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Alejandro von Rechnitz EL GENESIS: DE LA CREACIÓN A LA VOCACIÓN DE ABRAHAM Sumario EL CAPITULO 1 CONCLUSIONES A ESTE PRIMER RELATO EL SEGUNDO RELATO DE LA CREACION. EL RELATO POPULAR DEL YAVISTA. CONCLUSIONES DEL SEGUNDO RELATO DE LA CREACION CAPITULO TERCERO DEL GENESIS. EL ORIGEN DEL PECADO NOTA A LOS PRIMEROS CAPITULOS DEL GENESIS CONCLUSIONES SOBRE ESTE CAPITULO TERCERO DEL GENESIS APENDICE: EL PECADO ORIGINAL EL PECADO AVANZA BIBLIOGRAFIA EL GENESIS: DE LA CREACION A LA VOCACION DE ABRAHAM El Génesis es el libro colocado en las Sagradas Escrituras en primer lugar aunque no fue el primer libro escrito. ¿Por qué se colocó como libro primero de las Sagradas escrituras? Para una mentalidad primitiva el comienzo de algo: una casa, un altar, un año, una vida, un reinado, repetía el comienzo de toda la creación (la "cosmogonía"). Cada vez que empezaba alguna de esas realidades se re-leía el "mito" del origen del universo. Las acciones del hombre, que convertían un lugar salvaje en civilizado, repetían y representaban, de alguna manera, esa lucha primordial entre el caos y el orden y sólo así tenían valor. El libro que, en Israel, relataba el "mito" cosmogónico fue colocado, lógicamente, pues, al comienzo de todas las Sagradas Escrituras puesto que debía ser re-leído al comienzo de todo y, así, todo, incluidas las Sagradas Escrituras, debía comenzar como había comenzado todo . En los doce primeros capítulos del Génesis encontramos un entreverado de dos escritores totalmente distintos. El primero que aparece es uno a quien llamamos "el sacerdotal" (P=Priestercodex). Durante el siglo VI o V antes de Cristo, un teólogo (probablemente sacerdote) desterrado en Babilonia, reflexiona sobre la historia de Israel, su elección, su engrandecimiento, su caída y su castigo y, para levantar el ánimo de sus compañeros de cautiverio y preparar la vuelta a la patria, demuestra que la palabra de Dios se cumple infaliblemente. La palabra de Dios que había triunfado del caos primordial, realizará, una vez más, las promesas de una descendencia numerosa y de la posesión de la tierra de Canaán. El que aparece en segundo lugar es un teólogo a quien llamamos "el Yavista". Durante el siglo décimo antes de Cristo, un teólogo de la corte de Jerusalén recoge las tradiciones más antiguas acerca del origen del mundo y del pueblo de Israel e interpreta tales tradiciones para mostrar después que en la monarquía de David se cumplían las antiguas promesas hechas a los grandes padres del pueblo. Leamos, versículo a versículo, los dos relatos de los dos primeros capítulos y vayamos explicando cosa por cosa. Capítulo 1 Este capítulo es el primer mandamiento (Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses frente a mí. No te harás ídolos-figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua debajo de la tierra. No te arrodillarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo el Señor tu Dios, soy un Dios celoso: castigo el pecado de los padres en los hijos, nietos y biznietos, cuando me aborrecen. Pero actúo con piedad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis mandatos. Exodo 20, 2-6) hecho narración, como el salmo 103 es el primer mandamiento hecho canto de alabanza. Es posible que este primer capítulo fuera utilizado como instrucción que se diera en el templo a quienes se preparaban para el sacerdocio. Al principio: Es la expresión típica para introducir un "mito". Se trata de decir que todo esto ocurrió en el tiempo ideal antes del tiempo en que nosotros vivimos. Fijémonos en que a la mentalidad hebrea no le importa qué era DIOS en sí mismo antes de crear nada. Al hebreo le interesa Dios sólo en la medida en que se relaciona con el hombre, en la medida en que Dios interviene en su historia. La preocupación esencialista (qué es Dios en sí mismo) sólo aparecerá cuando la mentalidad griega se haya infiltrado entre los hombres de fe judía. Vale la pena leer en paralelo el comienzo del Evangelio