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Revisión, Rectificación y Reimpulso económico Autor: Felipe Pérez Martí1 Objetivos de la acción política, social, económica y administrativa De acuerdo con la máxima de Simón Bolívar, perseguimos el máximo bienestar posible para todos los ciudadanos, sabiendo que nuestro recurso primordial es la gente, y tenemos además el recurso petrolero, muy bien valorado en la actualidad en los mercados mundiales. Contamos también con la ventaja comparativa de la disponibilidad de grandes extensiones de tierras fértiles, agua limpia en abundancia, mineral de aluminio, de hierro y de electricidad hidráulica barata. Con la tecnología disponible, con los acuerdos mutuamente beneficiosos de cooperación económico-social y de transferencia tecnológica que hemos estado poniendo en práctica con nuestros nuevos socios políticos, en el contexto de las medidas de fortalecimiento del desarrollo sur-sur y el impulso sudamericano, podemos, perfectamente, con los recursos que tenemos, aspirar a alcanzar los objetivos de la igualdad política, económica y social; la satisfacción de necesidades básicas de alimentación, vivienda, educación y salud para todos los ciudadanos; la paz y armonía política, con solidaridad. Estamos en capacidad, en pocas palabras, alcanzar un sólido desarrollo endógeno con equidad, sustentabilidad y armonía social y ambiental, y ser agentes de la integración y del cambio internacional por un mundo más justo. Para lograr estos objetivos, debemos fortalecer los sectores productivos “transables”, como lo son la industria manufacturera y la agricultura. Así podremos diversificar el aparato productivo, suplir la demanda interna e impulsar las exportaciones no tradicionales; debemos integrarnos regionalmente en lo económico aprovechando nuestras ventajas comparativas en el marco de la cooperación; debemos establecer un piso sólido para financiar el gasto social en educación, salud, vivienda y alimentación, y el gasto en infraestructura económica, además del gasto para garantizar las otras funciones del Estado. Finalmente, debemos organizar la economía para garantizar la equidad y la justicia distributiva, a la vez de remunerar el esfuerzo. En este esfuerzo es prioritario diversificar las fuentes de ingreso fiscal y de ingresos por exportaciones, para disminuir la dependencia del petróleo, y fortalecer y hacer más eficiente el Estado. Un detalle importante, es que esto lo podemos hacer con el impulso de un mecanismo de organización, producción y distribución socialista, que use el mercado como un mecanismo de intercambio y asignacion de recursos privados, pero que elimine la explotación capitalista del trabajo y las desigualdades sociales. De hecho, la clave de nuestro camino hacia dichos fines, con los recursos que tenemos, es la participación del pueblo en la toma de decisiones económicas y políticas. En el presente artículo, se hace un balance resumido de los aspectos económicos, sociales y político-institucionales más relevantes de la gestión de gobierno de los últimos años; se hace un análisis de sus causas, y se proponen medidas para rectificar y reimpulsar el proceso revolucionario sobre bases sólidas, para conseguir los objetigvos planteados. Revisión Los datos estadísticos, en primer lugar, muestran que los indicadores sociales en estos últimos nueve años han dado un salto cualitativo significativo en el sentido positivo. Ha habido, evidentemente, un esfuerzo muy marcado, muy efectivo, con moderada eficiencia, para disminuir la pobreza, para bajar el analfabetismo, para subir la tasa de escolarización, para bajar la deserción escolar, para disminuir el desempleo, para subir el empleo formal, para subir el salario mínimo y el salario real promedio, para aumentar los servicios de salud dirigidos a los pobres, para abastecer de alimentos de calidad a precios bajos a las clases populares, para aumentar la infraestructura educativa, de salud, de deportes y de cultura dirigidas a los menos favorecedos, entre muchas otras cosas. Pero a pesar de que la gestión social ha sido en general muy exitosa en términos de bienestar real para los sectores de menores ingresos, debemos reconocer que la política económica, que debería estarla asegurando en el presente, y garantizando su sustentabilidad en el futuro, no ha sido buena ni exitosa, en general, a pesar de que sí que se pueden señalar aciertos. En esta revisión no debemos esconder los hechos, ni culpar a quien no tiene la culpa, sino que debemos mirar todo con la máxima objetividad posible y en perspectiva, buscando las causas, para poder hacer rectificaciones, incluso en un entorno que incluye actores internos y externos que juegan al saboteo de la gestión, y que tienen cierta efectividad. A partir de un balance acertado es que se pueden acomenter políticas y planes que permitan un reimpulso para tener una economía sólida, autosustenable, basada en la productividad interna más que en el ingreso petrolero, usando nuestras ventajas comparativas en un contexto de integración regional en lo político y en lo económico, que nos permita garantizar el futuro de las transformaciones sociales ya comenzadas con éxito, y mejorar su eficiencia administrativa, incorporando dos elementos esenciales: la participación, y una buena gestión económica. Sin hacer una revisión exhaustiva de lo que ha pasado en los últimos años, nos concentraremos en lo más crucial. La estructura