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El arte de la apicultura (III) * por Paul Marshall Allen Las semanas durante y las que siguen directamente al período de floración frutal en el huerto introducen en el apiario ese momento excitante del año conocido como el tiempo de enjambre, acerca del cual habla la antigua rima: “Un enjambre de abejas en mayo1 Vale un cargamento de paja; Un enjambre de abejas en junio Vale una cuchara de plata; Un enjambre de abejas en julio ¡No vale ni una mosca!” Aquí el poeta considera sólo el valor monetario del enjambre, su capacidad de almacenar la miel sobrante durante el año de su enjambrazón, y no su valor intrínseco en el apiario. Es cierto que un enjambre en mayo es el más valioso de los tres, en lo que concierne a las consideraciones monetarias, pero un buen enjambre de abejas en julio tampoco es para despreciar, aún cuando pueda y probablemente sea necesario alimentarlas en el otoño a fin de que puedan pasar el invierno con éxito. La próxima temporada un enjambre en julio demostrará ser una valiosa adición para el apiario. Quizás no haya un ejemplo más admirable de cómo las abejas, en común con otras criaturas vivas, manifiestan la sabiduría universal del mundo que en la actividad conocida como la enjambrazón. ¡Quienquiera que haya estado en el apiario en medio de un enjambre de abejas volando que recién sale de la colmena tiene que haber sentido que realmente ocurría algo maravilloso! El aire está lleno de abejas girando, disparando, precipitándose de aquí para allá con un fuerte zumbido. Todo pareciera estar más intensamente vivo que lo normal, y la excitación de las abejas es muy contagiosa: el apicultor puede sentir una profunda emoción dentro suyo ante la presencia de una de las actividades más maravillosas de la naturaleza. Luego, a medida que el enjambre empieza a asentarse en la cercanía, quizás sobre una rama baja, disminuye el ruido, y lentamente se forma una masa de abejas que debe ser colocada en una colmena si se la ha de conservar como parte del apiario. En este punto se puede observar otra cosa notable. Durante el tiempo que el enjambre estaba en el aire, parecía como si todo el apiario estuviera en un caos, tan extensiva era la actividad zumbante y bulliciosa. ¡Sin embargo, una observación más minuciosa mostraría que durante todo el tiempo que ocurría el zumbido, las abejas de todas las colmenas del apiario –incluyendo la colmena de donde salió el enjambre- se estaban ocupando de su tarea de recolectar néctar y polen como si no ocurriera nada raro! Esto ilustra, más que ninguna otra cosa, el factor más fuerte de la vida de la colmena –la vida comunitaria de las abejas. Incluso las abejas de la colmena progenitora continúan con su actividad comunitaria a pesar del ajetreo del enjambre saliente. Son las observaciones como estas las que le dan a la apicultura su intensa fascinación. En estos artículos poco se ha dicho hasta ahora acerca de la verdadera vida de la colmena. Sin embargo, esto deberá tratarse aquí a fin de poder entender mejor la importancia de la enjambrazón, y el valioso fin que sirve. Es importante que se tome muy en serio este punto porque raramente, si alguna vez, podemos encontrar en la naturaleza una forma de vida comunitaria más perfecta que entre las abejas. Es probablemente el factor fundamental de una buena apicultura. Esta vida comunitaria se vive en completa armonía, en completa devoción y amor y servicio para la cabeza de la colmena –la Reina, manifestando así una forma fundamental de sabiduría. Si el apicultor comprende –sí, y siente esta sabiduría, este amor, esta devoción de la colonia manifestada como una intensa vida comunitaria –será un mucho mejor apicultor. Muchos de los problemas vinculados con el manejo de las abejas que lo dejaban perplejo hasta entonces se aclararán a la luz de esta premisa: Todo lo que ocurre en la colmena es el resultado de este elevado grado de vida comunitaria. Una somera descripción de los habitantes de la colmena, basada en su apariencia física, incluiría tres tipos: la reina, que es la cabeza de la colonia, las obreras, y los zánganos. Sin embargo, esta clasificación resulta incompleta porque las obreras están comprometidas en muchos tipos de actividades en la colmena. Son ellas las que construyen los maravillosos panales de cera, las que recolectan el néctar, el polen y el agua para la miel y los alimentos, las que cuidan la colmena, las que crían a las abejas jóvenes, las que ventilan y limpian la colmena, y llevan a cabo también muchas otras actividades. En resumen, viven una vida de total devoción, y al final se sacrifican por la reina y por el bien de la comunidad como un todo. En la colonia normal, las obreras son mayoría, los zánganos son menos. Son los únicos machos de la colmena, y existen por el único propósito de impregnar a la reina, lo que se lleva a cabo una única vez en la vida de una reina, durante ese maravilloso fenómeno, el vuelo nupcial. La reina permanece fértil –capaz de poner huevos- durante el resto de su vida. Pero el zángano que impregnó de este modo a la reina muere como resultado del vuelo nupcial –otro sacrificio para la vida de la comunidad. Darwin dijo una vez que cuando tenemos en nuestras manos un pedazo de un panal, estamos sosteniendo una de las creaciones más notables del mundo natural. ¡En verdad es cierto esto! Esta forma hexagonal, repetida una y otra vez para formar el panal es una verdadera maravilla de creación y de utilidad. Estas celdas hexagonales únicas forman lugares de almacenamiento para la miel y el polen y receptáculos para los huevos que pone la reina. Sólo una de las maravillas de esta