Tesis en cumplimiento de los requisitos para optar al título de magíster en Estudios Teológicos






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Cuestionario

  1. ¿Cómo se resumen los deberes de los padres en conformidad con las enseñanzas bíblicas?

  2. ¿Cuál es el mayor obstáculo que enfrentan los padres acerca del concepto del amor y el sexo que deben tener los hijos?

  3. ¿Cómo puede usted ayudar a su hijo o hija, a tener un correcto sentido acerca del amor y la sexualidad?

  4. Según Proverbios 16:6. ¿Cómo debemos expresar el verdadero amor a nuestros hijos?

  5. ¿Cuál es la más excelsa sabiduría de proverbios?

  6. ¿Cuáles son las obligaciones especiales de los hijos para con los padres que se desprende del 5to. Mandamiento del Decálogo?

  7. ¿Cuáles son las cuatro áreas esenciales que abarca una buena educación?

  8. ¿Qué indica el texto de proverbio al padre que no aplica el castigo cuando es debido?

  9. ¿Cuál es la correcta corrección que se nos revela en las sagradas escrituras?

  10. ¿Cuáles son los deberes de los hijos para con los padres?

  11. ¿Qué significa respetar a los padres?

  12. ¿Qué es darle honra a los padres?


LECCIÓN 5

LA VARA DE LA CORRECCIÓN

Vivimos en una cultura en la cual muchos niños se crían sin disciplina, como resultado son egoístas y exigentes. Aun padres cristianos muchas veces no quieren disciplinar a sus hijos y ellos se convierten en rebeldes, dominando a sus padres y siendo los que controlan el hogar.

Los niños que no aprenden las consecuencias desagradables del mal comportamiento, se crían confundidos y sin la capacidad de distinguir entre lo malo y lo bueno. Llegan a ser consentidos y egoístas. El mundo de las ideas está continuamente cambiando. Las ideas tienen su periodo de popularidad y de impopularidad. Así como las combinaciones de colores que están en boga y luego no lo están en el mundo de la moda y de la decoración, las ideas algunas veces están de moda y otras veces no lo están. La vara, como una forma de disciplina, es una idea que actualmente no está de moda.

Muy probablemente si hubiésemos hablado sobre la importancia de la comunicación con los hijos en la época del año 1950, hubiéramos encontrado poca atracción en el hombre promedio. Nadie le daba la debida importancia a este hecho, es decir hablar con los hijos, pues eran relegados al sitio de atrás.

Hoy vivimos en una era en la que los conceptos de los derechos humanos y la dignidad han hecho que la idea de pegarles a los hijos parezca barbárica. Hemos venido a ser sensibles a la posibilidad de abuso infantil y no queremos que los padres sientan que están en su derecho de castigar a sus hijos cuando sea necesario hacerlo.

Hablemos de la naturaleza del problema

Comencemos diciendo que los niños en su proceso de formación, necesitan instrucción y dirección. El problema más básico de los niños no es falta de información, de lo contrario los problemas desaparecían una vez que ellos son capaces de aprender unas cuantas cosas; y eso no es verdad. Dejemos en claro que el problema de los niños no es falto de información, sino que al nacer con una naturaleza pecaminosa, hay dentro de su corazón la inclinación al mal, que de permitírseles desarrollar y crecer, le traerían su eventual destrucción.

La vara funciona en este contexto, pues está dirigida a las necesidades internas del niño, las cuales no pueden ser satisfechas solamente hablando.

Proverbios 29:17

Corrige a tu hijo y te dará descanso, y dará alegría a tu alma.

En esta parte de la tesis, nos enfocaremos en el tema bíblico de los azotes. Sin embargo es importante recordar que el dar azotes es un aspecto importante en la educación de los niños y lo último que un padre debe hacer. La biblia enseña a los padres: “instruye al niño por el buen camino” 24 y los azotes han de entenderse en el debido contesto de dicha instrucción.

Una educación adecuada a los niños abarca cuatro áreas esenciales:

El amor, la disciplina, la enseñanza y el ejemplo. Cuando todas estas áreas funcionan juntas el resultado es una educación debidamente equilibrada; pero si no son entendidos en este contexto, carecerán de equilibrio, por lo que producirá efectos negativos, dejando una sensación de endurecimiento y desesperación en el hogar. Sin embargo dar los azotes en el contexto del amor, enseñanza y ejemplo, producirá una educación efectiva en el niño.

