Entre los apicultores el otoño se denomina el ‘Año Nuevo de los apicultores’, de ahí que esta serie de artículos se comience en el otoño del año. Todo el éxito






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El arte de la apicultura*

por Paul Marshall Allen
I – Otoño 1945
Entre los apicultores el otoño se denomina el ‘Año Nuevo de los apicultores’, de ahí que esta serie de artículos se comience en el otoño del año. Todo el éxito que vendrá del trabajo de la temporada siguiente depende mayormente de lo que se hace en este momento en el apiario, y de lo bien que se lleve a cabo.
En la presente serie de artículos, se intentará combinar las indicaciones del Dr. Rudolf Steiner1 con algunos resultados prácticos obtenidos a partir de su aplicación, con la esperanza de que el resultado de esto sea una especie de manual de trabajo para quienes tengan interés en iniciarse en este campo, y para dar más sugerencias a quienes ya están activamente comprometidos en la apicultura. En inglés, solamente, hay más de dos mil libros sobre el tema de la apicultura y una cantidad de boletines dedicados exclusivamente a ella. Por lo tanto, lo que se dará aquí tomará la forma de ‘indicios’ para los apicultores, y se deberá confiar en el interés del lector por llevarlo más allá en su investigación sobre el tema.
Al principio, no se puede enfatizar con demasiada fuerza que una observación cuidadosa de los hábitos de las abejas es esencial para una apicultura con éxito. Este conocimiento no se puede adquirir solamente a través de la lectura, sino que debe adquirirse a partir de la experiencia real del trabajo con las abejas. Por lo tanto, sería aconsejable que el principiante se pregunte, “¿Es mi primer objetivo como apicultor el producir miel, o aprender acerca de las abejas?” Por supuesto todo apicultor quiere producir miel, pero si éste es el único pensamiento motivador en su mente, de seguro tendrá poco éxito.
Una regla de oro al trabajar con las abejas es, “¡No chapucee con sus abejas! Tenga claro qué hace y por qué lo hace. Tenga siempre un objetivo definido de lo que va a llevar a cabo antes de abrir una colmena.” Se podría decir que cuando uno tiene dudas acerca de realizar o no una determinada manipulación con las abejas ¡es mejor no hacer nada! ¡Cuando está en duda, déjelas solas! Se han arruinado más cantidad de buenas colonias de abejas por una manipulación ignorante que las que murieron por falta de atención. Por ejemplo, se ha escrito muchísimo acerca del control del enjambre por medio de recortar las celdas de las reinas de los panales del nido de cría. Si uno no sabe exactamente cómo se hace esto –y es muy difícil escribir con claridad acerca de ello- ¡no lo haga! Si llegan enjambres, pues llegan, y es mejor tener un enjambre selecto, bueno, y mantenerlo que arruinar una colonia por una manipulación sin inteligencia o mal aconsejada.
Para el principiante, una de las primeras cosas a determinar es el sitio del propuesto apiario. Aquí deben considerarse dos cosas: el bienestar de las abejas, y la comodidad de quienes deben pasar cerca de las colmenas. Para trabajar con provecho, las abejas deberán poder volar desde y hacia sus colmenas sin obstáculos, en un lugar donde se pueda encontrar una cantidad razonable de néctar y polen dentro de una distancia de vuelo fácil. Deberá haber en las cercanías una provisión de agua fresca y limpia, a la que pueden acceder las abejas sin molestar a las personas o animales de la granja. Si no hay a mano un arroyo o estanque de agua, el apicultor debería colocar una tina en su apiario. Mantenga alrededor de tres a seis pulgadas de agua en la tina en todo momento, y renuévalo cada diez días más o menos, siempre que no se refresque mientras tanto por la lluvia. Tenga algunas astillas o viruta de madera no resinosa en el agua. Éstos proveerán lugares de aterrizaje para las abejas, y les permitirán llegar al agua sin ahogarse. Una buena provisión de agua fresca limpia es una de las mejores maneras de evitar las enfermedades en el apiario. Ubique las colmenas de modo que miren ya sea hacia el sur o al sudeste*, que los rayos del sol puedan chocar contra el portal o la tabla de aterrizaje temprano por la mañana. Deberán estar protegidas de los vientos prevalecientes. Una pared, un cerco espeso o un cerco de madera es ideal para este fin.