forma hexagonal de la celda es que es la forma más perfecta conocida por la ciencia como base para la formación de un vacío. Cuando se ha colocado la miel en la celda, las obreras construyen sobre ella un tapón de cera para sellarla cerrada. A último momento las abejas chupan de la miel los últimos restos de aire, sellándola así en un receptáculo al vacío. ¡Y la forma hexagonal de la celda es de suma ayuda para formar el vacío! Estas celdas también proveen los lugares en donde la Reina deposita sus huevos. A partir de estos huevos se desarrollan larvas y por último emergen las jóvenes abejas. Además de la celda hexagonal común que provee el lugar de nacimiento de la obrera, existen otros dos tipos de celdas que se encuentran en la colmena. La primera es el tipo de celda del zángano. Esta es una celda más grande que la de la obrera, aunque sigue la forma general de la misma. Luego hay un tercer tipo que en realidad no es una celda, sino una especie de bolsa, construida por lo general al costado del panal, muy parecida a la forma de la cáscara del maní. Esta celda tipo bolsa es el lugar de nacimiento de la joven Reina. Mucho podría decirse acerca de estas tres formas de celdas porque ciertamente sus mismas formas influyen en la actividad de la vida de las abejas que emergen de ellas. Al comienzo esta última afirmación podrá parecer incomprensible para el apicultor, pero si lo piensa durante un tiempo y –más importante aún- observa toda la actividad de la vida de la colmena más de cerca, su pensamiento llegará a muchas conclusiones fascinantes. Ahora que hemos repasado brevemente la vida dentro de la colmena, volvamos a nuestro tema original: la enjambrazón. Después de despertar del descanso del invierno –que no es realmente un dormir- tal como se estableció en un artículo anterior, la Reina empieza a poner huevos en las celdas de los panales. Las obreras se ocupan de limpiar las celdas en preparación para esta postura de los huevos, y visitan árboles y flores por polen y néctar con qué alimentar a las jóvenes larvas. Otras obreras construyen nuevas celdas según se requieran, incluyendo algunas celdas o bolsas de reina. Aquí hay otra maravilla de la vida de la colonia: la relación entre la extensión de tiempo requerida para el desarrollo de los tres tipos de abejas. La reina permanece en la etapa de huevo durante tres días, en la etapa de larva durante cinco días y en la etapa de pupa durante ocho días, un total de dieciséis días. La obrera permanece como huevo durante tres días, como una larva durante seis días y una pupa durante doce días, o un total de veintiún días. El zángano permanece como huevo durante tres días, como una larva durante siete días y como pupa durante catorce días, o un total de veinticuatro días. De este modo encontramos tres períodos diferentes de tiempo requeridos para el desarrollo de los tres tipos de abejas de la colonia: para la reina, dieciséis días; para la obrera, veintiún días; para el zángano, veinticuatro días. Estos diferentes períodos de tiempo no son ‘sin importancia’ en la vida de la colonia. Así como hay una interrelación entre las diversas formas de la vida natural sobre la tierra tan intensa que no existe ninguna forma de vida absolutamente sola, es seguro que las influencias del cosmos exterior entran en esta vida, afectando a la colmena como lo hacen con todo lo vivo de la naturaleza. Resumiendo, existe una relación entre el hecho de que la obrera lleva veintiún días para desarrollarse, y el hecho de que este es el tiempo requerido para que el sol gire una vez sobre su eje. No es sin importancia que el zángano necesite un tiempo más largo para desarrollarse que la obrera y que la reina necesita el tiempo más corto de todos. Tales conexiones como éstas entre la vida de la colmena y el cosmos dan cuenta de la alta estima que se tenía de la apicultura en los tiempos antiguos, y del hecho de que el apicultor moderno encuentra el cuidado de las abejas una de las actividades más fascinantes de todas. Cuando, al final de un período de dieciséis días, llega la reina de su celda, hay una gran intranquilidad en la vida de la colmena. Si el apicultor sabe que una nueva reina está por salir de su celda y se toma el trabajo de escuchar al anochecer hacia el final de este período, en la entrada de la colmena, escuchará un día una nota nueva, una especie de sonido ‘agudo’. Este es el sonido hecho por la joven reina que acaba de salir de su celda. Al siguiente día bueno, las abejas seguramente enjambrarán. ¿Por qué enjambran las abejas fuera de la colmena al salir la nueva reina? Si fuéramos a mirar fijamente el brillo deslumbrante del sol durante unos momentos, seguramente tendríamos que mirar finalmente hacia otro lado o quedaríamos enceguecidos por el brillo de su fuego. Algo parecido a esta experiencia ocurre en la colmena. Deslumbradas por el brillo de la nueva reina, la vieja reina y sus obreras y zánganos asociados deben huir de la colmena. Este vuelo lo conocemos como la enjambrazón. Es un modo natural para la multiplicación de las colonias, y de conservación de la vida de las abejas. Una pregunta aquí podría ser, “Al enjambrar ¿cómo deciden las abejas cuáles seguirán a la vieja reina de la colmena y cuáles permanecerán con la nueva reina?” No se conoce la respuesta a esta pregunta. En el enjambre se hallan obreras y zánganos tanto viejas como jóvenes, y obreras y zánganos tanto viejas como jóvenes permanecen también en la colmena con la nueva reina. Esta división de la colonia se lleva a cabo como resultado de algún tipo de acuerdo al que llegaron las abejas por sí mismas –un secreto aún no sondeado. Después que el enjambre subió en