de Juan. Para Juan lo primero es la Palabra de Dios, un Dios que puede comunicarse, poner su ser en común y, para Juan, esta Palabra (que es Dios mismo comunicado y por medio de la cual ha sido creado todo) se ha hecho visible, palpable y tocable en Jesucristo. "Creó Dios el cielo y la tierra". Si el orden empieza sólo en el versículo tercero, lo que existe antes de toda creación (que comenzará en el versículo tercero) es el caos, el desorden. Según la mentalidad hebrea, la creación consiste en que Dios empieza a poner orden en el caos. Por ejemplo, es como si Dios hubiera encontrado un montón de ropa sucia y hubiera empezado a poner: aquí los pantalones, allí las camisas, aquí los calcetines, allí los pañuelos. El verbo crear (bará) no significa necesariamente para los hebreos la producción de una cosa sacándola de la nada. El hebreo es absolutamente incapaz de concebir una idea tan abstracta como "la nada" previa a todo ser. La idea de la creación desde la nada sólo aparecerá en la Sagrada Escritura en la época en que los griegos dominaban a Israel (2 Macabeos 7, 28). 1, 2: "La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas". Lo más desordenado que un hebreo puede imaginarse es el mar, de noche, cuando lo azota una tormenta.. Así se imagina el caos del origen. Recordemos que, en el idioma de la Biblia, la palabra "viento" y la palabra "espíritu" son la misma expresión (rúaj). Recordemos que en hebreo no existen los superlativos y para decir un viento fuerte se puede decir: un viento Elohim (Señor). La traducción puede ser, pues: "la tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla y el Espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas" o: "la tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Un viento fuerte se cernía sobre las aguas". 1, 3: "Y dijo Dios": Dios crea mediante la palabra. Para otros pueblos, los dioses tienen que intervenir con todas sus fuerzas para destrozar el cuerpo de la gran serpiente primitiva (el caos personificado) y con él crear todas las cosas. Para el pueblo hebreo basta la palabra de Dios. La palabra, para un hebreo, tiene fuerza en sí misma, la palabra realiza lo que expresa. Una palabra expresada queda, se mantiene, se realiza. Por eso, para el hebreo, las maldiciones, las bendiciones y los nombres tienen una importancia que para nosotros no tiene. El nombre, la expresión, indica la esencia y la misión de un ser. Conocer el nombre de algo es tener, de alguna manera, dominio sobre él; darle nombre a algo es expresar el dominio que uno tiene sobre eso. De allí que Dios se niegue (en Exodo 3, 13-14) a dar su nombre, no sea que el hombre crea que puede de alguna manera manipular a Dios. De allí también que Dios haga que el hombre dé nombre a los animales (Génesis 2, 19-20); no por gusto el hombre es el lugarteniente de Dios y señor de la creación en nombre de Dios. 1, 3-4a: "Y dijo Dios: que exista la luz. Y la luz existió. Y vio Dios que la luz era buena". Este esquema se va a repetir ocho veces: - Y dijo Dios... - Y la cosa se hizo - Y vio Dios que la cosa era buena. A Dios le basta con decir. Lo que Dios dice se cumple. La palabra de Dios es infalible. Dios lo hizo todo bueno. El mal no tiene origen en Dios. • Lo primero que Dios crea es la luz. Yavé es, pues, el dios que mora en la obscuridad (1 Reyes 8, 12); El existe antes de la luz. ¿No procederá de allí la idea de que el sanctasanctorum del templo (lugar de la presencia de Dios) estuviera en absoluta obscuridad? 