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sangre. Con su sangre modelaron la humanidad. Ea obligó a aceptar el servicio, y dejó libres a los dioses. Después Ea, el sabio, creó a la humanidad; impuso sobre ella el servicio de los dioses. Esta obra fue incomprensible.(14) Y así el Señor dejó libres a los dioses y los dividió en trescientos arriba y trescientos abajo constituyéndolos en guardianes del mundo. Agradecidos los Anunnaki edificaron un santuario y elevaron la cima del Esagila y luego de haber alzado una torre con gradas establecieron en ella una nueva morada para Marduk.(15) Cuando los grandes dioses se hubieron reunido exaltaron el destino de Marduk y se inclinaron hacia abajo, pronunciando en medio de ellos una maldición, jurando por el agua y el aceite poner la vida en peligro. (16) "...Que los 'cabezas negras' esperen en sus dioses. En cuanto a nosotros, aunque se le pueda llamar(a Marduk) con muchos nombres, él es nuestro dios! Proclamemos, pues, sus cincuenta nombres".(17) Y las estrellas brillaron y todos los seres creados por los dioses se alegraron. También la humanidad se reconoció en el Señor. Por ello, que haya memoria de todo lo ocurrido. Que los hijos aprendan de sus padres esta enseñanza. Que los sabios escudriñen el sentido de El canto de Marduk que venció a Tiamat y logró el reinado.(18) III. MITOS EGIPCIOS. Ptah y la creación.(1) Sólo había un mar infinito, sin vida y en absoluto silencio. Entonces llegó Ptah con las formas de los abismos y las distancias, de las soledades y de las fuerzas. Por ello Ptah veía y oía, olía y percibía en su corazón la existencia. Pero lo que percibía lo había ideado antes en su interior. Así tomó la forma de Atum y devorando su propia semilla, parió al viento y la humedad a quienes expulsó de su boca creando a Nut, el cielo y a Geb, la tierra. Atum, el no- existente, fue una manifestación de Ptah. Así, inexistentes fueron antes de Ptah las nueve formas fundamentales y el universo con todos los seres que Ptah concibió dentro de sí y con su sola palabra puso en la existencia. Después de haber creado todo de su boca, descansó. Por esto, hasta el fin de los tiempos serás invocado: Inmenso, inmenso Ptah, espíritu fecundador del mundo! (2) Las formas de los dioses son formas de Ptah y solamente por la conveniencia humana Ptah es adorado con muchos nombres y sus nombres mudan y se olvidan; nuevos dioses siguen a los antiguos pero Ptah permanece ajeno a esto. El creó el cielo como conductor y a la tierra la circundó de mar; también creó el tártaro para que se apaciguaran los muertos. Fijó su rumbo a Ra de horizonte a horizonte en los cielos, e hizo que el hombre tuviera su tiempo y su dominio; así hizo también con el faraón y con cada reino. Ra, en su camino por los cielos reformó lo establecido y apaciguó a los dioses que estaban descontentos. Amaba a la creación y dio amor a los animales para que estuvieran felices, luchando contra el caos que hacía peligrar su vida. Dio límites a la noche y al día y fijó las estaciones. Puso ritmo al Nilo para que anegara el territorio y luego se replegara para que todos pudieran vivir del fruto de sus aguas. El sometió a las fuerzas de la oscuridad. Por ser quien trajo la luz fue llamado Amon-Ra por quienes creyeron que Amon nació de un huevo que al romperse en un destello dio lugar a las estrellas y otras luminarias. Pero la genealogía de los dioses comienza en Atum que es el padre-madre de los dioses. El engendró a Shu (el viento) y Tefnut (la humedad) y de ambos nacieron Nut (el cielo) y Geb (la tierra) . Estos hermanos se unieron y procrearon a Osiris, Seth, Neftis e Isis. Esta es la Enéada divina de la que deriva todo. Muerte y resurrección de Osiris. Los padres de Osiris vieron que este era fuerte y bondadoso, por ello le encargaron gobernar los territorios fértiles y cuidar de la vida de plantas, animales y seres humanos. A su hermano Seth dieron los amplios territorios desérticos y extranjeros. Todo lo salvaje y fuerte, los rebaños y las fieras pusieron bajo su cuidado. Osiris e Isis formaban la resplandeciente pareja del amor. Pero la niebla de la envidia turbó a Seth, por eso este se confabuló y con la ayuda de setenta y dos miembros de su séquito invitó a una fiesta para aniquilar a su hermano. Esa noche, llegaron los conjurados y Osiris. Seth presentó a los concurrentes un magnífico sarcófago prometiendo regalarlo a quien ocupándolo se correspondiera mejor con las medidas. Así unos y otros entraban y salían hasta que le correspondió a Osiris realizar su prueba. De inmediato, bajaron la tapa y la clavaron. Osiris, atrapado, fue llevado así hasta el Nilo y arrojado en sus aguas con la intención de que se hundiera en las profundidades. No obstante, el sarcófago flotó y llegando al mar se alejó de Egipto. Pasó mucho