Es muy importante, especialmente durante el flujo de la miel, que la tabla de aterrizaje y la entrada de la colmena se mantengan totalmente libres de pastos o malezas que la obstruyan. Por lo tanto, corte el pasto y las malezas delante de las colmenas, y verifique esto a menudo durante el verano, que nada pueda interferir con el trabajo de las abejas. Algunos apicultores logran el mismo resultado colocando planchas de cartón corrugado o tablas viejas en el suelo delante de las colmenas. Otros siembran el suelo generosamente con sal de piedra a fin de ahogar cualquier crecimiento vegetal. La sal es útil para las abejas en la crianza de la cría, y se cumple así un doble propósito al tenerla cerca de las colmenas. Sin embargo, hemos adoptado lo que nos parece un plan más práctico para alimentarles la sal, que se tratará en un artículo futuro.
La sombra es importante en un apiario bien ubicado, porque el trabajo intenso que se lleva a cabo dentro de las colmenas tiende a producir calor además de los rayos del sol del verano. Pero, por otra parte, las abejas se enojarán y serán difíciles de manejar si las colmenas se colocan en un lugar con demasiada sombra. Un huerto joven es un lugar ideal, o la sombra parcial de un enrejado, una glorieta o una saliente del techo proveerá la cantidad casi adecuada de descanso del caluroso sol del mediodía. Si las colmenas están debajo de una saliente del techo, deberán estar libres de cualquier goteo de la lluvia.
Para el principiante, será ventajoso si las colmenas no están a demasiada distancia de la casa para que sea posible la observación frecuente. ¡Los muchos ratos libres pasados observando la actividad de las abejas alrededor de la entrada de las colmenas compensarán con ricos dividendos de conocimiento y experiencia!
A la larga, sin embargo, las abejas parecen bastante abstraídas con respecto a su entorno, siempre que puedan llegar a las fuentes de la provisión del néctar y tengan disponibilidad de agua. Por ejemplo, un amigo mío maneja con éxito un apiario de doce colmenas sobre el techo de un edificio de un colegio secundario ¡ubicado en el corazón de una de nuestras grandes ciudades del este! Una colmena de abejas con un tubo conector hacia el exterior ha estado produciendo miel durante muchos años como exposición en el Smithsonian Institute de Washington. Sólo el otro día, una carta de un amigo de Australia contaba acerca de un apicultor que tiene sus colmenas en un balcón afuera de su departamento. Las abejas vuelan a los Jardines Botánicos a una milla de distancia para el néctar, ¡y la miel que producen se considera excelente! Pero estos son casos raros, y para el trabajo apícola más práctico, el apicultor elegirá un sitio que esté bien protegido del viento, donde las abejas tienen amplio espacio para volar, y –muy importante- un lugar de fácil acceso, de ser necesario, para un camión, especialmente si el apiario es grande.
Las colmenas nunca deberán estar en una posición tal que pase por allí el ganado de la granja, o que paste el ganado cerca de ellas, ni deben estar delante de donde suele pasar la gente. Sin embargo, si se planta un cerco alto de alrededor de diez a veinticinco pies delante de las colmenas, los transeúntes del otro lado nunca sabrán que se guardan abejas en ese lugar. Las abejas, al salir de la colmena, están forzadas a volar hacia arriba bien por encima de las cabezas de la gente, y al regresar deben seguir el mismo camino.
Coloque las colmenas separadas del suelo, sobre ladrillos, bloques de cemento o tejas, y cuidadosamente niveladas. Esto permite que pase el aire por debajo y protege a la tabla inferior de pudrirse a causa de la humedad. En clima extremadamente caluroso ayuda a refrescar por una circulación de aire. Los puestos de las colmenas permanentes pueden construirse en rejillas, las esquinas de las cuales se insertan en el suelo, pero son menos prácticos debido al trabajo involucrado si se hace necesario moverlas.
