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Gerardo DiegoAzucenas en camisa![]() A Fernando Villalón Venid a oír de rosas y azucenas la alborotada esbelta risa Venid a ver las rosas sin cadenas las azucenas en camisa Venid las amazonas del instinto los caballeros sin espuelas aquí al jardin injerto en laberinto de girasoles y de bielas Una música en níquel sustentada cabellos curvos peina urgente y hay sólo una mejilla acelerada y una oropéndola que miente Agria sazón la del febril minuto todo picado de favores cuando al jazmín le recomienda el luto un ruiseñor de ruiseñores Cuando el que vuelve de silbar a solas el vals de «Ya no más me muero» comienza a perseguir por las corolas la certidumbre del sombrero No amigos míos Vuelva la armonía y el bienestar de los claveles Mi corazón amigos fue algún día tierno galope de corceles Quiero vivir La vida es nuevo estilo grifo de amor grifo de llanto Girafa del vivir Tu cuello en vilo yo te estimulo y te levanto Pasad jinetes leves de la aurora hacia un oeste de violetas Lejos de mí la trompa engañadora y al ralantí vuestras corvetas Tornan las nubes a extremar sus bordes más cada día decisivos y a su contacto puéblanse de acordes los dulces nervios electivos Rozan mis manos dádivas agudas lunas calientes y dichosas Sabed que desde hoy andan desnudas las azucenas y las rosas (De «Poemas adrede») Esperanza![]() ¿Quién dijo que se agotan la curva el oro el deseo el legítimo sonido de la luna sobre el mármol y el perfecto plisado de los élitros del cine cuando ejerce su tierno protectorado? Registrad mi bolsillo Encontraréis en él plumas en virtud de pájaro migas en busca de pan dioses apolillados palabras de amor eterno sin carta de aterrizaje y la escondida senda de las olas (De «Biografía incompleta») El Ciprés de Silos![]() A Ángel del Río. Enhiesto surtidor de sombra y sueño que acongojas el cielo con tu lanza. Chorro que a las estrellas casi alcanza devanado a sí mismo en loco empeño. Mástil de soledad, prodigio isleño; flecha de fe, saeta de esperanza. Hoy llegó, a ti, riberas del Arlanza, peregrina al azar, mi alma sin dueño. Cuando te vi, señero, dulce, firme, qué ansiedades sentí de diluirme y ascender como tú, vuelto en cristales, como tú, negra torre de arduos filos ejemplo de delirios verticales, mudo ciprés en el fervor de Silos. (De «Versos humanos») Romance del Júcar![]() A mi primo Rosendo. Agua verde, verde, verde, agua encantada del Júcar, verde del pinar serrano que casi te vio en la cuna, —bosques de san sebastianes en la serranía oscura, que por el costado herido resinas de oro rezuman—; verde de corpiños verdes, ojos verdes, verdes lunas, de las colmenas, palacios menores de la dulzura, y verde —rubor temprano que te asoma a las espumas— de soñar, soñar—tan niña— con mediterráneas nupcias. Álamos y cuántos álamos se suicidan por tu culpa, rompiendo cristales verdes de tu verde, verde urna. Cuenca, toda de plata, quiere en ti verse desnuda, y se estira, de puntillas, sobre sus treinta columnas. No pienses tanto en tus bodas, no pienses, agua del Júcar, que de tan verde te añilas, te amoratas y te azulas. No te pintes ya tan pronto colores que no son tuyas. Tus labios sabrán a sal, tus pechos sabrán a azúcar cuando de tan verde, verde, ¿dónde corpiños y lunas, pinos, álamos y torres y sueños del alto Júcar? (De «Hasta siempre») Insomnio![]() Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes. Duermes. No. No lo sabes. Yo en desvelo, y tú, inocente, duermes bajo el cielo. Tú por tu sueño y por el mar las naves. En cárceles de espacio, aéreas llaves te me encierran, recluyen, roban. Hielo cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo que alce hasta ti las alas de mis aves. Saber que duermes tú, cierta, segura —cauce fiel de abandono, línea pura—, tan cerca de mis brazos maniatados. Qué