El dar azotes es un área que fácilmente se entiende mal y de la que se abusa de manera constante, llegando a ser objeto de crítica y ataque e incluso solicitada para ser declarada como violencia intrafamiliar, pero es el mismo Dios quien le da la gran importancia que merece los azotes y es Él mismo quien ordena a los padres utilizar esta clase de disciplina en la educación de sus hijos.

  1. La razón bíblica para el uso de la “vara de la corrección”

Al respecto surgen muchas preguntas, tales como: ¿para qué está diseñada? ¿Es realmente necesario su uso? ¿No habrá otra manera mejor de corregir a los hijos? ¿Cuál es la idea detrás de esto? ¿Esta forma, hará que los hijos se sientan resentidos? El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Más el que lo ama, desde temprano lo corrige; La necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara de la corrección la alejará de él; No rehúses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, Y librarás su alma del Seol.

Proverbios 13:24

El que no aplica el castigo aborrece a su hijo; el que lo ama, lo corrige a tiempo.

Muchos especialistas de la educación precisamente le dan la vuelta a esto: “Quien usa la vara, odia a su hijo; mas quien lo ama, nunca le pega”. El texto de Proverbios indica que el padre que no aplica el castigo a su hijo cuando es debido, no le ama como conviene y debe. Pero el que lo ama como conviene y debe, desde temprano o a tiempo (es decir antes de que hayan echado raíces los malos hábitos y vicios) lo corrige.

Actualmente, como es natural, nadie añora que vuelvan los tiempos en que los maestros anotaban con detalle cuántas veces habían usado la vara. Pero en la actualidad, ¿no hemos venido a caer en el otro extremo? ¡Ay del maestro que da un “reglazo” a un niño revoltoso! La vara, como medio de corrección, ha desaparecido casi por completo en todo el mundo occidental. Pero, evidentemente, no por la autoridad de la Sagrada Escritura, pues ésta, concretamente en Proverbios, aconseja repetidamente el castigo corporal como medio de educación.

Proverbios 23:13-24

No dejes de corregir al joven, pues unos cuantos azotes no lo matarán; por el contrario, si le corriges, le librarás de la muerte. Cuando alcances la sabiduría, hijo mío, no habrá nadie más feliz que yo; sentiré una profunda alegría al oírte hablar como es debido. No tengas envidia de los pecadores; antes bien, honra siempre al Señor; entonces tendrás un buen fin y tu esperanza jamás será destruida. Atiende bien, hijo mío, y aprende; procura seguir el buen camino. No te juntes con los borrachos ni con los que comen demasiado, pues los borrachos y los glotones acaban en la ruina, y los perezosos se visten de harapos Atiende a tu padre, que te engendró; no desprecies a tu madre cuando sea anciana. Compra la verdad y la sabiduría, la instrucción y el entendimiento, ¡y no los vendas! El padre del hijo bueno y sabio tiene razón para estar feliz y orgulloso.

Proverbios 26:3

Al caballo hay que domarlo, al asno hay que frenarlo y al necio hay que azotarlo.

Proverbios 29:15

La vara y la reprensión dan sabiduría, pero el niño consentido avergüenza a su madre.

Aconsejemos este precepto como medida preventiva para el bienestar de los niños.

La corrección, en la Sagrada Escritura, no consiste en primer lugar, en pegar, sino en enseñar amigablemente, en dirigir y amonestar. Proverbios. 1:2-3 y 3:11-12. Pero cuando esto no es suficiente, necesariamente debe usarse la vara de la corrección.

Cuando Israel, a veces, no quiso oír la dirección Divina, entonces Dios los castigó severamente. ¡Tan grande era el amor con que Dios había usado su vara! También en esto debemos ser seguidores de Dios. La corrección a nuestros hijos debe consistir, como la corrección de Dios sobre nosotros, en primer lugar, en una amorosa dirección por medio de la enseñanza. Por eso, la enseñanza de la Palabra de Dios es el mejor medio de corrección en el hogar y en la escuela.