el aire y descendió finalmente sobre un arbusto o rama cerca de la colmena –y si es un primer enjambre seguramente se agrupará cerca de la colmena progenitora- el problema del apicultor es cómo ‘encorchar’ o capturar el enjambre. Este es un asunto muy sencillo si se maneja de manera correcta. En general hay dos tipos de lugares donde descenderán los enjambres: una rama de un arbusto o árbol, y el tronco de un árbol o la superficie plana de una pared o incluso en el pasto. La tarea de capturar el primer tipo de enjambre es muy sencillo. Coloque una base de colmena y cámara de cría en el piso alrededor de 1 pie del lugar donde se caerá el enjambre al piso. Delante de la colmena coloque hojas de diario, cartón corrugado, o una sábana vieja. Desde otra colmena del apiario que sepa que está libre de enfermedad, tome un cuadro que contenga cría y miel, y cepille sacando las abejas del mismo delante de la colmena de donde se toma el cuadro. Repóngalo con un cuadro vacío de la colmena donde piensa colocar el enjambre. Coloque el cuadro de cría en la colmena nueva en una posición central entre los cuadros y vuelva a colocar la tapa sobre la colmena nueva. Encienda el ahumador y déjelo cerca, listo para usar. Ahora sacuda vigorosamente la rama sobre la que está colgado el enjambre de modo que las abejas caerán en masa sobre el papel delante de la colmena. El aire estará lleno de abejas después de esta sacudida, pero el apicultor deberá permanecer totalmente tranquilo y trabajar con serenidad y sin apuros. Tome el ahumador y sople dos o tres soplidos suaves de humo sobre la masa de abejas a fin de guiarlas suavemente hacia la entrada de la colmena. Cuando las abejas están entrando en buenas cantidades a la colmena nueva, descubrirá que una cantidad de abejas ha vuelto a la rama donde se habían colgado previamente. Repita la sacudida y el ahumado suave. Luego, cuando la mayoría de las abejas estén en la colmena o trabajando hacia ella, déle una o dos sacudidas finales a la rama y sople alrededor de media docena de buenos soplidos de humo sobre el lugar donde se había colgado el enjambre. Esto tenderá a destruir el olor de la reina y desalentará a los rezagados de seguir merodeando sobre la rama. Deje la colmena que contiene al enjambre donde está hasta que esté casi oscuro, luego muévala al puesto donde se encuentra la colmena progenitora. Quite la colmena progenitora llevándola a una ubicación nueva y coloque en su lugar la colmena con el enjambre. Frene absolutamente su curiosidad por ver cómo le está “yendo” al enjambre durante por lo menos tres días para permitir que las abejas organicen el aseo de la casa sin molestias indebidas. Después de alrededor de diez a quince días viene bien agregar una o dos alzas a esta colmena del enjambre. Mencionamos que los enjambres a veces se forman sobre los troncos de árboles, paredes de piedra o incluso en el pasto alto, donde no pueden ser sacudidos para soltarlos. No es difícil colocar estos enjambres en las colmenas, pero se requiere de una técnica especial. De nuevo, tenga lista la colmena, el ahumador, y el cuadro con cría cerca del enjambre, y los diarios puestos delante de la colmena como se describió anteriormente. Ahora tome el cuadro de cría y miel y átelo o engrámpelo a un palo ahorquillado suficientemente largo como para lanzarlo sin dificultad en la parte más pesada del grupo de abejas2 del enjambre. Con un movimiento silencioso pero decidido, tire el cuadro de cría suavemente en el medio del enjambre. Manténgalo allí durante tres a cinco minutos, o hasta que una gran parte del enjambre se haya trepado al mismo. Si se deja por un corto tiempo en esta posición casi todo el enjambre dejará su posición anterior y se volverá a formar sobre el cuadro. Saque el cuadro de esta posición silenciosa y suavemente y sacúdalo delante de la nueva colmena. Cuando se hayan caído de ella suficientes abejas como para posibilitar la maniobrabilidad del cuadro, quítelo del palo ahorquillado y colóquelo dentro de la colmena. Tape la colmena. Para este momento, grandes cantidades de abejas habrán entrado por la entrada de adelante, y un poco de humeado suave hará que las demás entren tal como se describió arriba. Cuando hay que capturar un enjambre a cierta distancia de su apiario por lo que resulta necesario llevar a las abejas a casa, proceda del modo descrito arriba, y coloque el cuadro que contiene el enjambre en un canasto de mimbre apretado y tápelo de modo seguro con una tela o frazada liviana para que las abejas no se puedan escapar. Hemos transportado enjambres de este modo más de veinte millas en auto. Al llegar a casa, las abejas pueden colocarse fácilmente en la colmena si se las salpica suavemente con agua tibia con almíbar que contenga una parte de azúcar por dos partes de agua cuando se retira la tapa del canasto. Dicho salpicado disminuirá el peligro de que se vuelen. Coloque el cuadro de cría en la colmena nueva tal como se describió previamente. Este plan de transportar a las abejas es bueno si el clima no está demasiado caluroso, en cuyo caso podría provocar sofocamiento. En dicha instancia, lleve una colmena completa al lugar donde se debe encorchar al enjambre, colóquelo en la colmena del modo descrito arriba, y al anochecer cuando las abejas están todas adentro, cierre la entrada de adelante con alambre tejido o un bloque de colmena y trapos y transpórtelo al apiario de casa. Cuando se quita el alambre tejido o el cerramiento de la colmena, viene bien dejar rápidamente la vecindad de la colmena, especialmente si está oscuro, ¡dado que las abejas picarán toda cosa que se les cruce después del anocher! Los enjambres segundo