (Milano, BUR 1984). 24 C. Tibiletti (ed.), La testimonianza dell’anima, (Firenze, BPat 1984). 25 C. Moreschini en Opere scelte di Q.S.F. Tertulliano, (Torino, C1 Rel 1974). 26 C. Moreschini, L. rusca, C. Micaelli (ed.), L’apologia del cristianesimo. La carne di Cristo, 92. 27 C. Micaelli, Tertulliano. La risurrezione dei morti, = CTP 87 (Roma 1990). 28 C. Moreschini en Opere scelte di Q.S.F. Tertulliano, 111. 29 G. Scarpat, Tertulliano. Contro Prassea, = CP 12 (Torino 1985). 30 P.A. Gramaglia, Tertulliano. Ai martiri, = LCO.T 22 (Roma Alba 1982). 31 E. Castorina, Tertulliani. De Spectaculis, (Firenze 1961). 32 V. Grossi, L. Vicario, Il Padre nostros, = CCA.T (Roma 1979). 33 P.A. Gramaglia, Tertulliano. Il battessimo, = LCO.T (Roma Alba 1979). 34 Los cainitas eran una rama de los Ofitas, situada también en el siglo II, y le tributaban veneración a Caín por ser un reprobado del dios de los judíos. A todas las personas a quienes ellos consideraban que dios había condenado les dedicaban un piadoso culto. Esta secta nunca contó con gran número de partidarios dentro de los seguidores de sectas gnósticas. 35 F. Sciuto, Tertulliano. Tre opere parenetiche (Ad martyras, De patientia, De paenitentia), (Catania 1961). 36 P.A. Gramaglia, Tertulliano. Il matrimonio nel cristianesimo preniceno, = CCA.T (Roma 1982). 37 P.A. Gramaglia, Tertulliano. La corona, = LCO.T 4 (Roma Alba 1980). 38 G. Azzali Bernardelli, Tertulliano. Scorpiace, = BPat 14 (Firenze 1990). 39 S. Costanza, Tertulliano. De palio, (Napoli 1968). 40 Cf. Apologético, 17,1. 41 Apol., 21,14; Adv. Marcionem, II, 27, 6. 42 Cf. De Baptismo, 6,2; De pudicitia, 21,16. 43 Cf. De paenitentia, 10,6. 44 Cf. De anima, 11,4; 21,2; Adv. Marcionem, V, 4,8; Ad Martyras, 1,1; De baptismo, 20,5. 45 Cf. Praescr. Haer., 20,8-9; 28,1. 46 Cf. De pudicitia, 21,16-17. 47 Cf. E. Dal Covolo, Riferimenti Mariologici in Tertuliano: Lo “status questionis” en S. Felici, La Mariologia nella catechesi dei Padri = BSR 88 (Roma, LAS 1989) 121-132. 48 Cf. Poncio, Vida de san Cipriano, 2,2. 49 «De manera general se aplica el término de lapsos a los cristianos de los primeros siglos que claudicaban en su fe religiosa ante la furia de la persecución, e incluso a veces también, a los pecadores de homicidio o adulterio (De Penitencia, II). Estrictamente se 'denomina así a los cristianos que, en diverso grado y de uno u otro modo, apostataron de su fe durante la persecución de Decio. La fórmula “controversia de los lapsos” se refiere a las disputas sobre la disciplina penitencial y sus fundamentos dogmáticos con ocasión de aquel conflicto, en que los apóstatas, pasado el furor persecutorio, pedían su reintegración a la comunidad cristiana». http://www.mercaba.org/Rialp/L/lapsos_controversias_de_los.htm 50 Cipriano consintió que los méritos de los confesores y de los mártires fuesen adoptados para una mitigación de la pena, pero no permitió que los confesores y los mártires usurparan el poder sacerdotal de perdonar los pecados en el nombre de Dios. Por tanto, insistió siempre que la cuestión fuese postergada para cuando hubiese ciertas condiciones de paz y se pudieran examinar con ponderación, y en presencia de los mismos interesados, los casos particulares, para una regular readmisión en la comunidad cristiana mediante la imposición de las manos (Cf. Epístola XVII). 51 Cf. Epístola XV, 4; Epístola XVII, 1; Epístola XVIII, 1, en torno al año 250. 52 Cipriano compuso estos dos escritos al final de su exilio, es decir, en los primeros meses del mes del 251. 53 De la parte contraria a esta orientación se encontraba la corriente rigorista que concebía la Iglesia como sociedad compuesta únicamente por santos: rigoristas como Hermas, Hipólito, Tertuliano, Novaciano. 54 Epístola LXIX, 17. Ver además: K. Rahner, Die Busslehre des hl. Cyprian von Kartago en Zeitschrift für katholische Theologie 74 (1952) 257-276; 381-438. 55 Cf. Tertulliano, De Baptismo, 15. 56 De cualquier manera la Iglesia africana se uniformó al uso romano de no repetir el bautismo cuando hubiese estado conferido validamente por herejes; el concilio de Arles (314), al cual participaron numerosos obispos africanos lo decretó en el canon 8 (Cf. DH 123). |