Adaptación juvenil, Felipe Guzmán






descargar 155.34 Kb.
títuloAdaptación juvenil, Felipe Guzmán
página2/5
fecha de publicación19.09.2015
tamaño155.34 Kb.
tipoDocumentos
l.exam-10.com > Biología > Documentos
1   2   3   4   5

Camila volvió a mirar a Cara de Angel. El semblante dice muchas veces más que las palabras. Pero se les perdieron los ojos en las pupilas del favorito, negras y sin pensamiento.

-- Es menester que se siente, niña... -observó la Masacuata . El favorito fijaba los ojos, alternativamente, en la hija del general y en la llama de la candela a la virgen de Chiquinquirá. El pensamiento de apagar la luz y hacer una que no sirve le negreaba en las pupilas. Un soplido y... suya por la razón o la fuerza. Pero trajo las pupilas de la imagen de la virgen a la figura de Camila caída en el asiento y, al verle en la cara pálida bajo las lágrimas granudas, el cabello en desorden y el cuerpo de ángel a medio hacer, cambió el gesto, le quitó la taza de la mano con aire paternal y se dijo: ¡pobrecita!

Mientras tanto, la fondera reprochaba a Vázquez su exceso en la bebida.

XIII. Capturas. Cuando el reloj de la merced daba la 6, la esposa de Genaro tocaba la puerta de la casa del general, para comentarle que querían capturarlo y robarse a su hija. Como nadie abría, empujo y se encontró con un desorden internamente. Le hablaba a Camila pero nadie respondía. Más tarde encontró el cuerpo de la sirvienta, la Chabelona, por el suelo y las mejías llenas de sangre. Se aleja de la escena y encuentra la carta que el general dejaba a su hermano Juan, en la que le pedía que se hiciese cargo de Camila; pero cuando cruzaba la puerta para marcharse, u oficial la apresó; todo lo cual era visto por Vázquez que conocía a Fedina. Llegó más tarde el auditor de guerra, quien se entera de la fuga del general. Dio orden de llevar a Fedina y catear las casas vecinas al general; pero luego dio contra orden y así se salvó la casa de la Masacuata. El cadáver de la Chabelona es sacado. Niña Fedina acortaba mientras tanto el camino de la cárcel en lucha con los de la escolta, que a cada paso la bajaban a empellones de la acera a mitad de la calle. Se dejaba maltratar sin decir nada, pero, de pronto, andando, andando, como rebasaba su paciencia, le dio a uno de todos un bofetón en la cara. Un culatazo, respuesta que no esperaba, y otro soldado que le pegó por detrás, en la espalda, le hicieron trastabillar, golpearse los dientes y ver luces. Una mujer que caminaba por la calle interrumpe en su defensa. Ese mismo día el auditor de guerra captura al Lic. Abel Carvajal; conduciéndolo al calabozo donde aún se hallaban presos el sacristán y el estudiante.

XIV. ¡Todo el orbe cante! ¡señor, señor, llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria! Las señoras sentían el divino poder del Dios amado. Sacerdotes de mucha enjundia le incensaban. Los juristas se veían en un torneo de Alfonso el Sabio. Los diplomáticos, excelencias de Tiflis, serán grandes tonos consintiéndose en Versalles, en la corte del rey sol. Los periodistas nacionales y extranjeros se relamían en presencia del redivivo Pericles. ¡Señor, señor, llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria! El presidente apareció ante el pueblo, rodeado de sus íntimos. Hijo del pueblo, decía la del discurso Lengua de Vaca. El presidente respondió con algunas palabras y cuando volvía del balcón, el auditor le dio la noticia de la fuga del general.

XV. Tíos y Tías. Cara de ángel sale del palacio en busca del domicilio de Juan canales para que éste fuera o mandara a recoger a su sobrina. Que vaya o mande por ella, ¡a mí que me importa! -Se iba diciendo-; que no dependa más de mí, que exista como existía hasta ayer que yo la ignoraba, que yo no sabía que existía, que no era nada para mí... Don Juan lo recibe:- ¡Pase adelante, tenga la bondad, pase adelante, por aquí, señor, por aquí, si me hace el favor! ¿Y aqué debemos el gusto detenerle en casa?-Don Juan decía esto como autómata, en un tono de voz que estaba muy lejos de la angustia que sentía en presencia de aquel precioso arete del Señor Presidente. Cara allá advirtió que del grupo de los hermanos canales habían retirado el retrato del general. Don Juan comenta a Cara de Angel que él y su mujer reprueban la conducta de Eusebio; pues un crimen es siempre repugnante, y más aún, tratándose de un hombre que era la honra del ejército y amigo del presidente. Miguel guardaba silencio y don Juan comenzó a desesperarse, pues se suponía mezclado en el asesinato del Portal: -¡por ahí se dice, mejor dicho, le contaron a mi mujer, que se me quiere complicar en el asesinato del coronel Parrales Sonriente!-Continuo canales enjugándose con un pañuelo, que gran dificultad tuvo para sacarse el bolsillo, las empresas cortas de sudor que le rodaban por la frente.