y tercero (a veces llamados “after-swarms”(enjambres posteriores)) son más difíciles de agarrar que los primeros enjambres, dado que no suelen agruparse en la vecindad inmediata de la colmena. Otro tipo de enjambre que, hablando con propiedad, no es un enjambre, sino un “echado”, seguirá a veces al primer enjambre. El mejor tratamiento para los echados es encorcharlos con una colonia ya establecida colocándolos en un alza encima de la colonia con un pedazo de diario entremedio. En uno o dos días roerán su camino a través del grosor simple del papel y serán aceptados por las abejas de la colonia. Se deberá seguir un plan parecido en el caso de un segundo o tercer enjambre, siempre que parezcan demasiado pequeños como para trabajar de manera efectiva como una colonia independiente. Lo principal a tener presente con respecto al enjambre es que el apicultor deberá estar totalmente sin temor al manejar los enjambres. Las abejas no están dispuestas a picar prontamente cuando están en enjambre, dado que ya están cargadas con la miel que están llevando a su nueva casa. Por lo tanto, generalmente resulta posible encorchar un enjambre sin usar un velo. Se deberá, sin embargo, usar un sombrero, dado que las abejas volando se enredan con facilidad en el pelo. Por otra parte, a menos que uno sepa positivamente que el enjambre salió de la colmena el día en que se encorchará, se deberá usar un velo. Recientemente descubrí un enjambre en uno de mis apiarios de afuera, agrupado algo más arriba de mi alcance en un tronco de un árbol. Me acerqué al árbol con un cuadro de cría en un palo ahorquillado. Antes de que pudiera llevar el cuadro cerca del enjambre, unas cien abejas se abalanzaron enojadas sobre mí, picándome severamente los brazos y las manos. ¡Afortunadamente estaba usando el velo! La razón del enojo del enjambre –un fenómeno inusual- fue que habían salido de la colmena dos días antes. Se habían agrupado en el tronco del árbol durante dos días de lluvia y frío hasta que las descubrí allí al tercer día. ¡En consecuencia no estaban de humor para ser manipuladas sin un velo! La segunda vez moví el cuadro muy lentamente cerca del enjambre, y en pocos momentos el enjambre entero se agrupó con entusiasmo sobre él sorbiendo la miel y examinando la cría que contenía. Fue fácil colocarlas en la colmena. Esto ilustra la sabiduría del viejo consejo dado por mi abuelo que siempre nos prevenía que tuviéramos un velo a mano toda vez que fuéramos al apiario por cualquier propósito. Cada apicultor puede contar experiencias curiosas vinculadas con el momento del enjambre, pero yo fui testigo de uno de las más curiosas cuando ayudaba a mi abuelo en su apiario hace muchos años. Era su costumbre cualquier vez que enjambraban las abejas, pararse en el medio de sus colmenas sin velo ni protección alguna más que su sombrero de paja, disfrutando del laborioso aleteo y zumbido de las abejas. Este día en particular, estaba parado no muy lejos de la colmena progenitora de donde salía el enjambre. Por alguna razón las abejas decidieron que sus hombros eran un excelente lugar donde descender, ¡así que en pocos momentos un hermoso primer enjambre se agrupó sobre sus omóplatos! Se mantuvo muy quieto mientras se formaba el grupo de abejas y luego, a medida que se aquietaba un poco la excitación del enjambre, me dio las directivas para colocar una colmena nueva en el piso, directamente detrás de él, con diario extendido delante de la misma. Entonces muy despacito dobló sus rodillas y se sentó sobre el papel con su espalda hacia la colmena. Tomó sólo un poco de humo y hasta menos cepillado para hacer que las abejas dejaran sus hombros y entraran a su nueva casa. Sin aliento por la excitación, me apuré para ir a casa para contarles a todos lo que había ocurrido. Cuando por fin llegó el abuelo, estaba muy callado -¡estaba triste por el par de docenas de abejas que había matado cuando se agachó sobre el suelo! ¡Realmente, esto ilustra la íntima relación que debe existir entre el verdadero apicultor y sus abejas! Siempre he pensado en esto al definir la diferencia entre un apicultor y un dueño de abejas. El arte de la apicultura (IV) * por Paul Marshall Allen En el tercer artículo de esta serie tratamos aquellos problemas asociados con la época del enjambre, que ocurre en nuestra localidad en todo el mes de junio y la primera mitad de julio1. En el artículo actual consideraremos algunas de las tareas del apicultor durante los meses de verano una vez terminada la época del enjambre. En esta zona general de los EE.UU. se da una especie de “retardación” del néctar que produce la miel después de que pasó la época de la floración fuerte de primavera y de la floración frutal temprana. En algunas temporadas se alternan semanas de clima seco con muchos días de lluvia y cielo nublado. Dicho clima tiende a estorbar la actividad de las abejas de la recolección del néctar, y constituye una especie de ‘pausa’ en los flujos de miel. Hemos tenido temporadas en que los cambos de trébol blanco en plena floración no rindieron una cantidad apreciable de miel debido a semanas alternantes de lluvia y sol. La lluvia lava el néctar de las flores, y se necesitan de dos a cuatro días de sol para restaurarlo nuevamente. No transcurre el tiempo suficiente entre las lluvias como para restaurar el néctar en las flores; y en consecuencia incluso un campo grande de trébol no resulta en una producción normal de miel. Se tropieza conuna dificultad parecida en pleno verano cuando el calor intenso y la falta de lluvia se combina para marchitar muchas plantas productoras de néctar. Esto origina lo que llamamos una ruptura en el ‘flujo’ de la