1, 4b-5a: "Y separó Dios la luz de la tiniebla: llamó Dios a la luz "día"; a la tiniebla "noche". Crear, ordenar, significa separar las cosas y colocarlas cada una en el lugar que le corresponde. Dios asigna a la luz la misión de ser el día y a las tinieblas la de ser la noche, y eso se expresa dando nombre a cada cosa. 1, 5b: "Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero-". Mientras los ciclos anuales son ciclos lunares, la luna es la que tiene importancia para contar el nuevo día. Por eso, para los hebreos, el día comienza a las seis de la tarde, hora en que "sale" la luna. 1, 6-8: "Y dijo Dios: que exista una bóveda entre las aguas, que separe aguas de aguas. E hizo Dios una bóveda y separó las aguas de debajo de la bóveda de las aguas de encima de la bóveda. Y así fue. Y llamó Dios a la bóveda "cielo", pasó una tarde, pasó una mañana, el día segundo". El autor de este pedacito ha tenido en cuenta el mito babilónico de creación llamado "Enuma Elis". Marduk entra en combate con Thiamat, la serpiente acuática primordial (personificación del océano como símbolo de caos). Marduk vence a Thiamat y lo parte en dos. Entre las dos partes queda un vacío que Marduk llena con todas las criaturas que irá después sacando del cuerpo de Thiamat (el agua). Es una observación popular elevada a reflexión teológica. La lluvia cae del cielo, luego encima de la bóveda celeste hay un océano. Debajo de la tierra se encuentra agua (los pozos, los lagos, etc.); luego la bóveda celeste separa el océano que hay debajo de la tierra del océano que hay encima de la bóveda del cielo. En el diluvio, Dios dejará que se vuelvan a juntar las aguas todas y con ello se volverá al caos del origen del universo. Dios decidió re-crear la humanidad. 1, 9-13: "Y dijo Dios: Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezcan los continentes. Y así fue. Y llamó Dios a los continentes "tierra"; y a las masas de aguas la llamó "mar". Y vio que era bueno. Y dijo Dios: produzca la tierra hierba verde que engendre semillas y árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra. Y así fue. La tierra produjo hierba verde que engendraba semilla según su especie y árboles que daban su fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno, pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero". Dios sigue creando; ordenando el caos; colocando cada cosa en su lugar. El relator hace notar que debe diferenciarse a la hierba verde de los campos, y su forma de reproducirse, de los árboles frutales y su correspondiente forma de reproducción. La creación sale "buena" de las manos de Dios, pero no perfecta. No es un todo terminado de una vez para siempre, sino un conjunto en evolución. Las plantas producen semilla para asegurar la continuación, por ejemplo. 1, 14-19: "Y dijo Dios: Que existan lámparas en las bóvedas del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años; y sirven de lámparas en la bóveda del cielo para dar luz sobre la tierra. Y así fue. E hizo Dios dos lámparas grandes: la lámpara mayor para regir el día, la lámpara menor para regir la noche; y las estrellas. Y las puso Dios sobre la bóveda del cielo para dar luz sobre la tierra; para regir el día y la noche, para separar la luz de la tiniebla, y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto". ¿Qué luz es la que creó Dios el día primero si los astros, el sol y la luna aparecen hasta el día cuarto? No le importa un bledo al redactor. Lo que a él le interesa es decir algo mucho más importante desde el punto de vista de la teología: el sol, la luna y las estrellas son criaturas de Dios y el hombre será colocado por encima de ellas. Los tiempos quedan fijados y esto es parte de la idea de "justicia" en el Antiguo Testamento. Justicia significa que todo se desarrolla según el plan de Dios desde el principio. Es la armonía de la creación tal como Dios la quiso. Injusticia es desarmonía en todos los niveles de la creación. El hombre y la creación entera son solidarios en el bien y en el mal. Cuando el hombre rompa la armonía, por su pecado, toda la creación quedará desequilibrada. El redactor nos muestra cómo cada noche penetra en el mundo algo de la oscuridad caótica primigenia. La oscuridad de cada noche sólo se diferencia de la original en que la oscuridad cotidiana Dios ha querido sujetarla a un límite cósmico benévolo. 