El principiante deberá obtener catálogos de las casas de apicultura y usarlos como una base para sus pedidos. No resulta posible construir las colmenas por el precio al que se pueden comprar, y el equipo adquirido de un fabricante respetable es estandarizado, y por lo tanto intercambiable, una característica que no deberá ser descuidada.
Estos catálogos le proveerán al principiante las descripciones completas de las colmenas modernas y los dispositivos utilizados en la apicultura. Les acompañan instrucciones completas del montaje y no hallarán ninguna dificultad en armarlas. Sin embargo, resulta fundamental, a fin de estar totalmente listo para la temporada de primavera, que el apicultor pida sus provisiones a fines de otoño o comienzos de invierno y las vaya armando mucho antes de que tengan que ser usadas en el campo. ¡Resulta difícil, para decir lo mínimo, querer material adicional para una colmena cuando un enjambre temprano está colgado de una rama!
A menudo surge la pregunta entre los apicultores acerca de si conviene pintar las colmenas. Vinculado a esto, recuerdo que cada colmena del apiario de mi abuelo estaba pintada de un color diferente, alcanzando toda la gama desde un rosa pálido hasta un violeta profundo, y cada uno estaba adornado con un trabajo de rodillo ornamental. ¡El efecto era bastante encantador, especialmente dado que cada colonia estaba etiquetada con un nombre! Los apiarios actuales abandonaron todos estos ardides decorativos, pero estos últimos sirven para ilustrar la íntima relación que existía en los tiempos pasados entre el apicultor y sus abejas. Es esencial que hoy tengamos el mismo sentimiento personal por las abejas en nuestros apiarios como tenían los apicultores del pasado.
Hemos encontrado que la pintura de aluminio de la mejor calidad que se pueda obtener es ideal para pintar las colmenas. Es un tanto resistente al calor, quebrando las fuerzas de los rayos solares sobre las colmenas en los calurosos días de verano. Al mismo tiempo es un conservador ideal, y pareciera funcionar mejor que las demás pinturas. Se deberán usar dos manos de pintura. Denle tres manos a la tabla inferior en todas sus superficies, dado que esta parte de la colmena por lo general tiene el uso más duro, debido a la humedad.
Nos resultó beneficioso pintar con un esmalte brillante de buena calidad el borde inferior de las agarraderas solamente de la parte delantera de las colmenas, a fin de mantener los diversos cuerpos de las colmenas en categorías separadas, según su uso. Pintamos las agarraderas de las cámaras de cría de un azul fuerte; de las alzas de extracción, amarillo; y de las alzas poco profundas utilizadas para la producción de miel de panales, rojo oscuro. Así, al ir caminando por el apiario, uno puede distinguir enseguida el uso de cada una de las alzas.
Como el Loque Americano es una enfermedad sumamente contagiosa, y puede trasmitirse de una colonia a otra por la colocación de las alzas de colonias infectadas sobre alzas limpias, hemos encontrado beneficioso enumerar cada cuerpo de la colmena y las alzas para que no haya ninguna mezcla cuando se devuelvan las alzas a las colmenas después de la extracción. Para hacer esto hemos comprado en la ferretería juegos de las pequeñas tachuelas numeradas que se usan normalmente en los mosquiteros. Éstos vienen en series numeradas 1-25, 25-50, 50-75, 75-100. De este modo, al usar varios juegos y combinaciones de números, se puede marcar una cantidad infinita de colmenas y alzas. Por ejemplo, la tachuela 16 se coloca en el centro de la parte trasera de la colmena, justo debajo de la agarradera. Enumere 16 a los dos cuerpos de la colmena donde hibernan las abejas, las alzas usadas para extracción, la reina excluida, las tapas interna y externa. De este modo se salva el peligro de intercambiar el equipo. Si la colonia llegara a morirse durante el invierno debido a cualquier otra causa fuera del loque, esa colmena en particular le puede ser dada a los nuevos ocupantes en la primavera siguiente.
