Desde hace tiempo ha existido el afán por definir al mito, a la leyenda y a la fábula; por






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que no llore, tú nutres lo que hay en el seno, das el aire para hacer vivir todo lo que

creaste. Cuando rompe el seno el día del nacimiento, tú le abres la boca para que

hable, lo provees en sus necesidades. Cuando el pollo está en el huevo, tú le das aire

para que viva. Tú lo ayudas para que rompa el huevo, y salga y píe y camine sobre sus

pata apenas ha nacido. Cuántas son tus obras! Tu rostro es desconocido oh dios

único!, fuera del cual ninguno existe. Tú has creado la tierra a tu deseo cuando

estabas solo; con los hombres, las bestias y cada animal selvático, y todo lo que es

sobre la tierra y camina sobre sus pies, y todo lo que es en el cielo y vuela con sus

alas. Y los países extranjeros, Siris, Nubia y la tierra de Egipto; tú has colocado a cada

hombre en su lugar, has proveído a sus necesidades; cada uno con su pan, y es

contada la duración de su vida. Sus lenguas son diferentes en palabras, y también sus

caracteres y sus pieles; has diferenciado los pueblos extranjeros. Y has hecho un Nilo

en el Duat y lo llevas donde quieres para dar vida a la gente, así como tú la has creado.

Tú, señor de todos ellos, tú te afanas por ellos, oh, Atón del día! grande de dignidad! Y

todos los países extranjeros y lejanos, haces tú que también ellos vivan; has puesto

un Nilo en el cielo que desciende para ellos y que hace olas sobre los montes como un

mar y baña sus campos y sus comarcas. Qué perfectos son tus consejos! Oh, señor

de la eternidad! El Nilo del cielo es tu don para los extranjeros y para todos los

animales del desierto que caminan sobre sus pies. Pero el Nilo viene del Duat para

Egipto. Y tus rayos nutren todas las plantas; cuando tú esplendes ellas viven y crecen

por ti. Tú haces las estaciones para que se desarrolle todo lo creado; el invierno para

refrescarlo, el verano porque te gusta. Tú has hecho el cielo lejano para esplender en

él y para ver todo, tú, único, que resplandeces en tu forma de Atón vivo, surgido y

luminoso, lejano y vecino. Tú te haces millones de formas, tú, único; ciudades,

pueblos, campos, caminos, ríos, cada ojo te ve delante de sí y tú eres Atón del día.

Cuando te marchas y cada ojo por ti creado duerme su mirada para no verte solo, y no

se ve más aquello que has creado, tú estás todavía en mi corazón... La tierra está en tu

mano como tú la has creado. Si tú resplandeces ella vive, si te ocultas ella muere. Tú

eres la duración misma de la vida, y se vive de ti!

IV. MITOS HEBREOS.

El árbol de la Ciencia y el árbol de la Vida.

Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para

comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y

del mal... Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás

comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que de

él comieres, ciertamente morirás.(1)

Y así, Adán y Eva vivían en Edén, aquel lugar del que salía un río que regaba el huerto.

Esa corriente se dividía en cuatro brazos. El nombre de uno, el que rodeaba la tierra de

Havila donde hay oro, era Pisón. El del segundo, que rodeaba la tierra de Cus, era Gihón. El

del tercero, escondido y sombrío, que iba al oriente de Asiria, era Hydekel y el cuarto de

buenas y rumorosas palabras, era el Eufrates. Mas el Edén era completo en plantas y

animales, por ello nuestros padres fueron allí los nombradores de todos los seres vivientes.

¿Cómo nombrar al árbol de la vida y al de la ciencia del bien y del mal sin saber de ellos, sin

acercarse a ellos? Por esto, sin tener ciencia desearon tenerla y no supieron cómo. Así,

turbada Eva por la pregunta se durmió una noche y durmiendo soñó y soñando vio el árbol

de la ciencia que resplandecía en la oscuridad. De este modo, Eva se acercó al árbol y, de

pronto, se presentó ante ella una inquietante figura alada. Su porte era hermoso, pero en la

oscuridad no alcanzaba a distinguir su rostro que, tal vez, era el de Adán. De sus cabellos

húmedos de rocío se exhalaba una fragancia que exaltaba al amor. Y Eva quería ver. La

figura, mientras contemplaba el árbol dijo: "Oh hermosa planta de abundante fruto! ¿No hay

quien se digne aliviarte de tu peso y gustar de tu dulzura? ¿Tan despreciada es la ciencia?

