la tonteria de la evolucion, una doctrina falsa hueca y satanica
*Introduccion* LA MARAVILLA DE LA CREACIÓN Génesis cap. 1 DOS PALABRAS PREVIAS
Al iniciar nuestro estudio de Génesis queremos hacer una oración a Dios nuestro Padre para que nos ilumine por medio del Espíritu Santo, de tal manera que su amado Hijo Jesucristo pueda ser visto en cada página de este precioso libro, y consecuentemente, sea más conocido, amado y mejor servido por su pueblo. ¡Qué así sea! Luego diremos que, deliberadamente, hemos dejado de lado las disquisiciones filosóficas, arqueológicas, antropológicas y aun teológicas (y de cualquier otra índole humana) que suelen hacerse al comenzar el estudio de este magnífico libro, para adentrarnos sin más, con un corazón abierto y sin prejuicios –como el de un niño–, en sus preciosas páginas.
INTRODUCCIÓN
El libro de Génesis ha sido llamado «la sementera de la Biblia», porque en él están referidos los principios de todas las cosas. (Los hebreos le dieron por título la primera palabra hebrea, que significa, precisamente «en el principio»). El libro de Génesis es la base de toda la revelación que tenemos en los otros 65 libros de las Escrituras.
El Génesis guarda una estrecha relación con el Nuevo Testamento. Muchos de los temas que trata, como por ejemplo, la institución del matrimonio, la caída del hombre, el lugar de las obras, el juicio mediante el diluvio, la justificación por la fe, no vuelven a aparecer en el resto del Antiguo, sino en el Nuevo Testamento. La gran verdad central de este libro es la concerniente a la «vida», y en él Dios se ve como Dador de ella.
AUTOR
Normalmente en los estudios bíblicos se discute largamente acerca de el o los probables autores de los libros. Los críticos de la Escritura han levantado muchas hipótesis para atacar la legitimidad de éste y los demás libros de la Biblia. Nosotros no atenderemos tales razonamientos. Simplemente, aceptaremos que toda la Biblia es divinamente inspirada.
En el caso de los primeros cinco libros de la Biblia, conocidos como el Pentateuco, aceptaremos la opinión común de los estudiosos de la Biblia, según la cual su autor material es Moisés (ver Éxodo 24:4, 7; Deut. 31:9, 24-26), y que se basa, además, en el propio testimonio del Señor Jesús (Mc. 12:26; Lc. 16: 29, 31; 24:44). Con todo, el verdadero autor del Génesis, como de toda la Biblia, es Dios. Eso nos bastará.
BOSQUEJO
El libro de Génesis se divide fácilmente en dos secciones: el principio del universo y de la historia de la humanidad (capítulos 1 al 11), y los patriarcas (capítulos 12 al 50). En la primera parte tenemos la obra creadora de Dios y la consiguiente corrupción por causa del pecado. En la segunda parte tenemos el inicio de la recuperación del propósito de Dios, cuya figura central es Abraham, quien es, a la vez, el padre de la raza escogida (Israel), el primer antepasado del Señor Jesucristo según la carne (Mateo 1:1-2), y también el padre de los fieles, quienes obtienen la salvación y la justificación por la fe. Aparte de la biografía de Abraham, en Génesis aparecen las de otros siete patriarcas: Adán, Abel, Enoc, Noé, Isaac, Jacob y José. Todos ellos nos muestran los diversos tratos de Dios con sus hijos, como asimismo la obra de la manera o proceder de sus caracteres en la imagen de Cristo.
La perfección del relato de la creación
Este capítulo es uno de los más maravillosos y también enigmáticos de toda la Biblia – porque sus alcances sobrepasan toda capacidad de comprensión humana. Christian Chen, en su libro «Los números en la Biblia» dice: «Usando sólo 76 palabras diferentes, Génesis 1 establece una perfecta apertura para el libro de Dios, y determina todo lo que los hombres deben saber sobre los hechos de la creación ... Sólo Dios podía escribir un capítulo como ése, y lo hizo».