pavorosa esclavitud de isleño, yo insomne, loco, en los acantilados, las naves por el mar, tú por tu sueño. (De «Alondra de verdad») Sucesiva![]() Déjame acariciarte lentamente, déjame lentamente comprobarte, ver que eres de verdad, un continuarte de ti misma a ti misma extensamente. Onda tras onda irradian de tu frente y, mansamente, apenas sin rizarte, rompen sus diez espumas al besarte de tus pies en la playa adolescente. Así te quiero, fluida y sucesiva, manantial tú de ti, agua furtiva, música para el tacto perezosa. Así te quiero, en límites pequeños, aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa, y tu unidad después, luz de mis sueños. (De «Alondra de verdad») Respuesta![]() A Ramón Otero Pedrayo. ¿Que en dónde está Galicia? En la cautela de la luz mansa que al besar enjoya, en el collar de espumas de la boya y en el tosco remiendo de la vela. En la vaca también color canela y en la vocal que su dulzura apoya y en el molusco mariscado en Noya y en el sueño del tren por Redondela. Búscala en la sonrisa tan arcaica, tan ambigua y angélica y galaica de la muñeira y ribeirana airosa. La hallarás, piedra lírica, en el pazo, piedra de oro y verdín, piedra leprosa. Y donde haya un regazo, en el regazo. (De «Ángeles de Compostela») Tilo![]() El tilo aquel de Santa Catalina en su compás de Siena. ¿No escuchas la cantiga cristalina que en su copa resuena? Los ojos cierro en gozos de fragancia. Tilos de mi niñez. Cómo salváis el tiempo y la distancia y estáis aquí otra vez. Y ya en la pubertad, bajo el celeste azul, sobre la cal, el que filtró mensajes del nordeste en la Rúalasal. Vosotros, entre abejas monacales de oro sonoro, tilos que desde el huerto veis surtir cristales de mi ciprés de Silos Porque tú amas los tilos y la calma de su flor en tus nervios, quiero aprender de ti a domar mi alma, mis ímpetus soberbios. Lección de serenada mansedumbre, de paciencia encendida. Flores de ti, mi lámpara y mi azumbre, la razón de mi vida. Como a la flor del tilo en primavera contra el insomnio torvo, beberte en infusión, niña, quisiera, beberte sorbo a sorbo. (De «La sorpresa») La cometa![]() A Eduardo Casanueva. Descalza por la mar, la primavera llega, racha de sal, para que vueles, niña feliz de cañas y papeles con la trenza ondulante y onceañera. Alta la brisa va, alta y ligera la cometa. Qué lindos sus cuarteles de angélicos y hexágonos broqueles y qué airosa en el cielo y callealtera. Cómo tira de mí, cómo me llama a su rampa de luz, cómo me incita y me dice en secreto que me ama cuando en mi pulso azul muerde y palpita. Oh mi primera novia en la alta rama de esta pasión de álamo infinita. (De «Mi Santander, mi cuna mi palabra») Mano en el agua![]() A Eduardo Díez-Rábago. Hierve el agua feliz de sal y roce, al desflorarla en flcha la costura de la proa. Por una y otra amura, senos se hunden, abultan, piden goce, tacto viril, castigo que destroce, solidez a que asirse, forma dura. Y yo dejo colgar mi mano impura, mi mano que el misterio desconoce. Mano en el agua, palma muerta, estrella, dedos que peinan lágrimas y risas, líquidas chispas de la helada fragua, mimos de madre y burlas de doncella. Mano en el agua y sus delicias lisas, siempre verde, inconsútil, virgen agua. (De «Mi Santander, mi cuna, mi palabra») Orfeo![]() ¿Para quién cantas tú, para quién canta tu alma de luz, el lirio de tu cuello? ¿Para el fuego de Apolo o el cabello en fuga huracanado de Atalanta? Árboles, rocas, fieras, mueve, imanta, bambolea y concentra tu destello de oro, tu timbre que, si eriza el vello desde el orco hasta el cielo nos levanta. Tu voz conduces, intervalas, bañas en llanto. Se te rompe. Mas perdura tu mano. Orfeo, que edifica y dice —arrancando a la lira sus entrañas— las sílabas de un nombre que inaugura, crea toda la música: ¡Euridice! (De «Libros futuros») |