-- No se nada-le contestó aquél en seco.

Don Juan le cuenta que en los últimos días se veían muy poco con su hermano; mejor dicho nunca. Don Juan retornó inseguro; su mujer salió en su auxilio, pidiéndole ser presentada. Cara de área por su parte pensaba: ¡Pero por qué no me hablan éstas gentes de su sobrina! Si me hablaran de ella yo les pondría atención; si me hablaran de ella yo les diría que no tuvieran pena, que no se está complicando a don Juan en asesinato alguno; si me hablaran de ella...! ¡Pero qué necio soy! De Camila, que yo quisiera que dejara de ser Camila y que se quedara aquí con ellos sin yo pensar más en ella; yo, ella, ellos...! ¡Pero qué necio! Ella y ellos, yo no, yo aparte, lejos, yo con ella no... cara de ángel trata de explicarles lo de Camila, mientras don Juan sigue creyendo que su hermano lo mezcló en el crimen; hasta que Miguel le explica que el general pensó en ellos para que cuidaran a Camila. Al oír tal cosa, don Juan diose cuenta que Miguel no llegaba a complicarlo y recobró el aplomo de hombre formal. Al final, canales no acepta prestar ningún tipo de ayuda a su sobrina. Cara de del le arma que irá a casa de los otros hermanos y don Juan le responde: -no pierda su tiempo- apresurose contestar don Juan-; si yo, que tengo fama de conservador porque vivo por aquí, no la acepté en mi casa, ellos, que son liberales... ¡Bueno, bueno!, van a creer que usted está loco o simplemente que es una broma...

XVI. En la casa nueva. Niña Fedina es Ensenada y registrada, encontrándosele la carta del general. En los patios cantaban las reclusas:

De la casa-nueva

a las casas malas,

cielito lindo,

no hay más que un paso,

y ahora que estamos solos,

cielito lindo,

dame un abrazo.

¡Ay, ay, ay, ay!,

dame un abrazo,

que de ésta, a las

malas casas,

cielito lindo,

no hay más que un paso.

Mientras tanto niña Fedina pensaba en su pequeño hijo. Afuera, en la ciudad, continuaba la fiesta en honor al presidente. A la medianoche, la mujer de Genaro Rodas es sacada a empellones de la celda y llevada ante el auditor de guerra y éste le pregunta que hacía en la casa del general. Responde que estaba allí para decirle que lo iban a capturar por el asesinato el coronel. -¿Y todavía tiene cara de preguntar por qué está presa? ¡Bandida! ¿Le parece poco?... ¡Bandida! ¿Le parece poco, poco...?, dijo el auditor de guerra. Le explica niña Fedina que todo lo ha sabido a través de su marido, quien a su vez los poco por medio de Lucio Vázquez. Le explica también que no vio al general; pero el auditor continúa preguntándole por el camino que tomó el general y la interroga sobre la carta. Como Fedina no declara dónde se halla el general, hacen abrir una puerta que deja escapar el llanto de un niño: es el niño de Fedina.

-- Desde hace dos horas que está llorando, y es en balde que busque dónde está... ¡llorad de hambre y se morirá de hambre si usted no me dice el paradero del general!, dijo el auditor. Fedina intentó socorrer a su mamoncito, pero fue detenida. Llora, se ha rodilla, implora; pero todo es inútil. El auditor, cansado ante la negativa de la mujer, la mandó a moler cal vivas. Con las manos cubiertas de grietas incontables y profundas, que a cada movimiento se le habrían más, los dedos despellejados de las puntas, llagados los entrededos y las uñas sangrantes, niña Fedina drama del dolor a llevar y traer la mano de la piedra sobre la tal. Cuando se detenía a implorar, porque hijo más que por su dolor, la golpeaban. Fedina fue abandonada sin conocimiento; luego la trasladaron al calabozo donde despertó con su hijo moribundo.