El Señor ejercía la corrección en Israel, en primer lugar, por la enseñanza en la sagrada escritura, realizada por padres y madres, sacerdotes y profetas. Así pues, la lectura diaria y el relato de la Palabra del Señor es ciertamente el medio de corrección por excelencia, en el hogar, la iglesia y en la escuela. Así es como el pueblo de Dios obtiene conocimiento de Dios y su Pacto, así como de las reglas y amenazas de ese Pacto, y aprende la verdadera sabiduría.

Además, también nos mostraremos seguidores de Dios en que nunca ejercitaremos la corrección de otra manera que por amor. El amor verdadero no puede tolerar que el mal gane terreno y se instale. Si las palabras no son de ayuda, la vara y el castigo pueden prestar sabiduría, Pro. 29:15.

Evidentemente, también en Israel había padres y educadores que se ahorraban la vara. Quizá porque creían que el amor paternal y los castigos corporales no concordaban entre sí. Pero los sabios condenaban, tajantemente, esa línea de conducta que aparentemente está llena de amor al niño, pero que, de hecho, procede del desamor. Tales padres desconocen el poder del pecado sobre el corazón del niño y deberían fijarse más en el ejemplo de Dios.

Él instruyó a su hijo Israel preferentemente con palabras, pero, si era necesario, no dudó en usar también la vara. También para estas cosas vale la Palabra de las Escrituras: «El corazón del sabio discierne cuándo y cómo cumplirlo. Porque para todo lo que quieras hay un tiempo y un cómo. “El corazón del hombre se inclina al mal desde su juventud”. Gn. 8:21, Job 14:4, Sal. 51:7; por lo cual, los padres deben reprimir desde muy temprano el mal que hay en el corazón de sus hijos, mediante el muro de la corrección.

Los sabios israelitas, respecto a la corrección, no pensaron en primer lugar en pegar, sino en la dirección e instrucción que se da mediante la enseñanza amigable en el temor del Señor.

Eclesiastés. 8:5-6

El que guarda el mandato real no experimenta ningún mal; y el corazón del sabio conoce el tiempo y el modo. Porque para cada deleite hay un tiempo y un modo, aunque la aflicción del hombre sea mucha sobre él.

La edad infantil es la mejor época para formar el carácter. Incluso en la escuela básica, y por tanto, desde sus 6 a sus 12 años, los niños ya no cambian radicalmente.

Los fundamentos del respeto a la autoridad deben ponerse antes de la edad escolar. De ese modo, muchos niños en la época de la escuela básica pueden pasar sin mayores problemas de conducta.

Por lo demás, Salomón, con la palabra corrección, no sólo se referirá a vara, sino a todos los medios de corrección sensibles por los que los padres inteligentes le hacen saber a un niño rebelde que ha pecado.

Quien lee la Sagrada Escritura teniéndola como verdadera Palabra de Dios, entiende que aquí hay órdenes divinas para ejercitar la autoridad sobre los niños, y principios divinos para conducir a los jóvenes en los caminos de Dios.

Proverbios: 23:13-14

No rehúses corregir al muchacho, porque si lo castigas con vara, no morirá. Castígalo con la vara y librarás su alma del Seol.

Los padres que deben castigar a sus hijos, frecuentemente sienten ellos mismos un gran dolor. Por eso, esta amonestación contra la blandura de corrección no es superflua ni excesiva. Esta amonestación es especialmente pertinente porque los pueblos cristianizados, por su apostasía de Dios y su Palabra, se han entregado a una indisciplina cada vez mayor.

El espíritu secular (que domina a nuestros contemporáneos, 1 Cor. 2:6 y 2 Cor. 4:4) hace ya muchos años que predica la «educación libre», y no quiere ni oír hablar de los castigos corporales ni tampoco de la vara, de la que los autores de proverbios tanto hablan. Puesto que es necesario que defendamos su consejo frente al revolucionario espíritu de nuestra época (Is. 40:8, 2 Co. 13:8), dejemos claro el principio de que «toda la Escritura ha sido inspirada por Dios», 2 Ti 3:16, cuando se trata de proverbios sobre la vara de corrección.

Todos los proverbios que hablan sobre castigos corporales están por encima de toda crítica.

Proverbios. 23:15-16

Cuando alcances la sabiduría, hijo mío, no habrá nadie más feliz que yo; sentiré una profunda alegría al oírte hablar como es debido.