productiva, la dependencia del petróleo, y la distribución del ingreso. Las cosas positivas son conocidas, y expresadas en el resto de este libro. Entre ellas están la gestión en la OPEP, el crecimiento del producto a niveles bastante altos, la dismunición del desempleo, el descenso de la informalidad, el aumento en el salario real, las obras públicas de apoyo económico y social, la re-estructuración de la deuda pública, el aumento de la recaudación no-petrolera como porcentage del PIB, el aumento de las reservas internacionales, entre otras. Para balancear el análisis, nos concentaremos en las cosas negativas que son cruciales, y que, a nuestro entender, inclinan la balanza para diagnosticar una gestión económica deficiente, que debemos mejorar ahora con el reimpulso económico que se quiere promover. Pro-ciclicidad del gasto Hay que notar, en primer lugar, que ha habido un crecimiento económico sustancial en los últimos años, acompañado con un aumento en el ingreso promedio real per-cápita, sobre todo a partir de los dos años seguidos de golpe de Estado y de paro petrolero, 2002 y 2003. Pero no hay que desconocer que el crecimiento se basa fundamentalmente en el gasto fiscal, proveniente del incremento sustancial del ingreso petrolero. Es claro que en el perído que comienza en el año 2003, cuando se inicia el fenómeno del incremento del ingreso petrolero más alto de nuestra historia, la política de gasto fue de acompañamiento de ese nivel de ingresos, como lo muestra el Gráfico 1. El gasto fue tan alto, que incluso en el 2007 superó a los ingresos, en un período de ciclo de largo plazo de muy altos ingresos. Este tipo de política recibe el nombre, en el argot de la economía, de “pro-cíclica”, porque el gasto sube cuando el ingreso (y el producto) sube. Gráfico 1 Evolución de los ingresos y los gastos en los útimos años Fuente: MPD ![]() De hecho, la política de prociclicidad en el gasto fiscal implica que cuando baja el ingreso, baja también el gasto. En el pasado, entre finales de los años 70 y finales de los 90, en un contexto de mucha volatilidad externa de nuestra economía, la baja en el gasto no respondía tanto, dentro del comportamiento procíclico, a la baja del ingreso, y nuestro país, como consecuencia de eso, se endeudó externamente, como es sabido. La situación de hoy, sobre todo a partir de 2003, de altos ingresos petroleros y no petroleros, ha permitido disminuir la deuda, y re-estructurarla de manera más conveniente. Pero el problema de la prociclicidad del gasto ha seguido, como lo muestra también el Gráfico 2, que está hecho en términos de variaciones porcencuales. También se puede vislumbrar un poco en él lo que ha ocurrido últimamente, relacionado con la disminuída capacidad del gasto de impulsar el producto. Gráfico 2 Fuente: MPD ![]() A partir del año 2003, cuando empieza el boom petrolero, se nota un amuento de la discrecionalidad del gasto, como se nota en el Gráfico 3. Gráfico 3 ![]() Fuente: MPD De hecho, si incluimos el gasto cuasifiscal de PDVSA, observamos que no solo ha habido un comportamiento procíclico en el perído comentado en el que hay un aumento muy grande de ingresos, sino que los gastos totales han superado incluso esos ingresos, como muestra el Gráfico 4. Como veremos abajo, esto realmente es grave, pues muestra un comportamiento sumamente irracional, que implica que una circunstancia de más alto ingreso, históricamente, se gasta todo ello, y se gasta más: se incurre en endeudamiento para poder realizarlo. Gráfico 4 Ingresos y Gastos del Gobierno ![]() Fuente: Banco Central, cálculos propios. Boom de los no-transables A partir del 2003, que es el año a partir del cual queremos concentrarnos en la presente revisión, el crecimiento más acusado del producto, que es consecuencia directa del aumento del gasto mostrado gráficamente, lo han experimentado los llamados sectores “no-transables”. Son denominados así porque su florecimiento no tiene que ver con aumento de la capacidad de exportación no-tradicional, sino que se nutren del aumento de la demanda interna, bombeada por el gasto público. Esos sectores están conformados por la construcción, el comercio, la actividad financiera, las telecomunicaciones y las importaciones. Lo dicho se muestra claramente en el Gráfico 4, donde se evidencian fuertes señales de un cambio de la estructura productiva a favor de estos sectores en un perído relativamente corto de tiempo. Mientras la manufactura mantuvo su importancia relativa de 16,24% y 16,57% en el período citado (venía de 17,36% en 1998, lo que quiere decir que terminó disminuyendo), la construcción subió dos puntos, de 4,64% a 6,67%, lo que representa un 45,7% en cuatro años; comercio y servicios de reparación subió de 7,92% a 11,03%, que representa un 39,3% de incremento en el período ; comunicaciones creció de 3,26% a 4,32%, lo que representa un 32,5% de aumento en esos cuatro años; los servicios de intermediación financiera crecieron de 2,34% en importancia relativa, a 4,89%, más del doble, en el período (209% de aumento); los otros impuestos netos sobre productos, que incluye impuestos de importación, pasaron de 7,10% a 11,52%, lo cual representa un crecimiento de 62,2%. En este cuadro no tenemos separado el sector agrícola, pero si analizamos el rubro “otros”, que incluye la agricultura, y la actividad hotelera y de restaurantes, podemos sacar conclusiones indirectas. De hecho, sabemos por otras fuentes, que los dos últimos