1, 20-23: "Y dijo Dios: llénense las aguas de seres vivientes, y vuelen pájaros sobre la tierra y bajo el firmamento del cielo. Y creó Dios los grandes monstruos marinos y los demás seres que viven en el agua y las aves según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Y Dios los bendijo diciéndoles: crezcan, multiplíquense, llenen las aguas del mar: que las aves se multipliquen en la tierra. Pasó una tarde, paso una mañana: el día quinto. • Los monstruos marinos siguen siendo para los hebreos, en la época en que se redacta este pasaje, un recuerdo de Thiamat, la gran serpiente primordial (personificación del caos) (Ver: Job 3, 8-40, 25; Isaías 27, 1; Salmos 74, 14; 104, 26). A esta serpiente los hebreos la llaman "Leviatán". • Todo regalo, todo don de Dios, es una misión. Dios da a los vivientes la misión de multiplicarse, ellos deben llenar el espacio que les corresponde. Pero la fecundidad es una bendición de Dios, no una obligación; es la capacidad que el ser ese lleva en sí para cumplir su misión. 1, 24-25: "Y dijo Dios: produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras según sus especies. Y así fue. E hizo Dios las fieras según sus especies, los animales domésticos según sus especies y los reptiles según sus especies. Y vio Dios que era bueno". Todo animal es creatura de Dios, ningún animal puede ser adorado como Dios y más bien el hombre ha sido colocado por encima de todos ellos. Fijémonos bien: Dios ha creado todos los reptiles, también la serpiente que luego aparecerá, y Dios vio que eran buenos. Guardemos este dato para cuando, más adelante, nos encontremos con el relato de la caída. 1, 26-31: "Y dijo Dios: hagamos al género humano a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra y creó Dios al ser humano a su imagen; a imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: crezcan, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra. Y dijo Dios: Miren, les entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla les servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra -a todo ser que respira- la hierba verde les servirá de alimento. Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno. -Pasó una tarde, paso una mañana: el día sexto". La fórmula que el redactor utiliza, "hagamos", implica la idea de que Dios va ahora a hacer algo especial. Es como si Dios se revistiera de toda su majestad para emprender la labor de hacer el género humano. El hombre, el ser humano, es colocado como lugarteniente de Dios ante toda la creación precedente. El ser humano es colocado como rey de la creación en el lugar de Dios; por eso Dios dice: a nuestra imagen y semejanza. En la literatura egipcia anterior al cristianismo se le llama "imagen del faraón" a su primer ministro, al ministro que hace las veces del faraón ante el pueblo. Dios ha hecho al hombre "a su imagen y semejanza"; para saber, pues, lo que el hombre es con mayor propiedad, lo que el hombre es en realidad, hay que saber lo que Dios es. La idea de que el hombre es "la imagen y semejanza de Dios" basará todo el lenguaje antropomórfico que luego todo el Antiguo Testamento aplica a Dios y que tanto recelo le provocará al autor llamado “ el Deuteronomista”. Dios crea al ser humano en la variedad macho y en la variedad hembra. Los dos son ser humano, los dos son "Adam" (en hebreo) , los dos tienen la misma dignidad de ser imagen de Dios. En Génesis 5, 1, 2 se expresa todavía más claramente esta idea: "En el día en que Dios creó al ser humano, a su imagen de Dios lo creó. Los creó macho y hembra, los bendijo y les puso por nombre “Adán". La imagen de Dios, y con ella la dignidad esencial del hombre, está impresa de la misma manera en la mujer que en el varón, y, por lo mismo, ambos tienen, en el cosmos, la misma igualdad esencial de derechos . El Talmud dirá después que el hombre ha sido el último ser creado para que nadie se crea de mucho valor: hasta la pulga ha sido creada antes que él y sabe más de la vida. Que domine: Dios hace al hombre rey de la creación; le da la capacidad de llegar a serlo. Como siempre en Dios: todo don es tarea, todo don es una misión. |
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