Hijo mío, si tu corazón es sabio, también a mí se me alegrará el corazón, y mis entrañas también se alegrarán cuando tus labios hablen con rectitud. ¿Brota este lenguaje de un carácter pobre en sentimientos?

Para estos sabios la corrección no se limitaba a castigar.

Los padres deben persuadir a los hijos a prestar atención a las instrucciones que se les da, a fin de que tomen conciencia de sus deberes. Un buen padre sabe cuándo debe castigar a su hijo, y por el bien de su hijo lo castigará con vara. La vara bien empleada no lo matará, sino que lo preservará de morir como un criminal.

Al respecto

Proverbios. 19:18.

Corrige a tu hijo mientras aún pueda ser corregido, pero no vayas a matarlo a causa del castigo.

El término hebreo yâsar (corregir) es una raíz primitiva; usada para castigar, literalmente o figuradamente (con las palabras); para instruir: corregir, reformar, reprobar, enseñar etc.

Tan pronto como aparece un principio de corrupción en los hijos, hay que aplicar el correctivo antes que se convierta en hábito. Si con la corrección no se mejora, debe aplicar el castigo físico, pero sin excederse.

Otros comentaristas dicen al respecto de este texto en su parte segunda,

no le causes la muerte a tu hijo, por negligencia en corregirle”. Ryrie.

Otra versión dice: Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza, y no dejes que tu alma se detenga por causa de su llanto.

La nueva traducción viviente lo dice en estos términos: disciplina a tus hijos mientras haya esperanza; de lo contrario, arruinaras sus vidas.

En el libro de Proverbios, corrección es primariamente, dirección amigable y paternal, mediante enseñanza y amonestación que, de forma eventual, puede aportar alguna fuerza, preferentemente con niños pequeños, mediante un par de azotes.

Sobre la aplicación de los castigos corporales en la educación, Salomón pensaba de manera diferente que los pedagogos modernos. Él enseñaba: «El que no aplica el castigo aborrece al hijo; el que lo ama, lo corrige a tiempo», Pro. 13:24Quien no corrige a su hijo, no lo quiere; el que lo ama, lo corrige”.

La Toráh conocía el castigo corporal para hacer justicia, pero fijó al juez el máximo de 40 azotes,

Esto, no es algo típico del Antiguo Testamento solamente, pues, en la carta a los Hebreos también hay referencia al respecto de la disciplina de los hijos.

Hebreos 12:5-11

Y habéis olvidado ya lo que Dios os aconseja como a hijos suyos. Dice en la Escritura: “No desprecies, hijo mío, la corrección del Señor ni te desanimes cuando te reprenda. Porque el Señor corrige a quien él ama y castiga a aquel a quien recibe como hijo.” Soportad la corrección, y así Dios os tratará como a hijos. ¿Acaso hay algún hijo a quien su padre no corrija? Pero si Dios no os corrige, como corrige a todos sus hijos, es que no sois hijos legítimos, sino bastardos. Además, nuestros padres aquí en la tierra nos corregían cuando éramos niños, y los respetábamos. ¿Por qué no hemos de someternos, con mayor razón, a nuestro Padre celestial, para obtener la vida?

Nuestros padres aquí en la tierra nos corregían durante esta corta vida, de la forma que más conveniente les parecía; pero Dios nos corrige para nuestro verdadero provecho, para hacernos santos como él. Ciertamente ningún castigo es agradable en el momento de recibirlo, sino que duele; pero si uno aprende la lección, obtiene la paz como premio merecido.

El termino griego Παιδεία paideia, usado como corregir tiene la idea de educación o entrenamiento; la corrección, implica disciplina, castigo, nutrición. Son conocidas las impugnaciones que se han aportado contra los castigos corporales. Se los considera inhumanos y demasiado duros.

¿Qué habrían pensado de estas impugnaciones, los sabios en el antiguo Israel?

! Él (niño) no muere de eso! Es decir, el asunto no se ve en su justa proporción; y luego sigue el argumento principal: “Tú lo castigas con la vara, pero salvas su vida (literalmente: su alma) del reino de la muerte!”. El niño no sólo sobrevivirá, ¡La corrección puede salvar vidas! Si no, ¡fijémonos en los niños que crecen indisciplinados! A esos niños de tres años, cuyas manos todo lo quieren coger y manipular, a quienes se les ha privado de toda disciplina, mueren, a veces, por ingerir líquidos excesivamente calientes, o sustancias venenosas.