En este mismo libro el autor realiza un estudio del valor numérico de las letras de las palabras hebreas de Génesis 1 llegando a resultados asombrosos, relacionado con el uso de los números 3 y 7, que son los números que representan la perfección de Dios. Por ejemplo, el primer versículo: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra», en hebreo tiene exactamente 7 palabras y 28 letras (4x7). El valor numérico de este versículo es 2701 ó 37x73, un múltiplo de 37, y más que eso, el inverso de 37 (73). «Este un versículo construido sobre un esquema numérico altamente elaborado» – concluye Chen.
Chen ha contabilizado además, que tres veces Dios creó (vv. 1, 21, 27), tres veces Dios hizo (vv .7, 16, 25), tres veces Dios dio nombre a las cosas (vv. 5, 8, 10), tres veces Dios separó o dividió (vv. 4, 7, 18), y tres veces Dios bendijo (vv. 22, 28; 2:3). Además, siete veces Dios vio lo que él había hecho (vv. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7), siete veces viene la respuesta: «Y vio Dios que era bueno». Siete veces Dios da órdenes: «Haya». 1
La escena descrita en Génesis capítulo 1 es grandiosa. El hombre siempre ha quedado abrumado por la grandeza del universo. A medida que la ciencia ha logrado penetrar, aunque pálidamente, en los secretos del cosmos, el creyente ha encontrado más y más razones para alabarle por su grandeza 2. C. H. Mackintosh lo dice así: «Se nos presenta a Dios en la plenitud de su poder infinito y en la grandeza solitaria de actos sublimes e inconmensurables ... Parece que le oímos en esos momentos solemnes en que rompe el silencio mundial y, alumbrando las tinieblas del caos terrestre con la presencia de su rostro, proclama su propósito de preparar una esfera en la que pueda desplegar con toda amplitud su poder y majestad eternos.» (En Estudio sobre el libro del Génesis).
Himnos de la creación
El pasaje de Job 38:4-7 se podría calificar como «Un himno de la creación»: «¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia. ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel? ¿Sobre qué están fundadas sus basas? ¿O quién puso su piedra angular, cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios?». Aun el gran pasaje de los capítulos 38 al 41 de este mismo libro lo es. Otros pasajes de las escrituras también lo son: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos» (Salmo 19:1). «Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio» (Isaías 40:26) 3.
El origen del universo
Pese a lo que digan los incrédulos y ateos, los hijos de Dios aceptamos todo este magnífico relato de Génesis por la fe: «Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.» (Hebreos 11:3).
Gén. 1:1. «En el principio creó Dios los cielos y la tierra». Este versículo nos introduce directamente a la presencia de Dios. No hay argumentos que prueben su existencia. Él es el sujeto de la primera frase de este libro y es quien domina todo el capítulo.
Gen. 1:2 dice: «... estaba desordenada y vacía». Debería decir «se volvió» (igual que en Gén.19:26). Esto da cuenta de los efectos de la rebelión de Satanás y una parte de los ángeles. (Is. 14:12-15; Ez. 28:12-19). En Gén. 2:4 se sugiere esto mismo cuando habla de dos «creaciones». (Ver Is. 45:18). ¡Qué importante es esto para entender el desarrollo posterior del propósito de Dios y la historia del hombre! (Se desarrolla más ampliamente en el anexo 1).
Luego de dar cuenta del origen del universo en los versículos 1 y 2, a partir del versículo 3 se presenta el relato desde un punto de vista geocéntrico, es decir, teniendo como centro la tierra. Nada se dice de otros procesos creativos (ángeles, por ejemplo).
La semana de la creación
La creación fue acabada en un período de seis días. Estos seis días se dividen en dos veces tres días. Los tres primeros contienen obras de división, y los segundos, de creación y adorno. ¿Qué duración tuvo cada uno de esos días? Hay dos razones que nos permiten concluir que no se trata de días de 24 horas, sino de períodos tal vez más largos. Primera, el sol fue creado recién al cuarto día. Segunda, la palabra «día» de 2:4 se aplica a todo el período de la creación.