miel. Dichos momentos crean un problema especial para el apicultor. Debido a que está quebrada su actividad normal en el campo, las abejas se vuelven inquietas, y la miel almacenada en las colmenas vecinas del apiario constituye una enorme tentación para ellas. Las abejas exploradoras comienzan una investigación de las diversas entradas de las colmenas del apiario. Donde encuentren una potente fuerza de las abejas guardianas en la entrada de la colmena, no tratarán de entrar. Sin embargo, si encuentran una colmena donde las guardianas no son demasiado activas, irrumpirán en la cámara de cría, matarán a la reina, y comenzarán a robar las provisiones de miel. Hinchadas por la fortaleza de su conquista, las pilladoras mirarán a su alrededor en busca de nuevos campos de acción. De este modo, el robo puede arruinar la fuerza laboral y la operación productiva de un apiario. Hay dos modos importantes en que el apicultor puede evitar el robo. El primer paso resultará en estropear en cierta medida la apariencia de prolijidad del apiario, pero el resultado justifica el remedio. Una vez terminada la época del enjambre y al ocurrir una retardación de la recolección de miel en una determinada localidad, sencillamente olvídese de cortar las malezas y el pasto alrededor de las colmenas –especialmente después del primero de agosto. Al dejarle esta barrera a los probables predadores, el apicultor estará ciertamente protegiendo su apiario. Es mejor retardar un poco las eficientes actividades de las abejas mediante cierta congestión de las entradas de las colmenas, que arriesgar los efectos destructivos del robo. El segundo método preventivo concierne la fuerza comparativa de las colonias del apiario. El apicultor deberá tratar lo mejor posible de mantener a sus colonias lo más cerca posible del equilibrio de fuerzas en todo momento. Dado que el robo depende en gran medida de la desigualdad, deberán encontrarse métodos mediante los cuales puedan fortalecerse las colonias débiles para resistir a los posibles merodeadores. Aparte de ayudar en la prevención de los robos, este método ayudará en el control del aumento de la colonia del apiario. Resulta razonable suponer que llegará quizás el momento en la experiencia de cada apicultor en que tenga la cantidad de colonias que mejor le venga a su localidad, y a la cantidad de tiempo que le puede dedicar a sus abejas. Entonces surge el problema de qué se hará con los enjambres que continúan año tras año. El modo que parece adecuarse a la economía de la naturaleza para manejar estos enjambres no deseados –no deseados en el sentido de que el apicultor no desea usarlos para aumentar el número de sus colonias- es usarlas para aumentar la fuerza de sus colonias existentes ‘permanentes’ e incidentalmente, disminuir el riesgo de las actividades de robo más adelante. ¿Cuál es la mejor manera de emprender esto? La penosa experiencia le mostrará a cualquier apicultor que un enjambre puede a veces ponerse en una colmena con una colonia ya establecida sin una lucha destructora entre las abejas, pero esta no es para nada la regla general. Un “modo seguro” es el siguiente plan. Cuando un enjambre ha salido de la colmena progenitora y se ha encorchado según el plan sugerido en nuestro último artículo, elija una colonia débil en el apiario. Verifique los cuadros de esta colonia débil para asegurarse de que esté libre de enfermedad. No quite la colmena progenitora de su puesto como se sugirió en el artículo anterior, en vez de ello coloque la colmena del enjambre cerca de la colmena débil con la que se la propone juntar, y déjela en esta posición de cuatro a siete días. Al octavo día, quite la tapa de la colonia débil y extienda una hoja de diario perforado con agujeros de alfiler encima del cuerpo de la colmena superior. Luego levante la colmena del enjambre desde su tabla inferior y colóquela directamente sobre la colonia débil encima del diario. Deje el diario en su lugar por alrededor de dos o tres días y luego quítelo. Las abejas se habrán juntado y resultará de ello una colonia fuerte y vigorosa capaz de una buena producción de miel. El propósito del diario es de que retarda el contacto inicial entre los dos grupos de abejas y les permite acostumbrarse de a poco a la presencia de unas y otras en una sola colmena a fin de obviar la posibilidad de una lucha destructora. Las dos reinas entablarán una lucha que terminará con la muerte de la más débil de las dos. Después de que haya pasado una semana o diez días se podrá manejar la colonia del mismo modo que cualquiera de las colonias permanentes del apiario. Vinculado con el fortalecimiento de las colonias establecidas al juntarlas del modo descrito arriba, resulta esencial seguir proveyendo suficiente espacio para trabajar ya sea agregando alzas con panales armados (drawn) vacíos o sin armar (undrawn), o extrayendo la miel excedente ni bien se acumula en las alzas. Si no se provee espacio para trabajar, las abejas muy probablemente comiencen a empezar a prepararse para enjambrar si todavía no terminó la época de enjambre, dado que una de las causas principales del mismo es la falta de espacio para almacenar la miel y para la crianza de la cría. Si no se hace frente a la congestión de la colmena con una acción oportuna por parte del apicultor, seguramente resultará en una enjambrazón. Otro propósito útil para el que sirve el unir a las colonias es el fortalecimiento para el invierno. Supongamos que una inspección cuidadosa del apiario demuestra que varias colonias están débiles en número y en provisiones en la primera semana o segunda de septiembre justo después del flujo de miel de otoño. Sería conveniente