Es cierto que la mejor disciplina no puede evitar un accidente, pero, en muchos casos, una buena disciplina podría haber salvado vidas, literalmente, de la muerte.

El padre cristiano debe seguir la gran regla de Dios el Señor: «Yo, a quien amo, lo corrijo». El asunto lo resumen los ingleses en este refrán: “Spare the rod and spoil the child” (Evita la vara y corromperás al niño). 25

Proverbios. Cap. 4

Hijos, atended a los consejos de vuestro padre; prestad atención, para que adquiráis buen juicio. Yo os he dado una buena instrucción, así que no descuidéis mis enseñanzas. Pues yo también he sido hijo: mi madre me amaba con ternura y mi padre me instruía de esta manera: “Grábate en la mente mis palabras; haz lo que te ordeno, y vivirás. Adquiere sabiduría y buen juicio; no eches mis palabras en olvido. Ama la sabiduría, no la abandones y ella te dará su protección. Espacio entre párrafos

Antes que cualquier otra cosa, adquiere sabiduría y buen juicio. Ámala y te enaltecerá; abrázala y te honrará; ¡te obsequiará con la más bella guirnalda y te coronará con ella!” Atiende a mis palabras, hijo mío, hazlas tuyas y aumentarán los años de tu vida. Yo te llevaré por el camino de la sabiduría: te haré andar por el buen camino, en el que no habrá estorbos a tu paso, en el que no tropezarás aun cuando corras. Aférrate a la instrucción y no la descuides; ponla en práctica, pues es vida para ti. No vayas tras los pasos de los malvados; no sigas su mala conducta. Evita pasar por su camino; apártate de ellos y sigue adelante, pues no están en paz si no hacen lo malo; pierden el sueño si no hacen caer a alguno. ¡Su comida y su bebida son la maldad y la violencia!

El camino de los justos es como la luz de un nuevo día: va en aumento hasta brillar en todo su esplendor. Pero el camino de los malvados es oscuro; ¡ni siquiera saben contra qué tropiezan! Atiende a mis palabras, hijo mío; préstales atención. Jamás las pierdas de vista, ¡grábatelas en la mente! Ellas dan vida y salud a todo el que las haya.

Cuida tu mente más que nada en el mundo, porque es fuente de vida. Evita el decir cosas falsas; apártate de la mentira. Mira siempre adelante, mira siempre de frente. Fíjate bien en dónde pones los pies y pisarás siempre terreno firme. No te desvíes de tu camino; evita el andar en malos pasos.

¡Dichosos los padres a los que eso les es suficiente! Felices los padres y madres que pueden conducir con una simple palabra a sus hijos que se van haciendo mayores. Semejante obediencia descansa, no obstante, por regla general, en los fundamentos que ya durante los primeros años de vida pusieron en los corazones de sus hijos.

En ese período, los padres experimentan la verdad del proverbio que dice: «La necedad está ligada al corazón del muchacho»; y durante esa fase de la vida no siempre se aleja de la necedad con palabras solamente. Así pues, los padres inteligentes actuarán según la consecuencia de este proverbio: “La vara de la corrección la alejará de él”. Pro. 22:15. Con lo cual, Salomón no sólo se referirá a la vara, sino a un buen azote en las nalgas o una tarea de trabajo de castigo.

Los modernos expertos en educación no quieren oír hablar más de castigos corporales; pero las Sagradas Escrituras indican muchas veces la acción beneficiosa de la vara.

Proverbios 26:3

Al caballo hay que domarlo, al asno hay que frenarlo y al necio hay que azotarlo.

Los padres, también tendrán en cuenta en la educación de sus hijos, su naturaleza y condición así como los límites de su poder con respecto al bien y al mal.

Proverbios. 22:6

Dale buena educación al niño de hoy, y el viejo de mañana jamás la abandonará.