Primer día (1:3-5). La luz. El contraste «día-noche» es un tipo de los hijos de luz e hijos de las tinieblas (Gén.1:4; Ef.5:8; 1ª Tes.5:5).
Segundo día (1:6-8). El cielo (la atmósfera de la tierra) (los versículos 9 y 20 lo confirman).
Tercer día (1:9-13). El mundo vegetal.
Cuarto día (1:14-19). La lumbreras. Éstas ya existían desde el momento de la creación, pero ahora empiezan a funcionar en cuanto a su relación para con la tierra. Las lumbreras servirían primeramente como señales, anunciadoras de los juicios de Dios (Mateo 24:29) e indicadoras de los cambios del tiempo (Mateo 16:2-3). El sol y la luna son tipos de Cristo y la iglesia. «En la noche de este mundo, la luna alumbra. El mundo no ve a Cristo, pero ella sí, y es su deber reflejar sus rayos sobre un mundo entenebrecido. La luz de la luna no le es propia. Tampoco lo es la de la iglesia. Ella es simplemente receptora de la luz, para reflejarla.» (Mackintosh: Génesis).
Quinto día (1:20-23). Criaturas del mar y del aire.
Sexto día (1:24-31). Los animales terrestres y el hombre. Un consejo de la Deidad precede a la creación del hombre, he ahí el primer rasgo de su dignidad.
Dios crea al hombre a Su imagen, la cual es Jesucristo (Col. 1:18). El propósito de Dios al crear al hombre fue tener a muchos como su Hijo amado (Romanos 8:29).
Además, Dios crea al hombre para que señoree sobre la creación. (1:26, 28). Esto, por causa de que Satanás había pecado rebelándose contra Dios (Isaías 14:12-15). Dios retiró su autoridad del enemigo y la puso en manos del hombre. Así que el hombre debía gobernar en lugar de Satanás. Su jurisdicción era «toda la tierra». La débil criatura del Edén debía hacer ese trabajo, y aun vencer al enemigo de Dios. ¿Lograría hacerlo? Los documentos anexos nos ayudarán a ver la importancia que Dios le dio a este acto creativo, como también el propósito que Dios tuvo al crearlo. Como se puede muy bien suponer, tales asuntos son lo suficientemente amplios como para ameritar un estudio mucho más detallado y aun profundo que éste. Dada su importancia, necesitaremos una gran ayuda de nuestro bendito Dios para comprenderlo bien.
El Creador oculto tras la escena
Aunque el Señor Jesucristo no aparece mencionado en Génesis 1, su lugar en el momento de la creación aparece claramente señalado en otras Escrituras (Proverbios 8:22-29; Hebreos 1:2; Juan 1:1-3, 10; Colosenses 1:16-17; 1ª Corintios 8:6). Toda la creación fue hecha por Él y para Él. No podríamos entender el por qué y para qué existen todas las cosas si no viésemos el lugar que ocupa el Señor Jesucristo en el Plan y el propósito de Dios. («El Padre concibe el plan y el Hijo es el que procede a crear. El Padre planea conforme a su voluntad, y el Hijo aprueba y crea, y el Espíritu Santo presta la energía para que se lleve a cabo. El Hijo es el Creador de todas las cosas, es «el primogénito de toda creación» (Col. 1:15) ... una vez que la obra de la creación ha sido realizada, toda esta creación es entregada al Hijo. El motivo de que todas las cosas sean creadas es el satisfacer el corazón del Hijo.» (Watchman Nee: El Plan de Dios). ¡Qué hermoso es poder ver a Jesús donde otros no le ven!