Entre las herramientas usadas por los apicultores en su trabajo de campo están el velo, el ahumador, la herramienta de colmena (puede sustituirse por una espátula o destornillador fuerte), y el pincel de abejas. Además, lo idea es un canasto de tamaño mediano para llevar las herramientas de una colmena a otra. Ésta deberá contener los artículos anteriores, junto con un martillo de orejas de peso mediano, una cajita metálica de fósforos y otra cajita con clavos de diversos tamaños.
En el ahumador se utilizan varios tipos de combustible, pero hemos encontrado que las abejas responden mejor al humo de la quema de ramilletes de zumaque. Éstos deberán juntarse en el otoño y dejarse secar durante el invierno. Bastará con un pedacito de diario poco apretado para prender el ahumador, y los ramilletes se pueden tirar directamente encima de la llama. Pronto habrá un buen humo con una leve fragancia., que funcionará bien con las abejas y a la que responden con rapidez. Si el ahumador no quema bien, revuelva un poco el combustible con la herramienta de colmena para crear más corriente de aire. El apicultor ahorrará muchos pasos si lleva unos ramilletes adicionales en su canasto para reabastecer el ahumador a medida que se necesita. Si se va a realizar una inspección extensiva de las colmenas, y el apiario es bastante grande, coloque a intervalos sobre el suelo pilas de ramilletes de zumaque.
Se puede obtener otro combustible para ahumar del bejín gigante (Lycoperdon). Éstos se encuentran por lo general en los pastizales secos y en los bosques donde prosperan los hongos. Junte los bejines en clima seco, ni bien se encuentren plenamente desarrollados, o por lo menos tan grandes como un puño. Deberán ser marrones y polvorientos por dentro. Séquelos al sol y éntrelos todas las noches. El secarlos en un horno o cocina tiende a endurecer el material, volviéndolo inadecuado para su uso. Cuando estén totalmente secos, guárdelos en bolsas de papel y cuélguelos en una habitación seca durante el invierno. Antes de usarlos en la primavera siguiente, colóquelos junto a una cocina para secar cualquier humedad que se pueda haber acumulado. Si se los expone a dicho calor durante una hora más o menos antes de usarlos, esto será suficiente.
Hay que juntar bejines frescos cada verano, ya que después de un año pierden su fuerza. Los que se juntan en el clima seco son los mejores. Cuanto más livianos y esponjosos sean, más fácilmente se quemarán.

Hay que inyectar sin embargo una nota de precaución. Cuando se colocan los bejines dentro del ahumador, deberán ser ‘soplados’ lo menos posible por el ahumador. La fuerza del humo está determinada por la cantidad de aire forzado a través del ahumador. Por lo tanto, trabaje los fuelles sólo lo necesario para mantenerlo quemando, y para aplicar el humo.
Hay que hacer mención del pincel de abejas, que se usa para sacar a las abejas de los cuadros y los panales durante la inspección. Después de algunos experimentos, encontramos que las abejas no responderán al cepillo de fibra animal tan bien como a una de materia vegetal. Hemos encontrado que el clásico cepillo para abejas Coggeshall, que asemeja una escobilla de ropa de paja larga, resulta con mucho lo mejor. Se fabrica del millo de escoba, y se usa de costado más que del extremo como ocurre con una escobilla de ropa. Las pajas de la escoba tienen alrededor de ocho a diez pulgadas de largo, y no son muy pesadas, volviéndose así rápido y fácil el uso del cepillo. Pero lo esencial es que cualquier tipo de cepillo que se use, no deberá ser de pelo animal o cerda. ¡Las abejas apacibles pueden volverse muy molestas si se descuida este punto!
Además del velo, a los principiantes les da seguridad el uso de los guantes en su primer trabajo con las abejas. Sin embargo se los deberá descartar ni bien se haya superado la primera sensación de timidez, ya que son engorrosos y provocan muchos deslizamientos en el manejo de los cuadros, lo que excita y molesta a las abejas.