XVII. Amor urdemales. La Masacuata conversa con Camila que espera noticias de su padre. Llega cara de ángel afirmándole que habían buenas noticias. De su padre le dice que se sabe que va huyendo; pero qué mientras no cruce la frontera no se tendrán noticias de él. Le dice, además, que a sus tíos no los pudo visitar. Camila le dice:

-- Perdone mis exigencias, pero usted comprende, me sentiré más consolada allí con ellos; sobre todo con mi tío Juan; él es mi padrino y ha sido para mí como mi padre...

-- ¿se veían ustedes muy a menudo...?

-- Casi todos los días... casi..., sí... sí, porque cuando no íbamos a su casa, él venía a la nuestra con su señora o sólo. Es el hermano a quien más ha querido mi papá. Siempre me digo: cuando yo falte te dejaré con Juan, y a él debes buscar y obedecer como si fuera tu padre. Todavía el domingo comimos todos juntos.

Mientras hablaban entra la Masacuata comentando que Lucio está preso por chismes de Genaro; pues éste fue a decir que él (cara de ángel) y Lucio habían sacado a la señorita Camila. Con esta noticia se llena de zozobra Miguel y sentía que lo estaban enterrando vivo con los ojos abiertos. Camila llora y luego le dice a Miguel: Y si usted es, como dice, un caballero, acompáñeme a casa de mi tío Juan. Miguel, sin más remedio, le responde:

-- En casa de sus tíos ni pensarlo; no quieren oír hablar de usted, no quieren saber nada del general, lo desconocen como hermano. Me lo ha dicho hoy su tío Juan...

-- ¡Pero usted mismo acaba de decirme que no los ha visto, que les anunció su visita!... ¿en qué quedamos? ¡Olvida usted sus palabras de hace un momento y calumnia a mis tíos para retener en ésta fonda a la prenda robada que se le va de las manos! ¡Qué mis tíos no quieren oír hablar de nosotros, que no me reciben en su casa...! Bueno, está usted loco. ¡Venga, acompáñeme, para que se convenza de lo contrario!

-- No estoy loco, no crea, y daría la vida porque no fuera usted a exponerse a un desprecio, y si he mentido es porque... no sé... Mentía por ternura, por querer ahorrarle hasta el último momento el dolor que ahora va a sufrir... Yo pensaba volver a suplicarles mañana, menear otras pitas, pedirles que no la dejaran en la calle abandonada, pero eso ya no es posible, ya usted va andando, ya no es posible...

Miguel acompaña a Camila que ha tomado ya el camino.

XVIII. Toquidos. Camila llega ante la puerta de su tío Juan, toca repetidas veces, pero nadie acude a abrir. Espera un rato y sigue tocando. Sólo Rubí, el perro, hace ruido en la casa. Toca con mayor fuerza, pero nadie responde. Repentinamente, sin saber por qué, había sentido que era verdad lo que Cara de Angel le afirmaba de su tío Juan, y con ahogo y alarma, aldabeó una y muchas veces más. ¡Tontororón! Ya no quitaba la mano del tocador... ¡Tororón-ton, Tororón-ton! ¡No podía ser! Ton-ton-ton-ton-tontontontontonton tontontontontontontontonton... Seguía tocando hasta desistir y pensar en ir a casa de su otro tío, Luis. Miguel la acompaña. Juan Canales se comunica telefónicamente con su hermano José Antonio para contarle lo ocurrido. Camila fue a casa de José Antonio a tocarle la puerta; pero éste tampoco se la abrió y no tiene más camino que volver desconsolada. De nuevo llegan al Tus-Tep. Miguel se despide de ella. ¡Hasta luego! -dijo sin saber por qué; él ya no tenía nada que hacer ahí. Y al salir sintió por primera vez (Camila) desde la muerte de su madre, los ojos llenos de lágrimas.

