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Biblioteca Vapor Badia, 27/5/15.- Josep Gerona LECTURA d’Ada Salas: Limbo y otros poemas Nascuda a Càceres el 1965, és professora de llengua i literatura en un institut de Madrid. És la més coneguda representant actual de l’anomenada “poesía del silencio”, en línia amb Valente i Gamoneda. Ha guanyat diferents premis i ha estat vinculada com autora a l’editorial Hiperión. Va publicar entre 1988 i 2003 quatre llibres de poemes, recopilats en No duerme el animal (2009); també Esto no es el silencio (2008), Ashes to ashes (2010) i Limbo y otros poemas (2013). En Limbo y otros poemas, Ada Salas profundiza en un discurso volcánico y en una iconografía áspera y violenta, más cerca del desgarrón versicular que de la profilaxis minimalista[…] El aprendizaje del dolor protagoniza una obra de aliento funerario, que se inicia con la crónica de un Apocalipsis anunciado («Mirabas. / Y estaba por llegar la destrucción del mundo») […] Cuando la doctrina eclesiástica ha enviado el limbo al limbo, este extraño y hermoso libro trasciende la épica de la desolación para conducirnos a un lugar donde las palabras ya no tienen nombre. LUIS BAGUÉ QUÍLEZ LIMBO p. 15 Podría describir lo que se desmorona. El proceso. La pausa. Una lepra tranquila comiéndose los bordes de las cosas la pérdida de la cartografia del contorno. De lo irreconocible entonces como lo familiar. Podria por ejemplo decir no tiene consistencia lo que abrazas o bien la no carnalidad de la ceniza si muerdes del lugar del corazón. p.21 Ahora voy a sentarme muy cuidadosamente en la cuneta voy a arrancarme los ojos y voy a ver el sol —y voy a ver el sol— derretirme los miembros. Veo cómo una mancha ocupa des- ocupa mi conciencia veo a un pájaro beberme —mueve inquieto la cabeza qué lo apremia— veo el resto penetrar despacio en el asfalto. Alguna vez —alguna vez quizá— me interesó la muerte. Su caída abisal hacia lo que latía. p. 25 Espera ante esta puerta que abre hacia la muerte. Mantente vertical como lo harás después de traspasarla. Piensas no sabes cómo has llegado hasta aquí. No pienses. No respires. No escuches lo que dejas detrás lo que llega tal vez del otro lado. No hay otro lado. No hay ni siquiera esta puerta que abre hacia la muerte. p.41 (Limbo) “…aún siempre por venir hacia un tiempo tardío.” J.M. Cuesta Abad Y yo pregunto qué (nos) estaba reservado. Tiembla en el ojal del corazón ella la blanca aún sin deshojar. Un amarillo sucio en los dientes del tiempo. Dónde estuvimos dónde nos será dado estar si no en el lugar de la condena. p.13 (Epílogo) Lo que añurga y atora. Lo que viene a parar al inútil mortero un rosario apretado enroscado sobre sí. Yo era una balanza en equilibrio yo era una balanza. Mira que eres estúpida. Recoge los añicos y construye con ellos una historia —una sucesión ordenada y discreta por fin reconocible—. No. El dolor no se puede contar. El dolor es abstracto —incontable por tanto según esa oscura gramática— es decir el dolor es la forma más acabada del caos. Pero ves como puedo contar los agujeros palparlos uno a uno. Pienso que todos ellos confluyen en un número. Pienso también en si ese número por un ligero descuido se nos atraviesa en la tráquea. OTROS POEMAS ANUNCIACIÓN p.60 VI Una mujer vendrá que vengará mi cuerpo mancillado por la sed del Altísimo. TRES POETAS p.74 II (Sylvia Plath) Esto que veis aquí por sobre la cabeza es un cuerpo invertido. Es toda la raíz a la intemperie. Tiene un olor a crudo. Eso es. Huele a crudo (quién podría atusarlo cantarle una canción). Como si fueras una cabeza de vaca desde el amanecer zumban las moscas. NIÑA EN UN MARCO (SOBRE UN CUADRO DE REMBRANDT) p. 84 I Un túnel que atraviesan caballos un tiempo que se dobla sobre otro que comparte su alimento como el vientre de dos criaturas siamesas. Tengo un rostro de sombra y otro que refleja la luz —el resplandor— del mundo de los muertos. Dos candiles dan vida a mis dos ojos uno está ardiendo con tu carne otro consume mis entrañas. Con cuál de tus dos bocas me has mordido las manos. Lo que me pides ya me lo pediste. Este agujero en el costado. p. 86 III Con la derecha pulso el clave del silencio. Con la izquierda golpeo el muro que amortigua la poca luz que llega a este lugar remoto. Una secreta partitura. Una música íntima violada por los cascos de la bestia que cabalga la muerte. Si puedes escucharme no puedes socorrerme. No canto porque bebo de las aguas de Ofelia. |