En este contexto, nos parece muy elocuente que el libro de proverbios reseñe la buena educación, mencionando conjuntamente la vara y la corrección, Proverbios 22:15. En él escuchamos este estímulo: Acompaña siempre la corrección corporal con una razonable y seria corrección verbal,

Efesios. 6:4. Así lo señala

Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina e instrucción del Señor.

Así, bajo la bendición de Dios, el sufrimiento de la vara y la instrucción pueden juntos aportar sabiduría al niño. Cuanto más temprano se comience con esto, tanto mejor. Ya lo tratamos anteriormente en el proverbio que dice: “El que ama a su hijo, lo corrige a tiempo”. Pro. 13:24. Y como la educación del niño recae casi siempre sobre la madre, en ella descansa concretamente la obligación de poner en el corazón del niño los fundamentos de la obediencia. Aquí reposa una de sus tareas más grandes y principales. Evidentemente, Salomón ya veía en su tiempo a madres que se olvidaban de esta obligación. Por amor equivocado o por comodidad abandonaban a sus hijos a su suerte.

Proverbios. 10:13

En los labios del entendido se halla sabiduría, pero la vara es para las espaldas del falto de entendimiento.

Proverbios 3:21

Hijo mío, no se aparten estas cosas (reglas) de tus ojos, guarda la prudencia y la discreción, y serán vida para tu alma, y adorno para tu cuello. Entonces andarás con seguridad por tu camino, y no tropezará tu pie. Cuando te acuestes no tendrás temor, sí, te acostarás y será dulce tu sueño.

Las palabras sabias provienen de los labios de la gente con entendimiento, pero a los que le falta sentido común, serán castigados con vara. Es decir “de los labios de una persona que tiene el suficiente discernimiento para trazar distinciones correctas entre lo que está bien y lo que está mal, entre la verdad y el error, pueden oírse palabras de sabiduría concernientes incluso a materias que él no aprendió” en cambio, los que carecen de esta cualidad necesitan ser llevados por la fuerza en la dirección que deben tomar, como hace el jinete para conducir, apresurar o frenar a la cabalgadura.

Proverbios 18:6

Con sus labios, el necio se crea problemas; con sus palabras, se busca buenos azotes.

Proverbios 19:29

Listas están las varas para los insolentes; los buenos azotes, para la espalda de los necios.

Proverbios 20:30

La maldad se cura con golpes y heridas; los golpes hacen sanar la conciencia.

Proverbios: 22:15

La necedad está ligada al corazón del muchacho; mas la vara de la corrección la alejará de él.

Dios dice en su palabra que la necedad (o como dice el hebreo' 'ivveleth

אוּלתtontería o actuar alocadamente) está ligada en el corazón del niño. (El hebreo קשׁר qâshar hace referencia a conspirar, indicando que la necedad conspira o está en contra la vida del niño)

La necedad o la simpleza están atada a su corazón y debe ser removida porque pone al niño en peligro. El hebreo רחק rachaq indica que la corrección lo hará refrenarse, reprimirse y retroceder o abstenerse de hacer lo malo. Espacio entre párrafos. La necedad designa el mal como una expresión de torpeza que por desgracia, ya está ligada al corazón de nuestros hijos, como también el autor de proverbios debió constatar. Nadie tiene que enseñar a sus hijos la desobediencia a los mandamientos de Dios, «porque el corazón del hombre se inclina al mal desde su juventud» (Gn. 8:21, Sal. 51:5, Job 14:4). Las Sagradas Escrituras nos enseñan aquí que la necedad no siempre se aparta sin dolor de una persona, sino que para ello se puede esperar que haya dolor.

La necedad se aleja realmente del corazón de los niños por medio de la vara de la corrección. Sobre todo cuando no se espera demasiado. Del texto de proverbios 13:24, podemos deducir que el mejor tiempo para la corrección corporal coincide con los años previos al colegio.

Pero, ¿y cuándo los niños se oponen frontalmente a la autoridad en el colegio? ¿Puede el maestro alejar del corazón del niño la necedad sin la vara de corrección?

En mis años de infancia, la «vara» de corrección era usual en la escuela. Por ejemplo, dar un golpe con la regla en la palma de la mano, cuando se cometía una falta contra el reglamento interno.

Pero actualmente los castigos corporales han caído en desuso.

“El mejor regalo que un niño puede hacer a un padre es obedecerle con alegría”


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