¿Será acaso la envidia o alguna injusta reserva lo que prohibe tocarte? Prohíbalo quien

quiera, nadie me privará por más tiempo de los bienes que ofreces; si no, ¿por qué estás

aquí?". Así dijo, y no se detuvo más; sino que con mano temeraria arrancó el fruto y lo gustó.

Un horror glacial paralizó a Eva en su sueño, al ver la audacia de la figura alada, pero de

inmediato ésta exclamó: "Oh fruto divino, dulce por ti sólo, y mucho más dulce cogido de esta

suerte, estando prohibido, al parecer, como reservado únicamente para los dioses, y siendo,

sin embargo, capaz de convertir en dioses a los hombres! ¿Y por qué no han de serlo? El

bien aumenta cuanto más se comunica, y su autor, lejos de perder en ello, adquirirá más

alabanzas. Acércate dichosa criatura, bella y angelical Eva; participa de este fruto

conmigo!"(2) Eva despertó sobresaltada y comunicó el sueño a su compañero. Adán,

entonces, se preguntó: "¿No habla Dios por los sueños? Si en el día prohibe y en la noche

invita, ¿a qué incitación habré de responder ya que no tengo ciencia suficiente? Hemos de

adquirir esa ciencia para enderezar nuestros destinos ya que Jehová Dios nos creó pero no

dijo cómo habríamos de hacernos a nosotros mismos." Entonces, comunicó a Eva su plan

para apoderarse de la fruta, para correr con ella llegando luego hasta el árbol de la vida a fin

de quedar inmunes del veneno de la ciencia. Luego, esperaron que Jehová Dios se paseara

por el huerto, al aire del día y en su ausencia fueron hacia el árbol. Entonces, al ver una

serpiente que entre las ramas se desplazaba por los frutos, pensaron que su veneno era

recogido de ese alimento. Por eso dudaron y al dudar pasó el tiempo y Jehová Dios

emprendió su regreso. Entonces, creyeron oír que la serpiente susurraba: "No moriréis,

sino que sabe Dios que el día que comáis esos frutos serán abiertos vuestros ojos y

seréis como Dios conociendo el bien y el mal". (3) No mentía la serpiente, pero quería

evitar que comieran del otro árbol, del árbol de la vida.(4) Siendo ya muy tarde, Adán y Eva

gustaron del fruto y sus ojos se abrieron, mas cuando quisieron llegar al árbol de la

inmortalidad, Jehová Dios les cerró el paso impidiendo que completaran su propósito.

Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien

y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y

coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la

tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de

Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para

guardar el camino del árbol de la vida.(5)

Adán y Eva se alejaron del Edén y siempre estuvo su mirada puesta en dirección al

Paraíso del que sólo el resplandor nocturno y el humo de la espada de fuego denunciaban su

rastro. Y ya no volvieron, ya no pudieron volver, pero comenzaron a ofrecer a Jehová Dios

sacrificios de fuego y humo que creyeron le agradaba. Y muchos pueblos, con el tiempo,

pensaron que los dioses gustan de los altos montes y de los volcanes porque estos son el

puente entre la tierra y los cielos. Así, cuando llegó el momento, Jehová Dios entregó desde

el fuego, desde el monte, la Ley que los hombres buscaban para enderezar su Destino.(6)

Abraham y la obediencia.

Muchas generaciones pasaron desde los primeros padres hasta el Diluvio. Después de

éste, cuando Jehová tendió en el cielo el arco iris para sellar su pacto con los hombres,

siguió reproduciéndose toda simiente. Y así, en Ur de caldea, Taré tomó a su hijo Abram y a

Sarai su nuera y los llevó a las tierras de Canaán. Luego, Abram y Sarai fueron a Egipto.

Tiempo después regresaron hacia Hebrón. El ganado y los bienes de Abram habían crecido

pero su corazón fue tomado por la tristeza porque a su edad no había logrado descendencia.

Abram era ya viejo cuando hizo concebir a su servidora Agar. Pero Agar y Sarai se

enemistaron. Por ello Agar salió al desierto y llevó con ella su aflicción. Entonces, un ángel

se presentó y le dijo: "Has concebido y al dar a luz llamarás a tu hijo Ismael porque Jehová

ha oído tus ruegos. Ismael, por tanto, querrá decir 'Dios oye' y su descendencia será

numerosa y los pueblos de él habitarán los desiertos no adorarando a Dios por lo que el ojo

ve, sino por lo que escucha el oído. Así, rogarán a Dios y Dios los oirá". Mucho después

Sarai concibió siendo anciana, pero sus descendientes y los de Agar mantuvieron la disputa

que comenzó entre sus madres aunque Abram fue padre de todos y a todos quiso como a

hijos suyos.