tiempo hasta que un día la caja llegó a Fenicia(3) y las olas la depositaron al pie de un árbol. Este creció hasta una altura gigantesca envolviendo con su tronco al sarcófago. Admirado el rey del lugar por el imponente ejemplar lo hizo derribar y llevó el gran tronco a su palacio a fin de utilizarlo como columna central. Entre tanto, Isis tuvo la revelación de lo ocurrido así es que se dirigió a Fenicia y entrando al servicio de la reina pudo estar cerca del cuerpo de su marido. Pero la reina comprendiendo que su servidora era Isis, le entregó el tronco para que dispusiera según fuera su deseo. Isis, partiendo la envoltura de madera extrajo el ataúd y regresó al Egipto con su carga. Pero ya Seth estaba enterado de lo ocurrido y temiendo que Isis reanimara a su marido, robó el cuerpo. Velozmente se dio a la tarea de desmenuzarlo en catorce pedazos que luego dispersó por todas tierras. Así comenzó el peregrinaje de Isis recogiendo los trozos del cadáver. Ya hacía tiempo que la oscuridad reinaba por la muerte de Osiris. Nadie cuidaba de los animales, ni de las plantaciones, ni de los hombres. La disputa y la muerte reemplazaron para siempre a la concordia. Cuando Isis logró recuperar las distintas partes del cuerpo las unió entre sí y ajustándolas fuertemente con vendajes realizó sus conjuros.(4) Luego construyó un enorme horno, una pirámide sagrada(5) y en sus profundidades emplazó a la momia. Estrechada a ella, insufló su aliento. Hizo entrar el aire como el alfarero lo hace para aumentar el calor del fuego de la vida... El despertó, él conoció el sueño mortal, él quiso mantener su verde rostro vegetal.(6) Quiso conservar la corona blanca y su plumaje para recordar claramente cuáles eran sus tierras del Nilo.(7) También recogió el sacudidor y el cayado para separar y reconciliar, como hacen los pastores con su curvo bastón.(8) Pero cuando erguido Osiris, vio a la muerte en derredor dejó su doble, su Ka,(9) encargándole custodiar su cuerpo para que nadie volviera a profanarlo. Tomó la cruz de la vida, el Ankh(10) de la resurrección, y con ella en su Ba(11) se dirigió a salvar y proteger a todos los que solos y aterrados penetran el Amenti.(12) Por ellos fue a vivir al oeste esperando a quienes desvalidos, son exiliados del reino de la vida. Gracias a su sacrificio la naturaleza resurge cada vez y los seres humanos creados por el alfarero divino, (13) son algo más que barro animado. Desde entonces se invoca al dios de muchas maneras y también desde entonces, la exhalación final es un canto de esperanza. "Buen Osiris! Envía a Thot(14) para que nos guíe hasta el sicomoro(15) sagrado, hasta el árbol de la vida, hasta la puerta de la Dama de Occidente;(16) para que nos haga eludir las catorce mansiones rodeadas de estupor y angustia en las que los perversos sufren terrorífica condena. Envía a Thoth, el ibis sabio, el escriba infalible de los hechos humanos grabados en el papiro de la memoria imborrable. Buen Osiris! En ti espera la resurrección el victorioso, luego del juicio en el que son pesadas sus acciones por Anubis, el chacal justo.(17) Buen Osiris! Permite que nuestro Ba aborde la barca celeste, y separado del Ka deje a éste como custodio de los amuletos(18) en nuestra tumba. Así, navegaremos hacia las regiones de esplendor del nuevo día". Horus, la venganza divina.(19) Cuando Isis hubo colaborado en la resurrección de Osiris, dio a luz al hijo de ambos. Tomó al recién nacido y lo ocultó en los cañaverales del Nilo para protegerlo de la furia de Seth, de Min(20) y de los atacantes del desierto. El fue el niño que apareció radiante en la flor de loto y que reverenciado como halcón puso sus ojos en todos los rincones del mundo. El fue, como Horus Haredontes, el vengador de su padre cuando llegó el tiempo. El es Horus, dios de todas las tierras, hijo del amor y la resurrección. El niño fue creciendo y su madre lo preparó para reclamar los dominios de los que se había apoderado Seth, porque éste a quien correspondían solo en derecho los desiertos y los países extranjeros se aventuraba por el Nilo. Osiris en su viaje al oeste, a las tierras de Amenti que ahora dominaba, dejó a Isis el mandato de recuperar todo el Nilo para su hijo. Por esto concurrieron ante la asamblea de la Enéada los contendientes. Horus dijo: "Un indigno fratricida usurpa los derechos que mi padre dejara, apoyado en una fuerza ciega que los dioses no consagran..." Pero el discurso fue cortado por Seth quien en grito iracundo desestimó el pedido proveniente de un niño incapaz de ejercer tales demandas. Entonces, arrojando sus armas, en singular combate acometieron el uno contra el otro y en su lucha rodaron montes y las aguas espantadas salieron de sus cauces. Ochenta largos años duró tal disputa hasta que Seth arrancó los ojos a Horus y éste pulverizó las