componentes del rubro “otros”, actividad hotelera y restaurantes, han crecido mucho, lo cual implica que la agricultura debe haber bajado también en importancia relativa, así como lo hizo el sector industrial, como ya se dijo. Hay que tener en cuenta que en general todos los sectores han crecido su producción en el período, pero, por la evidencia indirecta del cierre de muchas empresas manufactureras, y el hecho de que hay una manufactura que aumenta su producto para vender a una demanda relativamente cautiva, podemos inferir que los sectores transables no han sido los grandes beneficiarios del boom petrolero, y del crecimiento sustancial del gasto público. El impacto lo han capturado los sectores no-transables, que no garantizan un dinamismo productivo endógeno. Gráfico 4 Estructura Sectorial del PIB ![]() Fuente: MPD ![]() Débil crecimiento agrícola Es bueno señalar que la gestión agrícola no ha sido muy efectiva, y el Gráfico 5, que muestra la relación entre crecimiento del financiamiento, y la producción en el sector, ilustra lo que está ocurriendo en la gran mayoría de los aspectos relacionados con el sector: Gráfico 5 Evolución del producto agrícola y de su financiamiento (Millones de Bs. a precios de 1997) ![]() Fuente: Ministerio del Poder Popular para la Agricultura y Tierras. Banco Central de Venezuela. Mientras el financiamiento agrícola ha crecido un 90% interanual en ese período, el valor de la produción del sector ha crecido solo un 3% interanual, en promedio. Es conocido el grave problema que ha existido de desabastecimiento de productos agrícolas claves para la cesta venezolana de consumo, como carne, pollo, huevos, leche, azúcar y caraotas, entre otros. Aunque se puede identificar el saboteo de la gestión por parte de agentes internos interesados en el fracaso político del gobierno, como elemento explicativo parcial de este fracaso de la política agrícola, hay claramente una explicación económica para lo que ha ocurrido aquí. Y esa explicación tiene que ver con la inefectividad de la política de promoción de producción que incluye el tema de la implantación de la política de crédito, de provisión de suministros y asistencia técnica; tiene que ver con la falta de una correcta coordinación de los distintos componentes de la política de promoción2, con el control inflexible de precios, no relacionado con la inflación y los costos, con la política comercial de apertura indiscriminada a los nuevos socios comerciales, con importaciones súbitas y cuantiosas que, por lo descoordinadas, compiten a veces con la producción nacional; con la incertidumbre en muchos sectores productivos debido a las invasiones incontroladas, y con la política cambiaria, que favorece las importaciones por sobre la producción nacional. Para explicar lo que vemos, hay un tema crucial de coordinación de toda la política productiva también, de políticas microeconómicas (que incluye, además de lo dicho, incentivos fiscales,, infraestructura, asistencia técnica), con políticas macroeconómicas, que incluyen el régimen cambiario, la política comercial (aranceles a la importación, acuerdos de comercio con viejos y nuevos socios comerciales) y la política monetaria (que determina la inflación de costos). La falta de coordinación es uno de los elementos que explica también lo que pasa con la Industria manufacturera, tema que tratamos a continuación. Crecimiento problemático de la Industria Manufacturera Por otro lado, la producción manufacturera ha tenido un desempeño preocupante. Además de lo mencionado sobre la dismunición del producto manufacturero como porcentage del PIB total, el Gráfico 5, que muestra cifras oficiales del INE, evidencia una dismunición importante del número de industrias en el período. Es de hacer notar que Conindustria alega una situación más precaria que la mostrada por las cifras oficiales. Desde el año 2001, han disminuido la cantidad de industrias alimenticias y de bebidas, las textileras; las de fabricación de prendas de vestir y adobo y teñido de pieles; las de curtido y adobo de cueros y fabricación de maletas y bolsos; las de producción de madera y corcho; las de fabricación de papel y sus productos; las de fabricación de otros minerales no-metálicos, de metales comunes y de productos elaborados de metal; las de fabricación de maquinarias y equipos; las de maquinarias de oficina, de informática y de contabilidad; las de maquinaria y equipos eléctricos; las de equipos y aparatos de radio, televisión y comunicaciones; las de instrumentos médicos, ópticos, de precisión y relojes; las de muebles y otras industrias manufactureras. Muchas de estas industrias, dada la situación cambiaria, comercial y el mal clima para la inversión de largo plazo por la política macroeconómica, han tenido que cerrar y dejar paso a las importaciones. Algunas industrias han incrementado su número. Entre ellas están las de productos de tabaco, de edición e impresión, y de reproducción y grabación; las de produción de carbón, de refinación y procesamiento de petróleo; las de producción de sustancias y productos químicos y las de fabricación de productos de caucho y plástico. Y es lógico que estas industrias florezcan aquí y en las presentes circunstancias, por la baratura relativa de los insumos petroleros, por los altos precios de los derivados respectivos, y por el aumento de la demanda interna cautiva (como el caso de edición e impresión), bombeada por el gasto público. |