XIV. Las cuentas y el chocolate. El Auditor de Guerra acabó de tomar su chocolate de arroz con una doble empinada de pocillo, para beberse hasta el asiento; luego se limpió el bigote color de ala de mosca con la manga de la camisa y, acercándose a la luz de la lámpara, metió los ojos en el recipiente para ver si se lo había bebido todo. Tocan a la puerta y la sirvienta sale a ver quién es. Alguien le envía una carta al Auditor. Era un amigo suyo y de la Diente de Oro, propietaria de un prostíbulo. En la carta el remitente decía que la Diente de Oro daba diez mil pesos por la mujer que tenía presa, para llevarla a su negocio. El Auditor pensaba en la cantidad de dinero y en los reos en el caso Canales: Fedina de Rodas, Genaro Rodas, Lucio Vásquez y... se pasaba la lengua por los labios -el otro, un personaje que se las debía, Miguel Cara de Angel. Pues consideraba que el rapto de la hija del general, que había declarado Fedina, había sido una treta para burlar la vigilancia de la autoridad; todo lo cual tenía pensado comunicar al Presidente. ¡Ay, don Miguelín Miguelito, por fin en mis manos y por el tiempo que yo quiera! ¡Jamás creí que nos fuéramos a ver la cara tan pronto, ayer que usted me despreció en Palacio! ¡Y la rosca del tornillo de mi venganza es interminable, ya se lo advierto, se decía el Auditor. Preparó el proceso para la captura de Cara de Angel, pero el Presidente responde a sus pretensiones: - Vea, señor Auditor, le dijo el Presidente al terminar aquel de exponerle los hechos-; déjeme aquí esa causa y óigame lo que le voy a decir: ni la señora de Rodas ni Miguel son culpables; a esa señora mándela a poner en libertad y rompa esa orden de captura; los culpables son ustedes, imbéciles, servidores de qué... de qué sirven... Póngase usted que Cara de Angel hubiera cooperado a la fuga de Canales. No cooperaba a la fuga, sino a la muerte de Canales... Y en cuanto a los otros dos reos, Vásquez y Rodas, siéntemeles la mano, que son un par de pícaros; sobre todo a Vásquez, que sabe más de lo que le han enseñado... Puede retirarse.

XX. Coyotes de la misma loma. Genaro Rodas comparece ante el Auditor, quien lo interroga con relación a la muerte del mendigo en el Portal. Genaro declara que Lucio le había dicho que estaba de turno a la espera de un mudo con rabia que debía tronarse; al mismo que posteriormente mató. Manda a que le den doscientos palos. Luego pasa el siguiente reo, Lucio:

-- ¿Su nombre?

-- Lucio Vásquez.

-- ¿Originario?

-- De aquí...

-- ¿De la penitenciaría?

-- ¡No, cómo va a ser eso: de la capital!

-- ¿Casado? ¿Soltero?

-- ¡Soltero toda la vida!

-- ¡Responda a lo que se le pregunta como se debe! ¿Profesión u oficio?

-- Empleado toda la vidurria...

-- ¿Qué es eso?

-- ¡Empleado público, pues!

-- ¿Ha estado preso?

-- Sí.

-- ¿Por qué delito?

-- Asesinato en cuadrilla.

-- ¿Edad?

-- No tengo edad.

-- ¿Cómo que no tiene edad?

-- No sé cuántos años tengo; pero clave ahí treinta y cinco, por si hace falta tener alguna edad.

-- ¿Qué sabe usted del asesinato del Pelele?...

-- Del asesinato del Pelele lo que sé es que yo lo maté...

-- ¡Y a usted le parece esto algo así como una travesura! -exclamó el Auditor-. ¿O es tan ignorante que no sabe que puede costarle la vida...?

-- Tal vez.

-- ¿Cómo que talvez?

El Auditor estuvo un momento sin saber qué actitud debía tomar. Lo desarmaban la tranquilidad de Vásquez, su voz de guitarrilla, sus ojos de lince. Para ganar tiempo, volviose al amanuense:

-- Escriba...

Y con voz trémula agregó:

-- Escriba que Lucio Vásquez declara que él asesinó al Pelele, con la complicidad de Genaro rodas.
1   2   3   4   5

similar:

Adaptación juvenil, Felipe Guzmán iconFelipe Bojalil Garza nació un 7 de septiembre en la ciudad de San...

Adaptación juvenil, Felipe Guzmán iconAlumna: hernández orozco miriam actividad 9: Remakes IL mare/The...

Adaptación juvenil, Felipe Guzmán iconLiliana Díaz Mindurry obtuvo el 1º Premio Municipal de Buenos Aires...
«Al admirable maestro, al escritor incomparable, Alfonso Guzmán», «Para Alfonso Guzmán, el mejor escritor argentino viviente». Dedicatorias...

Adaptación juvenil, Felipe Guzmán iconAlberto guzmán lópez

Adaptación juvenil, Felipe Guzmán iconDirección daniel Guzmán

Adaptación juvenil, Felipe Guzmán iconCarolina Vega – David Guzmán

Adaptación juvenil, Felipe Guzmán iconDomingo de Guzmán Huamán Sánchez

Adaptación juvenil, Felipe Guzmán iconLuis guzman-barron sobrevilla

Adaptación juvenil, Felipe Guzmán iconI. E. Nº 6087 pablo maría guzmáN

Adaptación juvenil, Felipe Guzmán iconMelendres Guzmán Sindy Paola






© 2015
contactos
l.exam-10.com