En su momento, Dios dijo: "En adelante no te llamarás Abram sino Abraham, porque

serás padre de una multitud y Sarai será nombrada como Sara, como princesa de naciones.

En cuanto al hijo tuyo y de Sara, lo llamarás Isaac ".

Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abrahám, y le dijo:

Abraham. Y el respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora a tu hijo Isaac a quien amas,

y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo

te diré. Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo

dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue

al lugar que Dios le dijo. Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos.

Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho

iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros.. Y tomó Abraham la leña del

holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y el tomó en su mano el fuego y el cuchillo;

y fueron ambos juntos. Entonces habló Isaac a Abraham su padre y dijo: Padre mío. Y

él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; ¿mas dónde está

el cordero para el holocausto? Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero

para el holocausto, hijo mío. E iban juntos. Y cuando llegaron al lugar que Dios le

había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo

puso en el altar sobre la leña. Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para

degollar a su hijo. Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo:

Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: no extiendas tu mano sobre el

muchacho, ni le hagas nada; porque yo conozco que temes a Dios, por cuanto no me

rehusaste a tu hijo... Entonces, alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas

un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y

lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Y llamó Abraham el nombre de aquel

lugar, Jehová proveerá.(7)

Tal vez hasta su muerte, quedó presente en el corazón de Abraham la angustia de la

terrible prueba. Y así se dijo una y otra vez: "Jehová repudia el sacrificio humano y más aún

del propio hijo. Si ordena el holocausto no debo acatarlo porque sería desobedecer su

prohibición. Pero rechazar lo que él manda, es pecar contra él. ¿Debo obedecer algo que mi

dios repudia? Si, si él lo exige. Pero mi torpe razón atormentada lucha, además, con el

corazón de un pobre anciano que ama aquel imposible que Jehová le dio tardíamente. ¿No

es esta prueba la devolución de la risa que contuve cuando me fue anunciado que nacería mi

hijo?(8) ¿No es la risa que ocultó Sara cuando escuchó tal vaticinio?(9) Por algo, Jehová

indicó el nombre de 'Isaac' que significa 'risa'. Yo y mi mujer éramos ya viejos cuando se nos

dijo que tendríamos este hijo y no pudimos creer que tal cosa fuera posible. ¿Es que Jehová

juega con sus criaturas como un niño con arena? ¿O es que conociendo su enojo y su

castigo, descuidamos que también nos prueba y nos enseña con la burla divina?" (10)

El hombre que luchó contra un dios.(11)

Y se levantó aquella noche y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once

hijos, y pasó el vado de Jacob. Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo

lo que tenía. Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el

alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su

muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame

porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón

le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más

tu nombre Jacob, sino Israel,(12) porque has luchado con Dios y con los hombres y

has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el

varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Y llamó

Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel(13), porque dijo: Vi a Dios cara a cara y fue

librada mi alma. Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol, y cojeaba de su

cadera.(14) Por esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy día, del tendón que se

contrajo, el cual está en el encaje del muslo, porque tocó a Jacob este sitio de su

muslo en el tendón que se contrajo.(15)

Moisés y la Ley divina.(16)

Ocurrió que desde mucho tiempo atrás, los hijos de Israel aposentados en Egipto fueron

creciendo en número y poder. Y apoyaron con júbilo los cambios que introdujo un sabio

faraón que quiso la igualdad para todos los pueblos. Y el buen rey murió en medio de una

agitación grande que habían desatado sus enemigos. Y los israelitas pasaron de una pacífica

existencia a ser perseguidos y humillados. Cuando decidieron abandonar esas tierras, el

nuevo faraón lo impidió. También en esos años sombríos, numerosos egipcios partidarios del

rey justo fueron asesinados. Otros terminaron en las cárceles y en las canteras, condenados

a dejar allí sus vidas. Y sucedió que entre éstos últimos se encontraba un joven que cuando

niño fue rescatado de las aguas del Nilo por las mujeres del buen faraón. Educado en la

corte, aprendió la lengua de Israel aunque siempre la habló con dificultad.

Moisés, el "rescatado de las aguas" huyó de las canteras y fue a refugiarse a los

campos, a la casa de un sacerdote de Madián. Y he aquí que el sacerdote era de los

perseguidos, y partidario del rey justo. Por esto, acogió a Moisés cuando se refugió en él y

cuando contó su historia del rescate de las aguas que tanto se asemejaba a las leyendas de
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