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Evite el abuso La clave para evitar el abuso físico es recordar que la vara se llama “vara de la corrección” y no “vara de la venganza.” Nunca se debe dar al niño para desahogarse de la ira, sino con dominio propio y amor. Cuando este demasiado enojado por alguna falta de rebelión o de respeto, por parte de su hijo dígale: “…estoy demasiado enojado para castigarte ahora, pero en quince minutos cuando me tranquilice, te voy a dar lo que mereces.” Así se les enseña la importancia de disciplinar con dominio propio. Considere otros puntos para evitar el abuso
En vez de dar palmadas cada rato, con calma lleve al niño a un lugar aparte, con tranquilidad sáquese el cinturón, dígale al niño porque le está dando, y dele con dominio propio. Conviene no apurarse con este proceso para que el niño tenga tiempo para reflexionar sobre la gravedad de su ofensa. Así, haciendo de la disciplina “un gran acontecimiento,” se evita el castigo caprichoso. El escritor de Hebreos dice, “Ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza, pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (Hebreos 12:11). Confiemos en estas palabras y en el instrumento que Dios ha especificado para ayudarnos frente a la rebelión, la vara de corrección. Consideraciones a tener en cuenta al administrar los azotes
Los azotes son un asunto privado entre un padre y un hijo; su propósito es la corrección, no el avergonzar al niño. Antes de darle unos azotes, el padre debe llevar su hijo a un lugar donde se asegure la privacidad. Corrige a tu hijo, y te dará descanso, Y dará alegría a tu alma. 31
Antes de dar los azotes, es importante estar seguro que el niño entiende la razón por la que se castiga, para guiar a dicho niño al arrepentimiento en cuanto al asunto en particular, El niño necesita comprender que los azotes no son un ataque personal contra ellos, sino la corrección por lo que han hecho mal. Explíquele al niño el porqué los azotes, se debe usar un lenguaje sencillo y directo. Dicha explicación debe centrarse en lo que el niño ha hecho señalándole enseguida lo que hizo mal; (Ejemplo Me has mentido diciéndome que…) y evitar los comentarios que no son del caso.
Dios proporciono a los padres el lugar perfecto para dar de manera efectiva los azotes al niño, esta es la parte trasera, Proverbios 10:13 En los labios del entendido se halla sabiduría, pero la vara es para las espaldas del falto de entendimiento. Este además de ser un sitio seguro por estar bien blando, es altamente sensible. Para que unos azotes sean efectivos se necesita lograr un buen contacto.
Los azotes necesitan ser lo suficientemente fuertes y durar lo suficiente para producir un llanto arrepentido, que signifique “lo siento” Un padre podrá discernir en el llanto de un niño cuando este se ha quebrantado y ha llegado a arrepentirse, sobre cierto asunto. El llanto de arrepentimiento es diferente de un llanto de ira o protesta, el cual se produce habitualmente al comienzo de los azotes. No es un llanto fingido como el que a veces los niños derraman para librarse de unos azotes, sabiendo que el padre o la madre se detendrán si llora de esa manera. La duración exacta y dureza que ha de tener los azotes para que produzca el llanto de arrepentimiento, son cosas que el padre debe determinar.