Hay momentos en que se puede descartar incluso el velo mientras se trabaja en el apiario, pero siempre debe estar a mano. Mi abuelo tenía una regla constante de que debíamos tener un velo de tela en nuestro bolsillo o canasto de herramientas siempre que fuéramos a trabajar entre las colmenas. Cuando se usa el velo, cuide de que esté atado con seguridad y de modo tal que ninguna abeja pueda deslizarse debajo de los bordes. ¡Seguramente picarán gravemente las abejas cuando se encuentren aprisionadas dentro del velo! La falta de cuidado en el uso del velo puede llevar a resultados desagradables, y puede iniciarse una epidemia de picaduras en un apiario de lo contrario apacible.
Resultará de gran utilidad si desde el comienzo se lleva un registro diario o un diario del trabajo realizado en el apiario. Éste contendrá un registro del trabajo realizado cada día, las notas sobre el clima, incluyendo las lecturas del termómetro, la actividad de las abejas, el estado de la pastura de las abejas, la presencia o ausencia de crianza, y todo lo que parezca extraño o especialmente interesante en el apiario. Me ha resultado útil anotar algunas de las preguntas que me surgieron como resultado de mis observaciones al trabajar con las abejas. Así, al cerrar el año, o en los años subsiguientes, se podrá revisar hacia atrás y descubrir los errores que pueden remediarse a la luz del conocimiento futuro. No confundan este diario con un registro de la producción del trabajo de las abejas, dado que esto es de poca utilidad para la auto-educación en la apicultura, y no se recomienda.
Existen tres maneras de obtener las abejas para iniciar un apiario. La primera y mejor es comprar los enjambres provistos por las colmenas de un apicultor vecino. Éstos pueden entrar con facilidad en la colmena, y se establecerán fácilmente en su nuevo hogar. Sin embargo, deberá tener cuidado de asegurarse que el apicultor de quien obtuvieron las abejas muestre la certificación de que la inspección efectuada por el inspector apícola estatal encontró que su apiario está libre de loque. Una segunda forma y la más sencilla, es comprarle a un apicultor las colonias de abejas ya formadas y establecidas en sus colmenas. Entonces el único problema sería trasladarlas a su nueva ubicación. De nuevo, se deberá exigir la certificación con respecto a estar libres de enfermedades. Un tercer modo es comprar un paquete de abejas de los apicultores respetables del sur, que publicitan en los boletines de apicultura. Lo mejor es el paquete de tres libras con reina, y se deberán hacer los pedidos con antelación, por lo menos para Año Nuevo, y dar la fecha en que deberán entregarse. Esto debería ser a fines de abril o comienzos de mayo, dependiendo del lugar. El comerciante proveerá la información con respecto al mejor momento para llevar las abejas a una determinada localidad y también dará todas las instrucciones para el manejo de las abejas desde el momento de su llegada hasta su colocación en la colmena. En otro artículo se darán algunos puntos relacionados con el establecimiento de las abejas de paquete.
Podrán surgir preguntas con respecto a cuántas colonias se deberán comprar al comienzo. Para el principiante, lo adecuado sería de dos a seis –no más. Dos colonias andarán mejor que una sola. Después de una temporada con las abejas, el principiante estará en una excelente posición para aumentar su apiario –pero haga esto paulatinamente. ¡Después de todo, la tarea del apicultor verdadero es la de ajustarse a las abejas, y no al revés!
Para el apicultor con experiencia el otoño ofrecerá mucho trabajo que deberá hacerse cuidadosamente, dado que es mucho lo que depende de ello.
Todos los apicultores están cuidadosamente a la expectativa del flujo tardío de la miel, que en esta localidad llega durante las últimas semanas previas a la primera helada. De ocurrir, provee una buena fuente de miel para las reservas de invierno. Sin embargo, el flujo no es seguro, y a menudo se podrá desilusionar un apicultor que dependa del mismo como una fuente para la provisión del alimento del invierno para sus abejas. Por lo tanto, la experiencia nos ha demostrado que en el momento de la extracción conviene guardar aparte un alza de diez cuadros de miel para el uso invernal de cada colonia. Dicha alza deberá pesar por lo menos cincuenta libras, y el peso bruto de una colmena de dos pisos para un invernar exitoso deberá estar entre las 110 y 130 libras.