partes vitales de su contendor. Tanta furia llegó a su fin cuando desfallecientes ambos cayeron por los suelos. Entonces, Thoth curó sus heridas y restableció fragilmente la paz que el mundo, desatendido, reclamaba. Ante los dioses se pidió el veredicto. Ra (siempre ayudado por Seth en su lucha contra la mortal Apofis(21) ), inclinaba la balanza contra Horus, mientras Isis con denuedo a su hijo defendía. Los dioses, por fin, restablecieron al niño en sus derechos, pero Ra murmurando airado se alejó de la asamblea. Así, los dioses fueron divididos en número y poder sin que aquella discusión tuviera fin. Isis entonces, con ardides, hizo que Seth pronunciara un discurso en el que la razón quedaba para aquel que impidiera al extranjero ocupar los tronos y por ese error el mismo Seth quedó como lejano a las tierras que pedía. Entonces Ra exigió una nueva prueba para que en ella se decidiera todo. Transformados en fuertes hipopótamos recomenzaron la lucha, pero Isis desde la orilla de las aguas disparó un arpón que por error fue a dar en Horus. Este vociferando se abalanzó sobre su madre a la que arrancó la cabeza.(22) Los dioses dieron en reemplazo una testa de vaca a Isis y ella puesta en batalla nuevamente con su arpón dio por fin en Seth que rugiendo salió de las aguas. Así es que nueva prueba se aconsejó, dejando al resto de los dioses ajenos al conflicto. En barcas de piedra debían ambos navegar. Seth en una roca talló la suya y se hundió, mas Horus solo en apariencia mostró su barca, conforme todos habían acordado, porque en madera cubierta con estuco presentó a su ingenio. Navegaba Horus reclamando el triunfo, pero Seth como nuevo hipopótamo lo hizo naufragar y así solo en la playa el merecido desquite tomó Horus descargando su maza sobre Seth y encadenando sus miembros. Así lo arrastró al tribunal donde los dioses esperaban. Y solo ante la amenaza de la muerte de Seth ante toda la asamblea, Ra prefirió dar la razón a Horus y los dioses regocijados coronaron como señor supremo al niño-halcón mientras este pisaba la cerviz del vencido, quien prometiendo solemne obediencia dio por terminada la contienda alejándose para siempre a sus dominios en los desiertos y entre los extranjeros. Thot, sabiamente organizó las nuevas responsabilidades y Horus ayudando a Ra destruyó a la pérfida serpiente Apofis que hasta ese momento hubo amenazado su radiante barca. Con la sangre de la bestia antigua se tiñen, a veces, de rojo los cielos y Ra navegando en su barca celeste despeja el oleaje que va hacia occidente. El antimito de Amenofis IV.(23) Hubo un faraón bondadoso y sabio que entendió el origen de Ptah y la mudanza de sus nombres. El restableció el principio cuando vio que los hombres oprimían a los hombres haciendo creer que eran la voz de los dioses. Una mañana vio cómo un vasallo era juzgado en el templo por no pagar tributo a los sacerdotes, por no pagar para los dioses. Entonces salió de Tebas hacia On(24) y allí preguntó a los teólogos más sabios cuál era la verdadera justicia. Esta fue la respuesta: " Amenofis, bueno es tu hígado y las intenciones que de él parten y la verdad más bondadosa traerá mal para ti y para nuestro pueblo. Como hombre serás el más justo. Como rey serás la perdición... pero tu ejemplo no será olvidado y muchos siglos después de ti se reconocerá lo que hoy (pronto), se verá como locura". Vuelto a Tebas miró a su mujer como quien escudriña el amanecer, vio su hermosura y para ella y su pueblo cantó un bello himno. Nefertiti lloró por la piedad del poeta y supo de su gloria y su trágico futuro. Ella con voz entrecortada lo aclamó como verdadero hijo del Sol. "Akenatón!", dijo, y luego calló. En ese momento jugaron su destino aceptando lo justo pero imposible. Así fue la rebelión de Akenaton y el breve respiro de los hijos del Nilo, cuando un mundo con peso de milenios se tambaleó un instante. Así se desquició el poder de aquellos que hacían hablar a los dioses sus propias intenciones. Amenofis lanzó la lucha contra los funcionarios y sacerdotes que dominaban el imperio. Los señores del Alto Nilo se aliaron con los sectores acosados. El pueblo comenzó a ocupar posiciones antes vedadas y fue rescatando para sí el poder enajenado. Se abrieron los graneros y se distribuyeron bienes. Pero los enemigos del nuevo mundo alzaron las armas e hicieron al fantasma del hambre mostrar su rostro. Muerto Akenatón, todos sus hechos fueron aventados y se quiso borrar su memoria para siempre. Sin embargo, Atón conservó su palabra. Este fue el poema que comenzó el incendio...(25) Toda la tierra se entrega al trabajo...porque cada camino se abre cuando tú surges. Tú que procuras el germen fecundo para las mujeres, tú que haces la simiente en los hombres, tú que haces vivir al hijo en el seno de la madre, que lo calmas para |