Después de corregir a un niño, un padre debe dejar que este llore durante un periodo de tiempo razonablemente corto. Entonces debe decirle que deje de llorar, volviendo a ponerle bajo control. El padre no debe salir inmediatamente de la habitación dejando al niño en lagrimas, estas pueden convertirse en compasión propia; pudiendo el niño ir a buscar la simpatía en otra persona, posiblemente el otro padre o abuelos, si esto sucede lo más probable es que se obstaculiza el arrepentimiento del niño, se puede dar la división y enemistad de los padres. El periodo de reconciliación después de los azotes proporciona un tiempo especial de amor e intimidad entre padre e hijo, dando confianza y consuelo al niño. El tiempo que un padre pasa con su hijo después de unos azotes, le asegura a este de que el asunto ha sido tratado y terminado, es algo que pertenece al pasado y que no se volverá a sacar a relucir ni se utilizara en contra suya. Este sentimiento puede ser fortalecido por los abrazos amorosos y tranquilizadores además de un breve dialogo del padre con el hijo. Este tiempo de reconciliación sirve para confirmarle al padre que el corazón del niño ha llegado a un verdadero arrepentimiento; esto se puede comprobar mandándolo a que dé pasos de restitución, si ha mostrado una mala actitud hacia alguien, debe ir a la persona y decirle ¿me perdonas? Esto volverá a poner al niño bajo la guía positiva de la obediencia y las buenas actitudes: Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, 32 Proverbios. 8:13 El temor del Señor es aborrecer el mal: yo aborrezco la soberbia, la arrogancia, el mal camino y la boca perversa. Toda sabiduría verdadera comienza con humilde respeto a la revelación de Dios en las Sagradas Escrituras, y a las autoridades que Dios ha establecido... Salmos. 19:8-11 Los preceptos del Señor son justos, porque traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es puro y llena los ojos de luz. El temor del Señor es limpio y permanece para siempre. Los decretos del Señor son verdaderos, todos ellos son justos, ¡son de más valor que el oro fino, más dulces que la miel del panal! Son también advertencias a este siervo tuyo, y le es provechoso obedecerlas. Los soberbios, por el contrario, se rebelan ferozmente contra Dios y su orden; y con ello elaboran su propia desdicha. Tuercen toda la verdad respecto a Dios. Unos niños alegres y obedientes son el resultado de padres que toman en serio las responsabilidades que Dios les ha dado en cuanto a instruir a sus hijos en su camino y no se resisten por ello: “Aun el muchacho es conocido por sus hechos, Si su conducta fuere limpia y recta “ Proverbios 20:11 Por sus acciones se conoce si un joven se conduce con rectitud. Nuestro código Civil en sus artículos 262 y 263, ordena que los padres o la persona encargada del cuidado personal de los hijos, tengan la facultad de vigilar su conducta, corregirlos y sancionarlos moderadamente. Además que los derechos conferidos a los padres en el artículo precedente se extenderán en ausencia, inhabilidad o muerte de uno de ellos, al otro, y de ambos a quien corresponde el cuidado personal del hijo menor no habilitado de edad. Los problemas y fracasos que los padres experimentan al educar a sus hijos son causados por falta de búsqueda de la sabiduría de Dios y de su instrucción para aplicarla a sus vidas. Cuestionario
LECCIÓN 6 OBJECIONES QUE SE PLANTEAN AL PROCESO DE DISCIPLINAR Proverbios 23:13 No dejes de corregir al joven, pues unos cuantos azotes no lo matarán. El mandato bíblico es claro, “no rehúses el corregir”; esto era un problema en el tiempo de Salomón, lo mismo que es problema hoy. Sin embargo, el hombre moderno ha hecho una resistencia más marcada, más enfática, más intelectual. El hombre moderno se postra ante toda teoría que venga revestida de un ropaje científico. Si alguien escribe un libro cerca de la crianza de los hijos, y tiene un PhD, ese PhD le dará importancia a lo que dice, aunque sea una necedad. El hombre se postra ante los científicos, deifica a los científicos, y eso hace más difícil nuestra situación. De todos modos, veremos que las objeciones actuales son las mismas que había en el tiempo en que la Biblia fue escrita, ya que cada una de ellas es tratada en las Escrituras, y respondida como si el autor hubiese tenido esas objeciones en mente. Primera objeción:
Algunos dicen que: esto genera temor, genera violencia; Proverbios 22:15: “La necedad está ligada en el corazón del muchacho; mas la vara de la corrección, la alejará de él”. El texto no dice que la vara le ocasionará efectos psicológicos devastadores en la personalidad, Aquí se debe hacer una aclaración, la palabra “necedad” es lo opuesto a la sabiduría; aquí no se refiere a ese comportamiento propio de los niños, porque son niños. Aquí no se está hablando de la vara para corregir el hecho de que nuestros hijos son niños, y ellos a veces tienen falta de coordinación; si nuestros hijos, por una falta, de coordinación tumban un vaso y riegan el agua en la mesa, o lo botan afuera y el vaso se rompe, eso no es una necedad. Nuestros hijos pequeños a veces tienen falta de coordinación. Aquí se está hablando de corregir la necedad. Y en Proverbios está claramente establecido que la sabiduría, que es opuesta a esta necedad, no es otra cosa que el temor del Señor; ¿Y qué es el temor de Dios? El alejarse del mal. Por lo tanto, aquí se está hablando de alguien que ha hecho lo malo, de alguien que se ha revelado a la autoridad del padre, de alguien que ha desafiado la autoridad del padre. Nuestros hijos nacen con una oposición natural hacia ese temor de Dios, y el medio que Dios ha instituido para tratar con este problema es la vara y la corrección; Dios ha prometido bendecir este medio, Proverbios 23:13 y 14: “No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, y librarás su alma del Seol”. En otras palabras, la influencia de la vara es beneficiosa; allí no dice: “No cometas el error de usar el violento, agresivo y obsoleto método de castigar, ya que esto causará terribles daños en la personalidad de tus hijos”. No, rehúses corregirlo, castígalo con vara y no morirá. Esto no es un asunto de interpretación, estos textos son muy claros; no es un asunto de interpretación sino de autoridad. Aquí lo que estamos definiendo es: ¿Quién es tu autoridad? Segunda objeción:
Los expertos presuponen que cuando un padre les pega a sus hijos es porque ya está exasperado, está airado y está descargando su frustración contra el niño, por lo tanto, es un acto casi de odio; sin embargo, la Escritura enseña exactamente todo lo contrario. Proverbios 13:24: El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; más el que lo ama, desde temprano lo corrige. ¿Por qué muchos padres rehúsan el usar ese método? Porque prefieren no meterse en una confrontación con sus hijos; no es porque los aman, sino porque se aman a sí mismos. Dios dice que eso manifiesta desamor hacia los hijos, que eso es irresponsabilidad. Eso es lo que dice Dios, de hecho, ese no es el ejemplo que Él nos dejó en su Palabra, en Proverbios 3:11 y 12 dice la Escritura: “No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; ¿Por qué? Porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere”. Un padre que no usa la vara para corregir a su hijo, no está representando a Dios en su paternidad, porque Dios al que ama disciplina, porque Dios usa la vara para castigar la rebeldía de su hijo. ¿Y quién puede acusar a Dios de desamor, o de impaciente? Es cierto que hay padres que pegan airados, cuando han perdido la paciencia; también es cierto que algunos padres son crueles e injustos; padres que hacen demandas caprichosas e irrazonables a sus hijos, y luego les pegan cuando ellos no pueden llenar la medida que sus padres exigen. Todo eso es cierto, pero ese no es el punto. Es verdad que la vara puede ser mal usada, ya sea por una actitud pecaminosa o por ignorancia. Usted puede usar el teléfono para dar lata, para chismosear, para salvar una vida, ¿Alguien puede decir que el teléfono no es beneficioso? No podemos negar que el uso de la vara puede ser terrible. Lo cierto es que el uso apropiado de este medio es una manifestación del amor de los padres por los hijos, y más aún, que el evadir esa responsabilidad es una crueldad, es una manifestación de desamor. En el fondo, los hijos lo interpretan así. Por supuesto que para ellos es terrible cuando uno les dice: Sube a tu cuarto, y uno comienza todo el proceso con ellos: ¿Qué hiciste? ¿Estuvo bien lo que hiciste? ¿Qué debo hacer yo como padre?, etc. Sin embargo, si nosotros no hacemos eso, nuestros hijos se sienten descuidados y no solamente descuidados, sino que se sienten inseguros porque ellos no conocen cuáles son sus límites, y ellos no pueden establecerlos por sí mimos, porque ellos son niños. Hijos que no han sido criados en una disciplina muy precisa, son hijos inseguros y sienten en el fondo que sus padres no los quieren, que sus padres no se interesan por ellos, que no hay forma de llamar la atención de sus padres, ni haciendo lo malo siquiera. ¿Qué dice Dios? El que retiene el castigo odia a su hijo. Tercera objeción: |