1 Cliff Truman, por su parte, demuestra cómo en este primer versículo tres errores humanos son destruidos: 1) El Ateísmo, que afirma que Dios no existe; 1) El Panteísmo, que afirma que todo es Dios; y 3) El materialismo, que afirma que sólo existe la materia. En tanto, en los dos primeros versículos de Génesis se encuentran –agrega Truman– cinco conceptos básicos que estudia la ciencia: Tiempo – «En el principio»; espacio – «los cielos»; materia – «la tierra»; fuerza – «el Espíritu de Dios»; acción – «se movía» (En Génesis).
2 «Los científicos revelan que nuestra galaxia contiene más de 100 mil millones de estrellas, y que nuestro sol está a 250 billones de kms. del centro de nuestra galaxia. Nuestra galaxia pertenece a una pequeña agrupación de 19 galaxias, la más cercana de las cuales está a 30 millones de años luz (280 trillones de kms.) ... Existen más de mil millones de galaxias. La estimación de la cantidad de estrellas en estas galaxias ronda los 100.000 billones. El poder luminoso de una galaxia es igual a 400 millones de soles ... A la luz de todo esto, el hombre reverente se inclina ante el Creador en maravilla y genuina dedicación, y derramada adoración, alabanza y acción de gracias sin restricciones.» (Comentario Bíblico Moody).
3 «Esta maravillosa historia de la creación está reproducida notablemente en manera o proceder de una serie de cuadros panorámicos en el Salmo 104» (A. B. Simpson: Cristo en la Biblia, Génesis y Éxodo).
Cuestionario
1. ¿Qué estrecha relación hay entre el Génesis y el Nuevo Testamento? 2. ¿Qué participación tuvo el Señor Jesucristo en la Creación? 3. ¿Qué simbolizan el sol y la luna en Génesis 1? ¿Por qué?
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| ANEXO N° 1: El plan y el reposo de Dios
| El plan de Dios en la creación del hombre
| ¿Por qué creó Dios al hombre? ¿Cuál era su intención al crear al hombre? Dios nos ha dado su respuesta a esta pregunta en Génesis 1:26-27. Estos dos versículos son de gran importancia. Nos revelan que la creación del hombre por Dios era un hecho extraordinario. Cuando Dios necesitó luz, dijo sencillamente: «Sea la luz». Cuando él necesitó aire, dijo: «Sea el aire», y todo se verificó exactamente según su palabra.
La creación del hombre no fue tan sencilla. Precisó de un diálogo en lo íntimo de la deidad. Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra ...» (Génesis 1:26). Esto es lo que Dios proyectó en su coloquio divino para la creación del hombre. Dios dijo: «Hagamos ...». Estas palabras nos revelan lo que se discutió en la deidad. Ellas nos muestran el modelo que él tenía acerca del hombre que pensaba crear.
Después, el versículo 27 nos revela la creación del hombre por Dios: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.» Y el versículo 28: «Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.» Este versículo nos da a conocer lo que Dios pretendía: un hombre que señorease, que llegara a reinar sobre esta tierra (...)
Ese hombre que Dios creó no sólo tenía Su semejanza, sino también Su imagen (semejanza en cuanto a lo externo, e imagen en cuanto a lo interno). Dios no deseaba sólo la semejanza externa del hombre, sino que éste, allá en lo íntimo, poseyera su imagen de modo que compartiera con Él el mismo sentir, la misma sensación íntima, la misma manera de vivir, y la misma naturaleza santa, para que quien entrara en contacto con el hombre, percibiera la naturaleza de Dios. Esto fue la resolución que se tomó en el diálogo de la Deidad.
¿Cómo creó Dios al hombre? Dios lo creó a Su propia imagen. Dios quería un hombre que se le pareciera. Es evidente que el hombre tiene una posición singular en medio de la creación de Dios, ya que de todas las criaturas de Dios es el único que fue creado a imagen de Dios. Aquí notamos algo importante. En el versículo 26 dice: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza ...» En cambio, el versículo 27 dice: «Y creó Dios al hombre a Su imagen, a la imagen de Dios lo creó ...»