Como preparación para el invierno, se ahuman las abejas para que ocupen una sola cámara de cría, y se coloca el alza que contiene la provisión de comida directamente encima. Esto permite que el enjambre (cluster) se mueva hacia arriba entre los cuadros de miel durante los meses de invierno. Mantenga el cuerpo inferior de la colmena libre de miel a fin de dejar lugar para la crianza de fines de otoño y el almacenamiento del polen para ser usado por la cría joven.
En o alrededor del momento de la helada mortífera, las colmenas deberán estar preparadas para el invierno. Si el apiario se encuentra ubicado en un lugar suficientemente protegido, quizás alcance con llenar el espacio debajo de las colmenas con hojas secas o paja para cortar la circulación del aire frío debajo del piso de la colmena. Si el lugar del apiario está expuesto a los vientos fríos, traslade las colmenas a un lugar más protegido, y ármelos para el invierno. Resultan útiles los cortavientos de cercos de madera o cajas de embalaje. Para un apiario pequeño éstos podrán fabricarse con los tallos del maíz que se colocan apoyados contra una barra horizontal sostenida por un poste en ambas puntas, mirando directamente al sur.
Al acomodar las colmenas para el invierno, provea una entrada complementaria o superior, además del espacio más pequeño del bloque de la colmena, introducida en la entrada normal. Para hacer esta abertura complementaria, tome una mecha de 3/8 y taladre un agujero en la parte delantera de la parte superior de la colmena, en el centro, justo debajo de la agarradera. Algunos apicultores taladran directamente en la misma agarradera, pero esto tiende a debilitar la colmena porque en este punto es donde la madera es más delgada. La entrada complementaria es especialmente valiosa para el bienestar de la colonia, ya que permite que las abejas salgan para efectuar los vuelos de limpieza en los días cálidos del invierno cuando la entrada inferior podrá estar bloqueada por el hielo y la nieve. También permite que salga la humedad de adentro de las colmenas, e impide así el enmohecimiento de los panales. Será necesario, sin embargo, taponar estos agujeros augur cuando comience el flujo de miel en la primavera siguiente.
Al preparar y empacar a las abejas para el invierno, lo más importante a considerar no es tanto cómo se empaca, sino qué se empaca. Cada colmena deberá contener un buen cuerpo de abejas jóvenes que sobrevivirán el invierno, listas para trabajar a comienzos de la primavera, una reina en buenas condiciones, una provisión de polen, y gran cantidad de miel como se mencionó arriba. Durante el invierno y comienzos de la primavera quizás sea necesario alimentar a las abejas a fin de asegurar colonias fuertes para la floración frutal de la primavera. En nuestro próximo artículo trataremos la alimentación y el cuidado de comienzos de la primavera.
Uno de los puntos más importantes del cuidado invernal de las abejas es que se las deberá dejar solas lo más posible durante esta estación del año. Contrario a la creencia de muchas personas, las abejas no invernan ni dormitan durante los meses del invierno. Dado que las abejas no pueden vivir en temperaturas menores de 50ºF éstas forman una masa o enjambre para cuando la temperatura exterior sea de 58ºF. Dentro de este enjambre las abejas generan calor a través de la actividad muscular. Este enjambre de invierno se forma en el punto de los cuadros en que salió de las celdas la última cría de otoño. A medida que se va comiendo la miel el enjambre se mueve como una unidad de cuadro a cuadro, por lo que las reservas de invierno están siempre a mano. Cualquier molestia que haga desarmarse al enjambre y esparcirse en el clima frío seguramente debilitará gravemente, si es que no mata, a la colonia. Por lo tanto, cuando las abejas están guardadas para el invierno, es mejor refrenar severamente nuestra curiosidad con respecto a lo que están haciendo y dejarlas a su bien ganada quietud de invierno. Recuerde, en el invierno al igual que en las demás estaciones del año, la regla de oro de la apicultura es, ‘¡No moleste a sus abejas!’
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