juntar a estas colonias siguiendo el plan sugerido arriba. Esto, por supuesto, disminuirá la cantidad de colonias establecidas para invernar, pero es mucho mejor tener colonias vivas y fuertes en las primavera que tener una cantidad de ellas débiles o muertas. El mantener abejas no consiste principalmente en tener “cantidades” de colonias. El no tomar este sencillo consejo provocará a menudo una desilusión en la primavera. En conexión con el manejo tardío de verano de las abejas, vendrán temporadas en que falla el flujo de miel de otoño y las abejas quedan con escasas provisiones para el invierno una vez acabada la extracción del verano. Ayuda a evitar dicho agotamiento de las provisiones de invierno si se deja la extracción hasta tardíamente en la temporada. Preferiríamos gastar dinero en proveer a nuestro apiario con bastantes alzas adicionales tratando de restituirles a las abejas esas provisiones que les quitamos en pleno verano. Entonces hemos provisto a cada colonia con dos cámaras de cría y cuatro alzas de miel o de extracción. La cantidad de alzas adicionales necesarias variará con la localidad, pero un poco de experiencia demostrará la cantidad correcta para tener a mano. Existen muchas opiniones acerca de cuál es la mejor época del año para sacar el excedente de miel de las colmenas para extracción. Nosotros preferimos llevar a cabo esta operación más tarde en la temporada que muchos de los apicultores porque sentimos que la acción de la helada sobre la miel almacenada es sumamente útil como una especie de proceso “madurativo”. Por lo tanto no empezamos a sacar la miel de las colmenas hasta que hayan pasado dos heladas. Esta demora da una miel que es una combinación genuina de todos los néctares florales desde comienzos de la primavera hasta fines de otoño, y que parece representar ese tipo de miel que es muy beneficioso para uso humano. Además, la helada ayudó a ‘madurar’ la miel y el resultado es un producto de la colmena muy sabrosa, rica y satisfactoria. Este método, por supuesto, no considera el modo común de sacar la miel al concluir los flujos principales de la temporada como suele ser la práctica entre los apicultores. Sin embargo, sentimos que una extracción de miel en una temporada disminuye nuestro trabajo en el apiario y permite que sea una operación fácil las provisiones de miel de invierno de las abejas. Surgen preguntas frecuentes acerca de cuál es el mejor alimento para la alimentación artificial de las abejas, ya sea para la alimentación de primavera o para la preparación de otoño para pasar el invierno. En N. América no están todos los apicultores de acuerdo en cuanto a cuál es la mejor fórmula a usar para ello, pero creemos que lo que sigue es lo que funciona mejor con nuestras abejas y lo recomendamos altamente El azúcar, realmente, no es el alimento natural de las abejas. Su alimento natural es el néctar, polen, ‘pan’ de abeja, y –especialmente durante los meses de invierno- miel. Cualquier sustancia que comen, sin embargo, deberá ser cambiado a miel por su proceso digestivo. Por lo tanto, si se puede incluir alguna sustancia que ayude en esta transformación en la fórmula del almíbar, se asegurará la fortaleza de las abejas. Dicho tipo de sustancia es el te de manzanilla, dado que su propiedad es hacer más fácilmente digerible al azúcar. Para una fórmula líquida lo que sigue a continuación es excelente: Cuatro partes de agua, cinco de azúcar, un poco de tomillo, un poco de te de manzanilla y una pizca de sal. Esto se revuelve hasta que esté bien mezclado y se coloca en baldes de miel de tapa a fricción, un balde por cada colmena a ser alimentada. Haga una serie de pequeños agujeros de clavo en la tapa del balde para la miel y coloque la tapa firmemente. Ubique la tapa interior de la colmena directamente encima de la cámara de cría con el agujero ovalado de esta tapa abierto. Invierta el balde, con la tapa agujereada hacia abajo, sobre este agujero. Fije un alza vacío sobre la tapa interior y vuelva a colocar la tapa exterior de la colmena. Así las abejas tendrán acceso al almíbar extrayéndolo a través de los agujeritos de la tapa del balde de miel. Otro modo y más sencillo de dar de comer el almíbar es colocar la tapa interior arriba de la cámara de cría como se describe arriba, y armar un alza vacío sobre esta tapa interior. Tome una sartén o platillo playo y colóquelo sobre esta tapa interior cerca de, pero no tapando, el agujero. Llene el platillo con almíbar y coloque en el platillo un pedazo de estopilla para que las abejas no se ahoguen mientras toman el almíbar. Vuelva a colocar la tapa exterior de la colmena. La alimentación artificial de tipo líquido resulta útil cuando hace tanto frío que las abejas no pueden volar con facilidad. Sin embargo, cuando el clima es cálido y las abejas pueden volar a una fuente de provisión de agua, una mezcla seca de alimento es mucho más fácil de manejar y funcionará bien. Por taza o más de azúcar tome un poco de tomillo seco, una cucharita de te de manzanilla de mediana concentración y una cucharita de sal. Mezcle bien estos ingredientes y viértalos sobre la tapa interior alrededor del agujero ovalado. No coloque un alza vacío encima de la tapa interior, coloque simplemente la tapa exterior en su posición normal sobre la tapa interior. Las abejas proveerán entonces el agua para la mezcla de fuentes de afuera, y aceptarán prontamente esta fórmula seca. Vinculado con el uso de la sal en la fórmula del alimento artificial para las abejas, resulta interesante advertir que este medio de nutrición fue defendido en N. América tan temprano como 1849 por T.B.Miner. En su libro, El Manual del Apicultor Americano –que proveerá una interesante lectura para cualquier apicultor- escribe Miner, “Las abejas no se lastimarán por el uso de la sal. Un terrón colocado cerca de las colmenas, bajo cubierta, no hará ningún daño, y dado que las abejas comerán ocasionalmente del mismo, debemos juzgar de que es mejor dárselo...”