En el versículo 26 el pronombre está en plural; en cambio en el 27 «Su» está en singular. Gramaticalmente, cuando en el diálogo de Dios, en el versículo 26 dice: «Hagamos al hombre a nuestra imagen ...» parece que en el versículo 27 debiera decir: «Y creó Dios al hombre a la imagen de ellos ...» Pero, cosa extraña, en el versículo 27 dice: «Y creó Dios al hombre a Su (¡singular!) imagen ...» ¿Cómo podemos explicar esto? Esto es así porque en la deidad sólo uno tiene la imagen: el Hijo. De ahí que cuando la deidad decidió la creación del hombre dijo que el hombre fuera hecho a nuestra imagen. Por ello, cuando la deidad se encontró con la realidad de hacer al hombre, dice que el hombre fue hecho «a Su imagen» (singular). «Su» se refiere al Hijo. De ahí podemos deducir que Adán fue hecho a imagen del Señor Jesús. Adán no fue antes que el Señor Jesús, como se puede suponer históricamente, más bien fue el Señor Jesús quien existió antes que Adán (Col. 1:18) (...)
El propósito de Dios, que es conseguir un grupo de hombres que sean como Su Hijo, lo encontramos al leer Romanos 8:29: «Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de Su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.»
Dios anhela tener muchos hijos, y desea que éstos sean como Su Hijo unigénito. Entonces Su Hijo ya no será más el unigénito, sino el primogénito entre muchos hermanos. El deseo de Dios es conseguir tal grupo de hombres. Cuando nosotros veamos esto, nos daremos cuenta del valor precioso del hombre y saltaremos de alegría cada vez que el hombre sea mencionado. ¡Cuánta importancia da Dios al hombre! ¡Incluso Él se hizo Hombre!
El plan de Dios es conseguir el hombre. Cuando se obtiene el hombre, el plan de Dios se cumple. El plan de Dios se cumple por medio del hombre, y por medio del hombre queda satisfecha Su necesidad.
¿Qué es pues lo que Dios desea ahora del hombre que creó? ¡Que éste reine! Cuando Dios creó al hombre, no lo predestinó para caer. La caída del hombre está en el capítulo 3 de Génesis, no en el capítulo 1.
En el plan de Dios de crear al hombre no estaba previsto que el hombre pecara; tampoco Dios había determinado de antemano la redención. En tal caso, entonces sí, el hombre hubiera tenido que pecar. En cambio, en el plan de Dios de crear al hombre, éste estaba destinado para reinar. Esto nos revela Génesis 1:26. Aquí Dios nos muestra su deseo y nos confía el secreto de su plan. Aquí está el propósito de Dios en la creación del hombre. Quizás algunos se pregunten: ¿Por qué tendrá Dios semejante propósito?
El motivo es éste: que antes de la creación del hombre, un ángel de luz se rebeló contra Dios y se convirtió en diablo. Satanás había pecado y cayó. El «Lucero de la mañana» pasó a ser el enemigo de Dios (Isaías 14:12-15). Por eso Dios retiró su autoridad del enemigo y la puso en las manos del hombre. El motivo por el que Dios creó al hombre fue que éste debía gobernar en lugar de Satanás.
¡Qué sobreabundancia de gracia se percibe en el acto creador de Dios! Pero el deseo de Dios no sólo era que el hombre gobernara, sino que lo hiciera en una jurisdicción particular.
Lo vemos en Génesis 1:26: «Señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra ...» «Toda la tierra» es la jurisdicción de la soberanía. Dios no sólo le concedió señorío sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos y sobre las bestias, sino que además quiso que el hombre señorease en «toda la tierra».
El hombre tiene una relación especial con la tierra. Después de la creación se le dijo claramente que él señorease sobre toda la tierra. Los versículos 27 y 28 dicen: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread ...» Dios pone el énfasis en que el hombre llene la tierra y la someta. Es sólo en segundo lugar que el hombre debe señorear en los peces del mar, en las aves de los cielos y en todo ser viviente que hay sobre la tierra. El señorío del hombre sobre estas otras cosas es por añadidura. Lo principal era la tierra.
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