. Es digno de mención que Miner demuestra su razón para sugerir la alimentación con sal por las palabras “... dado que las abejas comerán del mismo ...” Esto demuestra que ¡todo apicultor debe observar a sus abejas si ha de saber qué es mejor para ellas y para su cuidado! Hasta el momento en esta serie poco se ha dicho acerca de los procedimientos reales de sacar el excedente de miel de las colmenas o de la extracción de miel y su preparación para el mercado. Tenemos dos razones para ello. Primero, las condiciones para la extracción de la miel difieren en cada caso individual, haciendo relativamente superflua una información general sobre el tema. La información completa sobre los dispositivos mecánicos necesarios para la recolección de miel, la extracción y la preparación para el mercado se encuentra en todos los catálogos de provisiones para los apicultores. Estos se distribuyen gratuitamente a los apicultores que los soliciten, y contienen instrucciones para el uso de este equipamiento. Todo apicultor deberá elegir el tipo de equipo apto para el tamaño de su apiario y la disposición física de su sala de extracción. Una segunda razón para nuestra omisión de la información detallada sobre esta fase de la apicultura es el hecho de que creemos que es de suma importancia que el apicultor sepa lo más posible acerca de las actividades de sus abejas, y dado que nuestro espacio ha sido necesariamente limitado, nos ha parecido prudente el dedicarnos más o menos exclusivamente a compartir con nuestros lectores algunos de los aspectos prácticos de esta parte vital e importante de la apicultura. Hemos buscado tratar de manera general las actividades del apicultor en términos de las cuatros estaciones del año. Comenzando con el cuidado de las abejas en la época de invierno, que se ha llamado “El Año Nuevo del Apicultor”, hemos pasado por los diversos pasos de manejo general de las abejas en las otras tres estaciones. Al concluir podrá resultar provechoso ilustrar brevemente estas tareas. TEMPORADA DE INVIERNO: NOVIEMBRE – MARZO* (La estación del año en que el sol menos afecta las actividades de las abejas) Actividades en la colmena: Se forma el “Grupo de abejas de invierno”. Las abejas consumen alrededor de 40-60 lbs de miel. Las abejas vuelan los días cálidos. Población de la colmena: En noviembre hay alrededor de unas 50.000 abejas. Sólo sobreviven al invierno las abejas de la postura de otoño. Para el 1º de marzo cae este número a 40.000, incluso tan abajo como 10.000. Tareas del apicultor: Para el 1º de noviembre ya se completó el guardado o almacenamiento de las colmenas para el invierno. Se ha terminado la alimentación. Proteja las colmenas de los vientos prevalecientes si se las deja en el campo. Abra las “entradas superiores”. Ponga pesas encima de las tapas de las colmenas y asegure las colmenas para evitar que se vuelquen. Inspeccione el apiario cada 2 semanas durante el invierno alrededor de las 13 y 14:30hs en cuanto a las condiciones externas en general. ¡No abra las colmenas! Prepare los equipos nuevos para la próxima temporada, repare los equipos viejos. TEMPORADA DE PRIMAVERA: MARZO – JUNIO (La temporada de floración frutal. El efecto cada vez mayor del sol en la vida de las abejas. La temporada del enjambre) Actividad en la colmena: El polen y la primera floración frutal estimula la crianza de la cría Los preparativos para enjambrar. Salida de los enjambres. Las abejas vuelan todos los días cálidos. Se consume una gran cantidad de alimento. Las abejas necesitan sal para la crianza de la cría. Población de la colmena: Para el 1º de marzo, normalmente alrededor de 35.000. Podrá caer a 10.000 incluso tan tarde como el 15 de abril. Incremento normal a 80.000 o 90.000 para el 1-10 de junio. La velocidad extrema del incremento provoca congestión y los preparativos para la enjambrazón. Tareas del apicultor: El momento más atareado en el año del apicultor. La apertura de las yemas de los olmos, alisos, sauce común, arce, que trae polen, señala el comienzo de la crianza de la cría. El 1º de abril empiece a sacar a las abejas del sótano o del lugar de almacenado. El 15 de abril, quite la cobertura del invierno si la temporada es normal. Retrase si no lo es. Verifique las provisiones. Alimente con alimento seco si el tiempo es bueno. Alimento líquido si el frío y la lluvia impiden mucho vuelo. Del 1 al 15 de abril, el período más crítico de todo el año. Vigile entonces las provisiones. Si un lapso muy caluroso es seguido por uno frío, vigile las provisiones. ¡Se mueren de hambre más colonias del 15 de abril que en pleno invierno! ¡La floración frutal de los árboles no significa comida en las colmenas! Fines de mayo y todo junio, época de enjambre. ¡Quédese en casa durante estas semanas! Agregue alzas después del 1º de junio. 1º de junio, pico de floración del trébol blanco y del trébol de los pantanos. Mediados de junio, floración de las frambuesas. Durante toda la época de enjambre trate de realizar una inspección general del apiario por lo menos cada 3 a 5 días. ¡La inspección diaria –caminando por el apiario observando todo- es mejor aún! TEMPORADA DE VERANO: JUNIO – SEPTIEMBRE (Pico y declinación de enjambre. El sol alcanza su mayor efecto en la vida de la colonia) Actividades en la colmena: La época del enjambre llega a su pico a mediados de junio y decae después del 1º de julio. Las abejas están muy activas armando la base –“haciendo cera”. Pico del trabajo en el campo, recolección de la miel. Población de la colmena: 10 de junio al 1º de julio, la mayor cantidad de abejas de todo el año en la colonia. Promedia 100.000 para este período. Disminuye a 50-60.000 para el 1º de septiembre debido al trabajo excesivo en el campo. TEMPORADA DE OTOÑO: SEPTIEMBRE – NOVIEMBRE (Época del flujo de miel de otoño. Las primeras heladas frenan la floración. Disminuye constantemente la crianza de cría, el efecto solar sobre la vida de las abejas disminuye firmemente hacia el invierno.) Actividades en la colmena: Durante todo septiembre la Reina pone huevos. Crianza de la cría de otoño. La helada detiene el flujo de miel. Durante el mes de octubre las abejas acomodan el nido de la cría para el invierno. La retardación general de todas las actividades de la colmena debido a la disminución del calor del sol y el acortamiento de los días. Tiempo de mortandad en la colmena; muerte de muchas obreras del verano, destrucción de la mayoría de los zánganos por parte de las obreras. Población de la colmena: Desde septiembre 1ra disminución de unas 60.000 a alrededor de 35.000 o 50.000 abejas para el 1º de noviembre. Si las provisiones de miel son pesadas la cantidad en la colmena varía algo porque se les permite sobrevivir a más zánganos y el estado general de las abejas es mejor. Tareas del apicultor: Extraiga miel después de la segunda helada. La vara de San José, el aster, chamico, algodoncillo, consueldo, trinitaria, trébol ‘huban’, bidente, -todas plantas melíferas de este flujo de miel de septiembre. Limpie el apiario después de sacar la miel. Prepare las colmenas para el invierno, termine todos los preparativos para invierno para el 1º de noviembre. Guarde con cuidado todo el equipo de extracción, y todo el equipo que no se necesite para las abejas en el invierno. Pida el equipo nuevo que se necesite para la siguiente temporada no más allá del 1º de noviembre. Planifique la lectura de libros sobre las abejas durante el invierno. Concluya su Diario Anual en su Registro del Apiario con la fecha del 30 de septiembre. ¡El 1º de noviembre es Año Nuevo! * * * * El estudiar un poco el cuadro anterior demostrará que existe una relación directa entre tres factores: (1) La posición de la tierra en relación al sol (2) Las actividades de las abejas en la colmena, incluyendo la población de la colonia (3) Las tareas a las que es convocado el apicultor a cumplir. En otras palabras, ¡el apicultor debe trabajar en armonía no sólo con las actividades de las abejas, sino también indirectamente con los movimientos mismos de los cuerpos celestes en sí! Esto podrá servir para mostrar por qué la gente de antes sentía que la tarea del apicultor era una tarea sagrada. ¡Veían en las actividades del apicultor una relación o reflejo directo de los ritmos de la vida cósmica del año, y en estas actividades sentían que las fuerzas mismas del mundo espiritual se manifestaban de manera visible! Quizás no sea exagerado decir que algo de un reconocimiento semi-conciente de estas ideas pueda dar razón de la tremenda fascinación que aún hoy tiene la apicultura para determinadas personas en todo el mundo. Por cierto para quienes están interesados en los principios de la Agricultura y Jardinería Biodinámica con su énfasis profundo puesto sobre la colaboración con todas las operaciones y actividades de la Naturaleza, la apicultura provee todavía otro eslabón en esa gran cadena a través de la cual puede entrar el cosmos en la actividad terrestre y beneficiar a la humanidad. Si examinamos la vida de la colonia en relación con el ciclo del año tal como señalamos arriba, podemos descubrir una correspondencia entre las grandes festividades Cristianas del año y la vida de las abejas. INVIERNO: La Fiesta de Navidad – El grupo de abejas de invierno demuestra una unidad de vida – una unicidad. PRIMAVERA: La Fiesta de Pascua – El ‘despertar’ de la colonia de la unidad invernal. El sacrificio del zángano a través de la impregnación de la reina. El enjambre. VERANO: La Fiesta de Pentecostés – El pico de la actividad de la colonia. Manifestación suprema del amor devoto de la colonia sirviendo para el bien de todos. El sol más caliente ahora tiene el mayor efecto sobre la vida de la colonia. OTOÑO: La Fiesta de Micael – El decaimiento de la actividad de la colonia. Los zánganos son sacrificados por el bien de la colonia durante el invierno venidero. La muerte de las obreras desgastadas por el servicio del verano para la colonia. La vida de la colonia se vuelve lentamente hacia dentro, la colonia se prepara para el invierto y una vida unida en el enjambre del invierno. * * * * La apicultura es un arte. No puede ser enseñada por ninguna persona. Debe ser aprendida a partir de una cercana y constante observación de la vida de las abejas mismas, temporada tras temporada. Todo lo que hemos intentado hacer es señalar algunos resultados de nuestro trabajo con las abejas de un modo práctico. De este aprendizaje y la observación no puede haber fin, y esto es el por qué nadie –menos aún el autor- puede reclamar un conocimiento completo de la apicultura. Hemos tratado de compartir algo del conocimiento que proviene de varios maravillosos años dedicados a esta fascinante búsqueda. El que nuestras indicaciones han encontrado fructificación se encuentra atestiguado las numerosas cartas entusiasta recibidas en el transcurso de la publicación de esta serie de artículos. Por este respuesta de nuestros lectores damos nuestro más sincero agradecimiento. El arte de la apicultura (V) * por Paul Marshall Allen |